Sesenta y siete mil estadounidenses viajaron a Cuba entre enero y septiembre de 2013. La cifra se puede deducir de las estadísticas publicadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de la Isla, en su informe publicado en su sitio web. Aunque no se mencionan cuántos vienen de territorio estadounidense, sí se reveló el total de visitantes extranjeros procedentes de América del Norte, y dentro de estos, los provenientes de México y Canadá.
Una simple operación de suma y resta arroja el número de estadounidenses que en 2013 vinieron a Cuba. La ONEI no parece interesada en dar a conocerlo, a pesar de que en los primeros nueve meses de 2013 fue la estadounidense la octava nacionalidad que más visitó la Isla, por encima de mercados tradicionales como España o México. El nombre de Estados Unidos no aparece en los informes mensuales, solo en los anuales.
Los 67 mil visitantes estadounidenses del año en cuestión representan un 68% del total de visitantes estadounidenses llegados a Cuba en 2012, aunque todavía falta por contabilizar aquellos que viajen durante los últimos tres meses del año, coincidiendo con el fin de la temporada baja del turismo en Cuba.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, comentó en noviembre de 2013 que “cada año, cientos de miles de estadounidenses visitan La Habana y cientos de millones de dólares en comercio y remesas fluye de Estados Unidos hacia Cuba. Estamos comprometidos con el intercambio humanitario, y en los Estados Unidos creemos que nuestra gente son realmente nuestros mejores embajadores. Son los embajadores de nuestros ideas, de nuestros valores, de nuestras creencias.”
El gobierno cubano parece simpatizar con darles la bienvenida a esos “embajadores”. En un informe entregado a Naciones Unidas, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba lamentaba la ausencia de los casi dos mil millones de dólares que el turismo procedente de Estados Unidos hubiese dejado en la economía cubana, si no existiesen restricciones que dificultan a los norteamericanos viajar libremente a la Isla.
Oficialmente (y por ahora), Cuba no está en el mapa turístico de Estados Unidos. En su hoja de hechos sobre las relaciones con Cuba, actualizada en agosto de 2013, el Departamento de Estado norteamericano recuerda que las regulaciones federales limitan los viajes a Cuba a visitantes autorizados que estén involucrados en una determinada actividad, como intercambios culturales, educativos o religiosos. “Todos los viajes de Estados Unidos a Cuba deben ser autorizados por la Oficina de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro y debe entrar en una de 12 categorías.”
Tanto el presidente norteamericano, Barack Obama, como su secretario de Estado, John Kerry, declararon en noviembre de 2013 que la política de Estados Unidos hacia Cuba continuaría actualizándose.
La puesta al día de la política de viajes a Cuba es un tema frecuente sobre el escritorio de Obama, o al menos en su buzón. A lo largo de 2013, varios congresistas enviaron cartas a la Casa Blanca, hasta que el representante por California, Sam Farr, convenció a otros 58 legisladores para firmar una carta colectiva pidiendo una flexibilización en la cuestión de las licencias.
Los defensores de continuar restringiendo los viajes también tuvieron su momento en 2013. Un proyecto apodado la “Ley de Beyoncé y Jay Z” iba a ser presentada al Congreso de Estados Unidos, para impedir que las actuales licencias fuesen utilizadas para actividades sospechosamente turísticas, como las realizadas por la pareja de músicos que inspiró la legislación.
Más de 98 mil turistas estadounidenses visitaron Cuba durante 2012, gracias a las licencias y flexibilizaciones otorgadas por la Administración Obama. Eso ubicó a Estados Unidos como el sexto emisor de vacacionistas al mercado turístico cubano.
Ya una parte importante de los turistas que vienen a Cuba son norteamericanos: un millón de canadienses –mayoritariamente aficionados a los cayos de Ciego de Ávila–.
A partir de la nota informativa emitida por la Sección de Intereses se lamenta particularmente las afectaciones que esta situación causará a los ciudadanos cubanos y norteamericanos, debido a la imposibilidad de que la Sección Consular continúe facilitando los trámites asociados a la emisión de pasaportes, visas, legalización de documentos y otros servicios, con las consecuencias negativas que esto tendrá para las visitas familiares, los intercambios académicos, culturales, educacionales, científicos, deportivos y de otra naturaleza entre Cuba y Estados Unidos.