Tres confidentes del presidente Donald Trump, incluso su jefe de despacho saliente, han indicado que la emblemática promesa de su campaña de construir un muro en la frontera de Estados Unidos con México podría no ser cumplida en la forma en que se promovió.
Trump desató coros fervientes de “¡construyamos ese muro!” durante sus mítines antes y después de ser elegido y más recientemente citó la falta de financiamiento para construirlo como la razón para provocar un cierre parcial del gobierno. En ocasiones el presidente también ha aventurado la idea de que el muro pudiera ser cualquier tipo de barrera.
Sin embargo, el jefe de despacho de la Casa Blanca, John Kelly, dijo al periódico Los Angeles Times en una entrevista publicada el domingo que Trump abandonó la idea de “un muro de concreto sólido al principio de su gobierno”.
“Para ser honesto, no es un muro”, afirmó Kelly. Agregó que la mezcla de avances tecnológicos y barreras con “placas de acero” que el mandatario desea ahora en la frontera son el resultado de conversaciones con profesionales policiales.
En la misma línea, la asesora de la Casa Blanca Kellyanne Conway dijo que el debate en torno a la aparente contradicción es “una tonta discusión sobre semántica”.
“Podría haber un muro en algunos sitios, podría haber placas de acero, podría haber avances tecnológicos”, declaró Conway a la cadena Fox en un programa transmitido el domingo. “Pero el decir solamente ‘muro o falta de muro’ es ser poco sincero y hacerse totalmente de la vista gorda con relación a lo que es una crisis en la frontera”.
El senador republicano Lindsay Graham, cercano al presidente, salió de una comida el domingo en la Casa Blanca para decirles a los reporteros que “el muro se ha convertido en una metáfora de la seguridad fronteriza” y se refirió a una barrera física.
Graham dijo que Trump tenía la “mente abierta” para un acuerdo amplio sobre inmigración, afirmando que el desacuerdo con relación al presupuesto ofrecía una oportunidad para atender otros temas más allá del muro en la frontera.
No obstante, un intento previo para alcanzar una solución negociada que atendiera el estatus legal de los llamados “dreamers” –nmigrantes que fueron traídos a Estados Unidos cuando eran niños– se vino abajo el año pasado como resultado de las crecientes exigencias de la Casa Blanca.
Graham dijo que esperaba poner fin al cierre gubernamental ofreciéndoles incentivos a los demócratas con el fin de hacer que voten para financiar el muro y le dijo a la cadena CNN antes de comer con Trump que “nunca habrá un acuerdo si no hay financiamiento para el muro”.
Graham propuso ayudar a dos grupos de inmigrantes a obtener autorización para seguir viviendo en Estados Unidos: a unos 700 mil dreamers y a aproximadamente 400 mil personas que están amparadas por el llamado estatus de protección temporal debido a que provienen de países que han sufrido desastres naturales o conflictos armados. Dijo también que la solución negociada debería incluir cambios en las leyes federales para desalentar a la gente de intentar ingresar a Estados Unidos ilegalmente.
“Los demócratas tienen aquí una oportunidad de trabajar conmigo y otros, incluido el presidente, para darle estatus legal a personas que tienen vidas muy inciertas”, afirmó.
El cierre parcial del gobierno comenzó el 22 de diciembre, luego de que Trump cedió a las exigencias de los conservadores para que se esforzara en cumplir su promesa y asegurara los fondos para el muro antes de que los republicanos pierdan el control de la Cámara de Representantes el miércoles. Los demócratas se han mantenido firmes en el bloqueo a esa prioridad presidencial.
A pesar de las declaraciones de Kelly, Conway y Graham, el mandatario insistió este lunes en un tuit en que “NUNCA SE ABANDONÓ un muro de concreto”. Sin embargo, reconoció que “algunas áreas serán todas de concreto, pero los expertos de la Patrulla Fronteriza prefieren un Muro que permita ver a través de él (lo que hace posible ver lo que sucede a ambos lados)”.