Cada vez cuesta más seguir la travesía de la selección nacional de Cuba en la Liga Mundial de Voleibol. Las presentaciones en Europa fueron solo eso, presentaciones. Tanto en Turín como en Bremen, la selección nacional tuvo una demostración amputada de la verdadera cara talentosa del voleibol cubano.
Las actuaciones de los cubanos en suelo trasalpino y germano provocó una repentina y revoltosa sensación de disgusto, que apenas comienza y que durará el tiempo que decidan los dirigentes del deporte en el país, quienes se aferran a la seudodecisión de mantener en pie sus políticas con este deporte.
El performance de Cuba en Europa no tiene precedentes. Un set ganado en cuatro partidos y cuentan solo tres en lo que va de lid. Una actuación por momentos tortuosa y hasta mezquina, sin dudas, una desfachatez total. Y, por supuesto, que esto no es responsabilidad solo del equipo. Muchos de estos jóvenes que conforman la selección cubana puede que hayan cruzado por primera vez en sus vidas el Atlántico y lo hicieron para enfrentarse a dos conjuntos que los pulverizaron al instante.
Si bien en el primer fin de semana de Liga Mundial los cubanos se guarecieron en la incondicionalidad de la fanaticada del Coliseo de la Ciudad Deportiva para enfrentar a una Serbia a media máquina. Esta vez llegaron primero hasta Italia y después a Alemania para soportar la burla insolente y el choteo desmedido de los aficionados europeos que transformaron a los nuestros en un equipo absolutamente pávido y timorato.
La impotencia plasmada en cancha a la postre terminó por traducirse en un temeroso juego. Los rostros del cuerpo técnico y de los jugadores cubanos insinuaban el terrible estremecimiento de cuerpo y alma por el que pasaron durante las sendas barridas propinadas por la azzurrí y el par de victorias holgadas ante los teutones.
Orlando Samuels ya no sabe qué hacer. Ninguno de sus muchachos están prestos para asumir semejantes roles. Cuando solamente se ha recorrido la mitad del torneo, ya asoman en su rostro las mellas de llevar las riendas de una selección que por lo único que podrá pelear, será por no ocupar la última plaza del grupo a la que se encuentran sin sumar ningún punto aún.
Pero si hay una afición que conoce la calidad real del voleibol cubano es la italiana, esa misma que repleto el Foro Nelson Mandela para darse banquete ante los caribeños. Ellos mejor que nadie saben que el sexteto que presentó Cuba no es el real, es solo su sombra de lo que fueron.
Los bambinos disfrutaron sus blanqueadas pero sabiendo a cuestas que esos dos 3-0 no son para nada la diferencia entre ambos team. Ellos saben además que Ivan Zayset no hubiera lucido con tanta pompa su cresta rubia después de cada ataque o acces. Saben también que su capitán Cristian Sabani hubiera tenido que permanecer más tiempo en cancha, que Biradelli no hubiera estado tan inmenso en la net y que hubieran tenido que echar mano del fenomenal Alessandro Fei –no convocado-.
A Bremen, los cubanos llegaron con más ilusiones que proposiciones. Pensaron que la ausencia del letal opuesto Grozzer les daría más opciones, imaginaron que no iban hacer vapuleados sin piedad como por los italianos teniendo en cuenta el nivel de su rival. Pero todo siguió igual, el destino siguió estático, sin apenas inmutarse, todo parece estar escrito ya para esta selección que no podrá ni siquiera cambiar el curso de un guión diseñado de antemano con predicciones calcadas a los sucesos que acontecen.
Los dos partidos escenificados en Alemania definen a la perfección las esencias de una escuadra toda magnánima con sus rivales en cancha, capaz de conciliar todo tipo de condescendencias y que se encarga por sí sola de hacer todo lo posible por evadir el sendero de la victoria.
De ninguna manera Alemania superará nunca en la vida a Cuba en voleibol, incluso, esta vez con una selección toda desarmada y desnuda. Ni Dennis Kaliberda, verdugo en esta serie, tiene la fuerza en ataque mostrada frente a los cubanos. Ni Cristhiam Fromn y Schöps son tan forajidos en la net para minimizar a los defensores de la Isla.
Pero claro, si Cuba comete las obscenidades vistas, no bloquea nada en lo absoluto, no intimida con el servicio sino lo regala, por supuesto que lo único que recogerán del taraflex serán agravios.
En fin, la mitad del camino ha quedado atrás, pero como nunca había ocurrido, esta selección encaja la vista en el suelo para con ojos temerosos mirar las vallas rusas e iraníes que se aproximan a toda velocidad. De la escuadra nadie tendrá la osadía, y lo entiendo de veras, de voltearse para tratar de observar las huellas del pasado. No es fácil aceptar la pesadumbre cuando se aferra al destino.
es doloroso.