Pablo Milanés tiene el raro don de crear una atmósfera de intimidad ante una multitud. Lo mismo lo logra en una plaza abierta como San Juan de Dios, que en un teatro escondido entre los callejones de Centro Habana, como el Lázaro Peña…
Ayer Pablito –porque Pablo hay muchos, y Milanés unos cuantos- regaló otro de sus memorables recitales, sin tanta alharaca y con cientos de amantes que buscaban la manera de colarse para, al menos desde el pasillo, vivir uno de esos momentos que, cuando pasan los años, uno hincha el pecho y dice: “Yo estuve ahí”.
Ante un público que mayoritariamente pasaba las cuatro décadas de vida, el autor de algunas de las canciones más emblemáticas de la Nueva Trova ofreció un recital íntimo, reflexivo y conmovedor.
Acompañado por el virtuoso Miguel Núñez y su grupo, Pablito cantó algunos de sus temas más conocidos, como Proposiciones, Principio y final de una verde mañana, Días de gloria, y Yolanda.
Además de canciones suyas, cantó el tema Amor de otoño, una de las nuevas pistas de su más reciente álbum, y mantuvo su habitual diálogo sobrio y cómplice con sus seguidores.
Para algunos, este fue un concierto más cercano que el que hizo hace unos meses en la plaza fuerte de la música en Cuba, el teatro Karl Marx, donde por cierto, el pasado viernes le cantaron al gran Freddy Mercury.
Este domingo, el público coreó a Pablito con tremenda ternura, como con nostalgia de aquella edad que ya se va, mejor dicho, ya se fue. Ahhh… los buenos viejos tiempos en que eras de Pablito o de Silvio, y lo que entonces era chabacano ahora es retro…
Resumiendo el concierto, resultó apoteósico cuando Pablito cantó Yo no te pido, y ni se diga cuando invocó a su inmortal Yolanda, confirmándonos que esa no puede ser no más que una canción…
Yolanda es LA CANCIÓN de amor, sin dudas…