Raydel Márquez nació en Estados Unidos, pero dice que nunca ha estado muy al tanto de las tendencias musicales de su país natal. Este joven de 26 años prefiere los ritmos, intérpretes y agrupaciones que escuchó desde niño en su hogar, siempre muy cubano, al sur de California.
Raydel creció con la música de Benny Moré y Los Van Van; hablando español y comiendo platos típicos cubanos. La cultura de la Isla estuvo presente siempre a través de las costumbres familiares.
Ese ambiente, cercano por la tradición de sus padres y lejano por la geografía, lo llevó a convertirse con solo 18 años en el DJ de música cubana más joven de California. Su trabajo apuntaló el gusto por la timba en ese estado norteamericano, para deleite de los bailadores. Desde entonces, todos lo conocen como DJ Warapo.
¿Cuánto influyeron tus raíces cubanas en la decisión de dedicarte profesionalmente a la música?
Desde que yo era niño mis padres solían escuchar música cubana en la casa y sentían una gran admiración por cantantes y agrupaciones de la Isla. Esa fue una influencia muy fuerte en mí, algo fundamental para mi formación como artista. Por esa razón siempre quise venir a Cuba: quería acercarme a esta cultura y conocer la otra parte de mi familia.
La primera vez que visité Cuba tenía 8 años, y en ese momento las razones del viaje fueron puramente familiares. Fue un viaje necesario, porque es importante que esos lazos de parentesco no se pierdan, aunque vivamos donde sea. Luego he vuelto varias veces y creo que es un lugar especial para mí por su música, su gente, el ambiente que se respira. Siento que también formo parte de aquí.
Con 13 años ya tenía una vocación muy musical y mi atracción por las tumbadoras era muy grande. Le decía a mi papá todos días que quería aprender a tocar ese instrumento, pero él pensaba que se trataba solamente de un capricho.
En ese tiempo teníamos unos bongós y empecé estudiar a través de videos que descargaba de Internet. Pude probarle a mi padre que tenía verdadero interés en aprender y la capacidad de hacerlo. Entonces me compró unas tumbadoras Giovanni Hidalgo Galaxy, Series de LP, que todavía conservo.
Después de eso viajé nuevamente a Cuba y conocí a Luis Cancino, esposo de una prima mía e integrante de Los Muñequitos de Matanzas. En esa ocasión me dio algunas clases de música y fue muy bueno aprender cuestiones básicas de instrumentos tradicionales cubanos.
¿Cómo llegas a convertirte en DJ de música cubana a los 18 años?
Eso sucedió durante un concierto de Manolito Simonet y su Trabuco en Los Ángeles. En ese momento me di cuenta que hacía falta sangre joven que defendiera y difundiera esa música en California.
Una vez más, con la ayuda de mi padre, conseguí todos los equipos necesarios para convertirme en DJ. También tuve la fortuna de conocer, a través de las redes sociales, a DJ Melao, uno de los DJs más representativos de la música cubana, quien es actualmente un buen amigo.
Y comenzaste a vincularte a eventos como Long Beach Cuban Festival, Echo Park Cuban Festival, San Diego Cuban Dance Congress…
Desde el principio me propuse incorporarme a esos espacios importantes de música cubana en Estados Unidos. Pero todo eso lo logré con mucho sacrificio, porque lo más difícil para un DJ es darse a conocer.
Sin embargo, una vez que lo consigues, te das cuenta de que las experiencias son increíbles. No hay mayor satisfacción que hacer a la gente bailar y disfrutar con tu música.
Además, he tenido la suerte y la responsabilidad de promover algunas giras de orquestas cubanas en Estados Unidos, y creo que la calidad de las orquestas de Cuba es un nivel altísimo. Incluso, me atrevería a decir que son las mejores del mundo. Por eso las defiendo fuertemente.
También tuviste la oportunidad der estar, en representación de Estados Unidos, durante la última edición del Festival de la Salsa en La Habana. ¿Cómo fue tu experiencia?
Fue insuperable, ha sido uno de los mejores momentos de mi vida. Tocar frente a miles de personas durante cuatro días seguidos es algo que no tiene precio. Estoy sumamente agradecido a Maykel Blanco por esta gran oportunidad. Nunca en mi vida pensé que fuera posible.
¿Por qué creas Warapo Productions?
La compañía surgió porque existen eventos de música cubana en Estados Unidos que no tienen una producción adecuada. Y gracias a mi compañía, por ejemplo, Maykel Blanco y su Salsa Mayor pudo producir materiales en 2011 y en 2016; y Havana D’ Primera lo hizo el pasado 2017.
El show de Havana D’Primera en el Globe Theatre de Los Ángeles fue un reto, porque lograr algo así exige mucha responsabilidad y estar pendiente de infinidad de detalles. Pero creo que el evento fue un éxito total.
Sin embargo, nada ha sido fácil, especialmente en California, donde la música cubana no tiene la aceptación de otros géneros. Desde que comencé en la música he asumido muchos riesgos, pero aun así creo que también he logrado resultados positivos.
¿Crees que la música cubana está bien posicionada en el mercado estadounidense?
Todavía hay que superar muchos obstáculos. A los artistas cubanos del sector urbano les va sumamente bien. A mí me encanta la música cubana en general, pero me identifico más con la timba; y con este género la cosa es diferente y el enfoque es más complicado.
Es una lástima que un ritmo tan rico no tenga actualmente el reconocimiento que se merece. Por eso estoy arriesgándome a abrir mi propia disquera. Ya tuve la suerte de trabajar con Yasser Ramos y el Tumbao Mayombe, y estoy sumamente contento por eso.
¿Se puede ser un músico cubano sin haber nacido en Cuba?
¡Claro que sí! Ser un defensor de la música cubana en los Estados Unidos es un verdadero desafío, pero con dedicación y amor a nuestras raíces se puede lograr todo.