Cada vez que una nueva situación se nos plantea, y si la misma viene en detrimento de una que dio muchos frutos, obviamente son varios los rechazos, las contradicciones y la polémica que genera. Esto es exactamente lo que está sucediendo con la nueva estructura planteada por la comisión de béisbol a aplicar en la Quincuagésimo Segunda Serie Nacional.
Lo primero es oponernos al cambio, pero acaso ¿no es mejor buscar puntos a favor y en contra sobre el asunto? Esta nueva forma competitiva tiene varios aspectos positivos, uno de ellos, que mantuvo la representación territorial con un equipo por cada una de las 15 provincias más una novena correspondiente al municipio especial Isla de la Juventud.
También de su lado podemos añadir que a la hora se clasificar para la segunda etapa avanzarán las ocho selecciones que mejor balance muestren, sin importar la región del país en que se encuentre enclavada. Así no existirán injusticias ni resultados falseados, tal como sucedió en el pasado campeonato cuando Sancti Spíritus clasificó con 48 victorias mientras que Santiago de Cuba se quedó fuera de la fiesta a pesar de tener 53, aún cuando ambos enfrentaron a los mismos rivales.
La posibilidad de enfrentar a los mejores lanzadores con los mejores bateadores será anotado como uno de los puntos a favor y es que al jugarse 42 partidos ante las selecciones del país que mejores jugadores poseen, aumentará la exigencia para estos atletas, aun más porque estarán motivados a entregarse en el terreno ya que estará en juego la corona del béisbol cubano.
Pero este asunto como las monedas poseen dos caras. Sucede que de la parte negativa podemos encontrar que el calendario que se pondrá en marcha a partir del día 25 de noviembre asegura apenas un enfrentamiento entre dos equipos rivales.
¿Un ejemplo? El siempre dramático clásico de nuestra pelota, Industriales – Santiago, está garantizado para una sola oportunidad. ¿El resultado? Se jugará en el Latinoamericano o en el Guillermón y solo una de las dos aficiones lo podrá disfrutar.
Otro elemento es que si antes había entretenimiento en todo el país, al menos durante cinco meses, ahora serán ocho los territorios que disfrutarán apenas dos meses y medio de lo que más le gusta al cubano en materia deportiva, la pelota.
De esta situación se deriva lo más preocupante, porque si hoy nos quejamos de que nuestros peloteros necesitan aumentar el nivel, y por eso el cambio de estructura, acaso nos hemos preguntado ¿qué pasará con esos 200 o más atletas que apenas contarán con los 45 juegos de la primera etapa del certamen?
Realmente me asusto porque cuando todos estamos concientes de que lo más importante para que se haga un buen pelotero es jugar a la pelota, hoy se nos plantea una estructura competitiva que en vez de sumar, resta.