Sixto Rodríguez y Lucía Rivera vienen del Valle de Picadura y de Guanabacoa, respectivamente. Son dos jóvenes cubanos que han logrado convertirse en referentes del mejor ilusionismo y en emblemas de buen gusto y transnacionalidad sin perder sus raíces criollas. Emergidos como por encanto de una famosa avenida habanera, sin escuela ni preparación previas, son, entre otras cosas, resultado de una ecuación en la que se combinan talento, disciplina y oportunidades.
En escenarios de Haití, Venezuela, Colombia, Uruguay y Perú brillaron en el arte de cambiarse rápido de vestuario (quick change), modalidad en la que ya despuntan como verdaderos expertos. Pero más allá de nuestro continente, han paseado su maestría por Japón, Taiwán, Malasia, Filipinas y Bruney.
En el Wuhan Acrobatics International Arts Festival de China obtuvieron un importante premio: La Grulla de Bronce, al que le seguirían muchos otros –este año, por ejemplo, el de la International Magicians Society (IMS) por Mejor Acto de Cambio Rápido del Mundo.
También se han presentado en ciudades europeas como Izhevsk y París, entre otras. En la primera, fue para ellos como bailar en casa del trompo, dada la larga tradición rusa en este tipo de shows. En la segunda, participaron de manera destacada en el Más Grande Cabaret del Mundo, una de las plazas más exigentes de la magia nivel mundial.
Recientemente han aparecido en America’s Got Talent ante millones de telespectadores, para lo que tuvieron que trasladarse a Los Ángeles, California.
La crítica, de ordinario exigente, los evaluó del siguiente modo: “Sixto y Lucía cambian sus ropas de una manera mágica y con impresionante rapidez en America’s Got Talent 2018” –se lee en una. En otra: “Ahora están entre los tres mejores actos de este tipo”. Y en una tercera: “Sixto y Lucía son uno de esos actos que trajeron el factor WOW para su audición”. Igual los jueces. Simon Cowell: “Este es uno de los mejores que he visto en mi vida. Fue perfecto para America’s Got Talent”. Howie Mandel: “Fantástico”. Mel B: “Fue realmente entretenido”. Y Heidi Klum: “Me encanta”.
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Además de todo este bagaje, una dulzura como de suave hermandad se esparce en cada una de sus presentaciones.
¿Cómo empezó todo?
Empezó en la piñatera de Carlos III, donde vendían piñatas y artículos para cumpleaños. Yo frecuentaba el lugar porque allí hacía el trabajo de promoción para fiestas de cumpleaños. Conocí a Lucía un día en que comenzó a ir también. Entonces empezamos a hablar de trabajar juntos y de crear un show para esas fiestas. Y así lo hicimos.
Desde el principio nos dimos cuenta de que teníamos química y empezamos a planear otros actos. La idea era tratar de presentarlos en los teatros y en la televisión para tener más promoción y que la gente nos contratara para sus fiestas.
¿Por qué se decidieron por esta variante del ilusionismo?
Realmente en Cuba no se hacía este tipo de magia. Queríamos hacer algo diferente, entonces creamos nuestro primer acto de cambio rápido de vestuarios.
¿Cómo fue ese proceso creativo?
Bueno, de hecho fue algo difícil y sacrificado. Tardamos meses para poder sacarlo. Para fabricar nuestros primeros vestidos tuvimos que reunir casi todo el dinero que ganábamos en las fiestas, y aun así no fue suficiente. Tuvimos que vender una Pentium 4 que teníamos para cubrir la inversión en telas y materiales. Uno de los vestidos se terminó con un trozo de la cortina de la casa de la persona que nos los hizo: no nos alcanzó la tela.
Esperábamos a las tres de la madrugada para ensayar. Era la única hora en la que podíamos hacerlo porque ya todos en el barrio se habían dormido. El único local de ensayo con el que contábamos era en la calle en frente de la casa de Lucía, en Guanabacoa.
¿Autodidactismo? ¿Recibieron asesoría de alguien?
Los dos somos empíricos. Yo era trabajador social y estudiante de Derecho; Lucía es licenciada en Geografía por la Universidad de La Habana.
En una ocasión le escribimos a una pareja muy famosa que hace cambios de vestuarios en la perspectiva de modernizar nuestras técnicas y pedirles asesoría. A las pocas horas nos dimos cuenta de que nos habían bloqueado. Pero con el paso de los años nos hemos alegrado de que haya sido así. Gracias a ello creamos nuestro propio sistema. Hoy hacemos uno de los cambios de vestuario más rápidos del mundo.
¿En quién o quiénes se inspiraron? ¿Cómo les llegó esa información a Cuba?
En el momento en que decidimos hacer nuestro primer acto, se había divulgado en Cuba un video de una pareja haciendo este número durante la primera temporada de America’s Got Talent. Realmente nos inspiraron y pensamos que algún día podríamos estar en ese mismo escenario. Estudiamos ese video. También teníamos otro de un coreano mostrando algunas técnicas básicas.
Luego fueron contratados por un crucero. ¿Qué significó esa experiencia?
Como dijimos, empezamos a trabajar juntos haciendo fiestas de cumpleaños en La Habana, pero el contrato en el crucero fue muy importante para nosotros. Tuvimos la oportunidad de conocer seis países del continente asiático. Pero realmente nuestro primer contrato internacional con nuestro acto de cambio rápido fue en Colombia con el Circo Hermanos Gasca. Esa fue nuestra escuela. Trabajábamos todos los días, era nuestra primera experiencia en un circo. En diez meses hicimos más de seiscientas funciones. Eso nos pulió mucho como artistas.
¿Cómo conciben la puesta en escena?
Nos gusta incluir efectos de gran impacto visual. Buscamos tener un programa variado y dinámico en nuestras rutinas.
¿A partir de qué parámetros?
Como eje central, la magia primero. Tratamos de sorprender al espectador. También nos apoyamos mucho en la música.
En esa línea, ¿qué papel le conceden a la música como expresión identitaria?
En nuestra puesta en escena la música también juega un papel fundamental. Pensamos que la banda sonora tiene una gran responsabilidad en el éxito de cualquier puesta. Lo comparamos con una película. Si a la mejor de ellas le retiramos la banda sonora, ¿qué nos queda? Además, la música que usamos habla de nuestras esencias, nuestro sabor, nuestra identidad, y nos ayuda a trasmitir las sensaciones que queremos a nuestro público.
Más allá del cubano, ¿tienen algún público para el que les guste actuar especialmente?
Todos los públicos tienen sus características y son totalmente diferentes. Hemos tenido la dicha de haber trabajado para los más diversos, desde China hasta Rusia y Estados Unidos. Todos tienen sus encantos; algunos son más exigentes, otros más agradecidos; pero la verdad es que el simple hecho de presentarnos en nuestra casa y de recibir el aplauso de los nuestros es el verdadero sabor del éxito.
Para un artista, los escenarios internacionales equivalen al fogueo de los deportistas fuera de su país. ¿Qué han aprendido ambos en esos fogueos?
Hemos aprendido que no importa cuán grande sea tu sueño, ni el país de donde provengas, ni la clase social a la que pertenezcas. Si trabajas y luchas, tarde o temprano tus objetivos y sueños se harán realidad.
¿Cómo llegaron a America’s Got Talent?
Siempre soñamos con presentarnos en ese programa. Hace dos años vimos que este sueño se podía hacer realidad cuando recibimos un correo de los productores, interesados en nuestro trabajo. Pero por estar cumpliendo con otros compromisos no pudimos en ese entonces. Este año nos volvieron a contactar, y lo hicimos. La verdad, ha sido una gran experiencia, hemos aprendido mucho y también nos ha abierto muy buenas oportunidades, ya que es una gran plataforma.
Simplemente Genial !!!
Interesante artículo que nos actualiza sobre artistas cubanos jóvenes que no conocíamos. Éxitos para ellos y para el periodista que hace una importante labor de divulgación.
¡Fuera de serie! Los vi en Sancti Spíritus, en una gira de Circuba.
En YouTube es un espectaculo impressionante. No solo por la rapidez con que se cambian, sino por la elegancia de los vestidos y la belleza y simpatia de la joven.