Gal Friedman, único campeón olímpico de Israel y ganador de dos de las nueve medallas estivales de esa nación, develó hace un par de días sus intenciones de subastar la presea dorada alcanzada en Atenas 2004, hace 14 años.
El windsurfista, bronce en Atlanta 1996 y miembro del Salón de la Fama del Deporte Judío desde el 2005, afirmó en Facebook que buscaba “un experto en eBay que sepa cómo subastar un objeto excepcional, único de su tipo en Israel”. De entrada, el atleta no precisó cuál era el artículo que deseaba vender, pero luego, ante la insistencia de los usuarios, aclaró que se trataba de su metal olímpico.
Según reporte de EFE, Friedman, titular mundial en el 2002, dejó claro que está corto de plata y, al parecer, esperaba obtener una cuantiosa cifra, pues precisó que atendería “solo respuestas de gente seria con mucho dinero”.
Dos días después de destaparse el escándalo, reproducido por medios de todo el planeta, el Comité Olímpico de Israel ha manifestado su oposición a las intenciones de Friedman. El ente rector del deporte en esa nación puntializó que la venta de una medalla ganada en citas estivales es un acto prohibido.
A través de un comunicado oficial, el presidente del Comité Olímpico israelí, Igal Carmi, precisó que la voluntad de Friedman de subastar la presea expresa cierta angustia económica, pero debe encontrar otras formas de lidiar con una compleja situación monetaria, si es que realmente la tiene.
De acuerdo con el portal digital Walla Sport, el secretario general del Comité Olímpico, Gili Lustig, habló con Friedman a fin de persuadirlo, y puede haberlo logrado, pues círculos cercanos al windsurfista, consultados por el propio medio israelí, señalan que ha decidido no colocar la medalla en el mercado.
Sin embargo, Friedman, instructor de windsurf (condujo a Nimrod Mashiah al subtítulo del orbe en el 2009) y fotógrafo de bodas y eventos tras culminar su carrera profesional, no ha mostrado una postura definitiva, y ha sido crítico respecto a los beneficios del deporte olímpico, los cuales considera, al parecer, insuficientes.
El caso de este atleta no es el único vinculado a la venta o subasta de medallas alcanzadas en el concurso bajo los cinco aros. Hace dos años, por ejemplo, se destapó un escándalo en Cuba con la discóbola Yarelis Barrios, a quien le fue retirado por doping su metal plateado de Beijing 2008. Cuando el COI le solicitó la medalla, la pinareña dijo que la había vendido en eBay por 11 000 dólares.
Otro señalado por intentar vender un metal olímpico tras afrontar dificultades económicas fue el estadounidense Tommie Smith, monarca de los 200 metros en México 1968. El velocista, recordado por ser uno de los que levantó el puño realizando el gesto de las Panteras Negras, colocó su medalla en subasta con un precio de salida de 250 000 dólares.
Hay otros precedentes, pero en muchos de ellos los deportistas pusieron a la venta sus medallas para donar el dinero a causas benéficas u organizaciones no gubernamentales. Por ejemplo, el boxeador ucraniano Wladimir Klitschko subastó su título olímpico de Atlanta 1996 por un millón de dólares, dinero dedicado a la Klitschko Brother Foundation que ayuda a financiar el deporte para niños en ese país europeo.
Por su parte, el nadador Anthony Ervin, campeón de Sydney 2000, vendió en el 2004 la medalla en eBay, y luego donó los 17 101 dólares obtenidos a las víctimas del Tsunami del Océano Índico, el cual dejó más de 200 000 muertos.
Un último ejemplo de este tipo nos lleva hasta la polaca Otylia Jedrzejczak, titular de los 200 metros mariposa en Atenas 2004, quien desde antes de los Juegos Olímpicos declaró que si ganaba cualquier medalla la donaría para ayudar a niños con leucemia. Tras la cita en la capital griega, Jedrzejczak recaudó 80 000 dólares que efectivamente fueron destinados a la causa caritativa.