Al cierre del año librerías y revistas literarias comienzan a hacer sus listas de éxitos. Este 2013 en España, Leonardo Padura, ha cosechado millones de lectores con la novela “Herejes”. Dos temas cautivantes arman la trama: el universo judío y la pintura de Rembrandt.
El escritor Leonardo Padura (La Habana, 1955) es uno de los autores actuales más interesantes e internacionales en lengua española. Si “El hombre que amaba a los perros”, aquella recreación de las biografías de León Trotsky y su asesino Ramón Mercader, dejó boquiabiertos a miles, las andanzas de un cuadro de Rembrandt que ahora relata su nueva novela, “Herejes”, vuelve a despertar admiración.
El lector se encontrará en “Herejes” una narración en tres tiempos: siglo XVII que es cuando Rembrandt pinta Cabeza de Cristo y la obra pasa a manos de la familia Kaminsky; siglo XX cuando tres descendientes de esa familia huyen de la Alemania nazi portando el cuadro en el barco Saint Louis junto a más de novecientos judíos con destino a La Habana.
En 1939, el S.S. Saint Louis, en el que viajaban novecientos judíos que habían logrado huir de Alemania, pasó varios días fondeado frente a La Habana en espera de que se autorizara el desembarco de los refugiados. El niño Daniel Kaminsky y su tío aguardaron en el muelle a que descendieran sus familiares, confiados en que éstos utilizarían ante los funcionarios el tesoro que portaban a escondidas: el pequeño lienzo del holandés que pertenecía a los Kaminsky desde el siglo XVII.
Pero el plan fracasó y el barco regresó a Alemania, llevándose consigo toda esperanza de reencuentro. Muchos años después, en 2007, cuando ese lienzo sale a subasta en Londres, el hijo de Daniel, Elías, viaja desde Estados Unidos a La Habana en el intento de aclarar qué sucedió con el cuadro y con su familia.
Con la ayuda de Mario Conde, protagonista de otras premiadas novelas del autor, Elías averiguará que a Daniel le atormentaba un crimen, y que ese cuadro tuvo como modelo a otro judío que quiso trabajar en el taller de Rembrandt y aprender a pintar con el maestro. En esta entrega Conde está cada vez más viejo y más desencantado, pero mantiene intacta su curiosidad. Es el excelente compañero para adentrarse en la cotidianidad de Cuba.
Las andanzas del detective permiten asomarnos al rastro de los hebreos en suelo cubano, especialmente marcado en la judería de La Habana que con el paso de los años ha ido desapareciendo. A la isla, llegaron por tandas sucesivas, entre 1900 y 1950, los americanos, venidos de Estados Unidos, como trabajadores de compañías del vecino del norte. Atraídos por una tierra paradigmática por su libertad religiosa, luego arribaron los turcos, que huían de las convulsos Balcanes anteriores a la I Guerra Mundial. Después el turno fue para los polacos, perseguidos por pogromos y represalias; y finalmente desembarcaron alemanes y austríacos, oprimidos por los nazis.
Leonardo Padura (La Habana, 1955) fue guionista, periodista y crítico, hasta que le llegó el éxito internacional con la serie de novelas protagonizadas por el detective Mario Conde: “Pasado perfecto”, “Vientos de cuaresma”, “Máscaras”, “Paisaje de otoño”, “Adiós, Hemingway”, “La neblina del ayer” y “La cola de la serpiente”, traducidas a numerosas lenguas y merecedoras de premios como el Café Gijón 1995, el Hammett 1997, 1998 y 2005, el Premio de las Islas 2000 y el Brigada 21. También es el autor de “La novela de mi vida” y “El hombre que amaba a los perros”, merecedora del Premio de la Crítica en Cuba, el Francesco Gelmi di Caporiacco 2010 y, en 2011, el Premio Carbet del Caribe, el Prix Initiales y el Prix Roger Caillois. En 2012 Padura consiguió el Premio Nacional de Literatura de Cuba.
Foto portada: Cabeza de Cristo, pintura de Rembrant
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