Las autoridades aseguran que Buenos Aires será una ciudad blindada durante la cumbre de líderes del G-20, pero los dispositivos de seguridad generan más dudas que certezas luego de violentos incidentes protagonizados por hinchas de fútbol y anarquistas.
Unos 22.000 efectivos de las fuerzas de seguridad vigilarán la zona donde se desarrollará la reunión del viernes y sábado a la que asistirá el presidente estadounidense Donald Trump y los mandatarios y jefes de gobierno de países como Rusia, China, Francia, Japón, Turquía y Alemania. También acudirán las autoridades de la Unión Europea y de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Grupos anticapitalistas tienen programadas marchas durante la cita de los 20 países desarrollados y emergentes. Las autoridades argentinas han advertido que no consentirán desmanes.
Pero la capacidad de disuasión de las fuerzas de seguridad está en dudas luego de la impericia mostrada por la policía durante el ataque de hinchas de River Plate a jugadores del club Boca Juniors que eran trasladados el sábado al estadio Monumental donde iba a disputarse la final de la Copa Libertadores.
Sin ningún cordón de seguridad que los alejara, los violentos pudieron aproximarse al autobús del conjunto visitante, que circulaba a pocas cuadras del estadio, le arrojaron piedras y rompieron algunas ventanas. Varios jugadores resultaron heridos y se descompusieron por los gases lacrimógenos que la policía lanzó para contener a los hinchas. El partido fue suspendido.
Los violentos también causaron destrozos a los automóviles estacionados en los alrededores del estadio.
Las violentas escenas que recorrieron el mundo dejaron en entredicho a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien había afirmado que garantizar la seguridad durante el encuentro entre los dos grandes rivales del fútbol argentino era algo “menor” en comparación con el desafío de la Cumbre.
El presidente Mauricio Macri señaló que es “una locura” que para organizar un espectáculo deportivo “haya que militarizar prácticamente toda la ciudad”. Los incidentes causaron la renuncia de Martín Ocampo, ministro de Justicia y Seguridad de la capital, del mismo signo político que el gobierno nacional.
Macri afirmó que la cita del G-20 es una muestra del apoyo internacional al país y que el gobierno se esforzará para que “salga bien”.
Minutos antes de comenzar la agenda internacional del G20 pic.twitter.com/vQfNzIjRdX
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) 29 de noviembre de 2018
Días atrás, durante desmanes causados por hinchas de Club Atlético All Boys, violentos habían revoleado vallas sobre impotentes policías.
Dos semanas atrás la vivienda de un juez y el mausoleo de un jefe de la policía en un turístico cementerio fueron el objetivo de supuestos anarquistas que intentaron atacarlos con explosivos caseros y que finalmente resultaron detenidos. Luego se sucedieron falsas amenazas de bomba en distintos lugares públicos.
Es la primera vez que un país sudamericano es sede de una cumbre de esta envergadura, durante la cual llegarán unas 15,000 personas. La responsabilidad para mantener la seguridad recaerá en las fuerzas federales, que serán apoyadas por las de la ciudad.
Los trenes urbanos no funcionarán y el metro permanecerá cerrado. Tampoco operará el puerto de la capital, a orillas del Río de la Plata, ni habrá vuelos comerciales en el aeropuerto situado en la ciudad, que únicamente estará disponible para las comitivas oficiales. La terminal internacional de las afueras de la capital sí operará normalmente.
La zona donde se encuentra el centro Costa Salguero –sede las reuniones– estará vedada a personas y automóviles y en otras áreas se restringirá la circulación. Hasta el martes no se observaba la presencia de uniformados en las inmediaciones del lugar.
Las manifestaciones contra la cumbre preocupan al gobierno, que intensificó la coordinación con las policías y agencias de inteligencia extrajeras. La pasada cumbre del G-20 en Hamburgo transcurrió en medio de enfrentamientos de policías y manifestantes.
En los últimos días aviones de distintos países, como Estados Unidos, aterrizaron en Argentina cargados de equipamiento para preservar la seguridad de los mandatarios.
El gobierno se aprovisionó de vehículos blindados, motos de alta cilindrada y escáneres antiexplosivos comprados a China.
También estableció dispositivos para monitorear actividades radiológicas y nucleares y para detectar explosivos, determinó áreas de exclusión total en los aeropuertos y reforzó los puestos fronterizos.
“Quien se manifieste que lo haga en el marco de la paz y la libre expresión y no en el de la violencia”, afirmó la ministra Bullrich.
Organizaciones políticas y sociales y sindicatos planean marchas contra la cita de mandatarios. El martes se concentrarán en un estadio de un club de fútbol en la capital y viernes se manifestarán en Buenos Aires y otras ciudades en contra del G-20 y del FMI, al que Argentina pidió un préstamo en medio de una crisis por la devaluación de su moneda.
“Quienes se pasen de la raya tendrán que atenerse a consecuencias penales”, advirtió Bullrich.
La violencia ha recrudecido en las protestas en Argentina en un contexto de creciente conflictividad social por la crisis económica.