Diciembre en Bejucal no es un mes cualquiera. Época de tambores, trompetas y cencerros. Tiempo de colorido, multitud, ajetreo y de una conga arrolladora que irrumpe la tranquilidad nocturna diariamente. Una pequeña plaza que aún conserva matices coloniales es el punto de encuentro. Nadie quiere perderse el show, todos desean ser testigos de una celebración ya centenaria, y respirar ese aire carnavalesco que se empeña en regresar cada año. Porque las Charangas de Bejucal siguen aferradas a la existencia, porque todavía defienden su lugar en la cultura nacional, porque simbolizan la mezcla, nuestro origen. Porque son una expresión más del cubano de ayer y de hoy.
Fotos: Norlys Pérez Padrón
Que bueno, que alegria.