Desde que tuve la suerte de sentarme a ver los documentales Tacones cercanos (2008) y El mundo de Raúl (2010, codirigido con Horizoe García), espero ansioso cualquier nuevo empeño, en el documental o la ficción, de Jessica Rodríguez Sánchez-Ponte, nacida en La Habana, en 1986, graduada en dirección por la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisuales, y del Máster en guión de cine y Televisión de la Universidad Carlos III de Madrid. Tacones cercanos y El mundo de Raúl tenían la osadía de darle palabra y protagonismo, respectivamente, a un travesti cruelmente vejado por alguien de paso, y a un fetichista obsesionado con la masturbación.
En España, Jessica se concentró en la experiencia femenina, y en el tema de la violencia, enCrac (2012), y luego codirigió con Shaza Moharam el largometraje Ahlam (actualmente en post-producción). Sin embargo, la actividad audiovisual no le basta, y recientemente publicó su primera novela La bestia y el pueblo, que según un jurado bien autorizado representa “la acertada mezcla entre alta literatura, análisis social y géneros menores que engarzan con las nuevas tendencias literarias”, con un lenguaje “especialmente rico y apropiado”, y el tránsito “por territorios que van desde el exotismo literario del boom latinoamericano, hasta la novela gótica y la serie B”.
En 2013, la directora y guionista disfruta de una beca de creación en la prestigiosa MacDowell Colony de New Hampshire (Estados Unidos), y concluye en Cuba el rodaje deEspejuelos oscuros, su primer largo de ficción, cuyo guión había sido escrito en 2008 mientras que el filme, probablemente, se estrene en algún momento de este 2014.
Quise conversar con Jessica sobre su nuevo largometraje, y el primer tema que surgió fue, precisamente, la extrema dilación que existe entre la fecha de producción de un filme cubano y su estreno.
¿No ha pasado demasiado tiempo de espera para Espejuelos oscuros? ¿Cambió esencialmente el proyecto? ¿Cómo hiciste para mantenerte interesada durante tantos años, y para sobrellevar el riesgo del cambio de opiniones y perspectiva?
Espejuelos oscuros fue el primer guión de largometraje que escribí. Creo que las primeras cosas que uno escribe siempre tienen algo de inocencia, porque todo se hace con mucha fe. Luego he escrito otras cosas, otro guión de largo aún engavetado, y una novela que recientemente publiqué, pero la verdad es que ya sabía lo difícil de sacar proyectos adelante, y tuve en cuenta otros factores como la idoneidad o las facilidades de producción. Espejuelos oscuros fue escrita con mi convencimiento de que se podría filmar. Es una historia creo bastante redonda, nada pretenciosa, con conflictos que se cierran y eso siempre me entusiasmó. Ahora no sería capaz de escribir Espejuelos…, escribiría seguramente sobre otras cosas, pero me ilusionó mucho rodar algo escrito con tanta pasión y tantas ganas. El proyecto no cambió mucho, solo algunas locaciones que tuve que cambiar por problemas de presupuesto.
Luis Alberto García y Laura de la Uz interpretan, cada uno, cuatro personajes en diferentes épocas. ¿Los seleccionaste a partir de que la película se convertiría en una verdadera prueba para sus respectivos histrionismos? ¿Cómo se diferencian los personajes, o es que son en esencia los mismos que pasan de una a otra?
Son grandes actores y, como soy bastante nueva en esto, sabía que ellos me podían ayudar mucho. Tengo que decir que lo que más me ha gustado, incluso, más allá de cuestiones de interpretación, ha sido trabajar con dos actores tan inteligentes. En el trabajo de mesa me hablaban de los personajes como si los hubiesen escrito ellos, los comprendieron muy bien, incluso los enriquecieron con muchos elementos. Esta fue para mí una de las partes más disfrutables del proceso. Los cuatro personajes empiezan a diferenciarse ya desde lo más básico, porque no se hablaba ni se gesticulaba ni se vivía de la misma manera en los años setenta que en los 50 o en el siglo XIX. La vida se entendía de manera distinta. Además, los personajes no pertenecen a las mismas clases sociales. Creo que además de diferenciarlos, un punto importante fue acercarlos. Me interesaba lograr un punto de soledad y estupor, la soledad y el estupor típicos de personas que no saben cómo manejarse bien con las circunstancias que les ha tocado vivir.
¿Por qué el interés por una estructura basada en las continuas retrospectivas? Ese hilo conductor de una mujer que narra, que vuelve al pasado, que recuerda o inventa, no tiene el riesgo de que el narrador carezca de interés, de conflictos? ¿Cuáles son tus motivaciones o experiencias para contar esta historia sobre una mujer que cuenta historias?
A mí de los personajes el que más me interesa es Esperanza, la narradora. Ella es como una suerte de Scheherazada, en su capacidad de narrar radica la posibilidad de sobrevivir ante otro personaje, que tiene la fuerza física, ella tiene la palabra. Los personajes de las narraciones de Esperanza son de algún modo ella misma, por eso los interpreta la misma actriz, Laura de la Uz. Las historias se suceden en cuatro momentos diferentes de la historia de Cuba, y siempre tienen que ver con los conflictos de una mujer entre sus deseos y lo que la sociedad espera de ella. Conflictos de carácter extraordinario aunque estén bajo la piel de mujeres aparentemente mediocres y ordinarias. Me gusta pensar, y sé, que cada uno de nosotros es mucho más complejo de lo que parece. La gente vive y piensa cosas maravillosas que nunca cuenta.
Háblanos sobre el estilo visual de la película y el montaje, y sobre el punto de vista. Una de las cosas que más admiré en tus documentales (Tacones cercanos, El mundo de Raúl, Crac) es la presencia de un punto de vista fuerte y sostenido, coherente. La ficción tiene otras sutilezas. ¿Qué hereda tu largometraje de tus documentales? ¿Puede decirse que tu punto de vista está en el personaje de Esperanza? ¿Cuál es el tema de la película: la capacidad de supervivencia, la marea de la historia, la necesidad de ir en busca de lo que queremos?
El estilo visual va cambiando bastante según la época, hemos querido trasmitir los cambios en la estética a partir también de los recursos cinematográficos. El montaje pretendo que sea bastante invisible, que te permita sumergirte en la historia sin hacerse notar. Tengo que decir que el documental me gusta mucho, y que lo disfruto más en el rodaje porque me da más libertad, también me da más libertad en el montaje, me encanta. En esta película el punto de vista, al menos como lo percibe el espectador, sufre algunos cambios, que me gustaría que se descubrieran viendo la película. Creo que Espejuelos… hereda de mis documentales anteriores la angustia, personajes que están desvalidos aunque nadie lo note. El tema de la película viene a ser algo de lo que siempre he querido hablar: todo lo que se reprime, se potencia, y las cosas suelen ser más terribles y complejas de como se muestran en la superficie muchas veces apacible.
Siempre trataste temas difíciles en tus documentales. ¿En qué consiste el riesgo y la fuerza que le ves a Espejuelos oscuros?
Quizás el riesgo y la fuerza consistan en el acercamiento a épocas que nunca fueron color de rosa. Desde mi punto de vista, me gustaría mostrar la historia de Cuba como me la imagino yo: humana, llena de errores cometidos por todos, y tal vez descubrir que entre los “malos” hay “buenos” y entre los “buenos” hay malos muy malos.
¿Cómo es posible producir en Cuba, con los problemas que afronta nuestro cine, una película de época? En el filme se abarca, de alguna manera, casi todo el siglo XX a través de tres momentos muy complejos. ¿Por qué seleccionaste estas etapas? ¿Qué opinión te merece la carencia de interés por el pasado, por el cine retro, que se percibe en el cine joven cubano?
Entiendo que los realizadores tengan necesidad de contar las complejidades que viven a diario, en la actualidad, que está llena de contradicciones. Y sé que incluso de la realidad que vivimos nos gustaría decir aún más de lo que decimos. Pero a mí me interesaba mucho ponerme en la piel de mujeres cubanas en épocas difíciles, esas mismas épocas que se estudian desde la grandilocuencia, desde la distancia, y casi siempre desde el tamiz masculino, que predominaba en cada uno de estos momentos históricos. Yo me preguntaba por la índole de esas mujeres viviendo guerras y revoluciones. ¿Qué pasaría con esa que quiere encajar en el contexto, para sobrevivir, pero que no puede luchar contra las ganas de hacer lo que siente que está mal, pero que desea con todas las fuerzas del mundo?
¿Qué opinión te merece el cine cubano que se realiza en el presente? ¿Confías en las posibilidades de relevo que representan los jóvenes independientes y los egresados de las escuelas de cine?
Me gusta el cine que hacen los más jóvenes porque se arriesgan más, no desde un punto de vista social, desde un punto de vista estético. Hay nuevas maneras de contar, y eso me gusta: rehuir de los tópicos trillados y las zonas muy comunes, y eso se elude solo a través de la sinceridad que tienen los jóvenes cineastas, las ganas de comerse el mundo, y de decir algo suyo. Entiendo que al hacer un largo, por todo lo que implica, uno quiera ir al seguro, da miedo hacerlo mal y cuesta arriesgarse, pero siendo sincero con lo que realmente quieres hacer, y contar, yo creo que ahí ya has ganado una parte importante. A mí particularmente me gustan mucho más en general, los cortos y documentales realizados en Cuba, que los largos, pero también entiendo que un realizador se sienta más a gusto cuando tiene menos que perder y más libertad.
Al juzgar por la sinopsis, tus personajes en Espejuelos oscuros optan por la realización de sus deseos personales y se apartan, tal vez, de los compromisos con las causas colectivas. Y todo ello me recuerda Hello Hemingway oMadagascar. ¿Qué películas o realizadores te han influido? Si estuvieras obligada a decir que tu película se parece a alguna película cubana anterior, ¿cuál sería esta?
Madagascar me encanta. Fernando es el director cubano de estos tiempos que más admiro. Ojalá pudiera yo hacer algún día algo como Madagascar. Pero Espejuelos… no se parece al cine que suelo consumir, es mi ópera Prima y he decidido ponerme a prueba con lo básico: quiero contar bien una historia, construir personaje sólidos, y que la gente la entienda y la pueda disfrutar. Pensé en Fernando. Él empezó con Clandestinos, que poco se parece al cine que ha hecho después. Espejuelos oscuros es una película narrativa que trata de entretener e involucrar al espectador. Realmente no sé a qué película cubana se parece, la gente me dice “vaya, tres épocas, como Lucía, de Humberto Solás”, y yo contesto “nada que ver, ojalá”. Eso sí, antes de empezar a rodar he repasado mucho cine del que más me gusta: Tres extremos, El regreso, In the Mood for Love, La vida es un milagro o Hierro 3, pero creo que lo hice solo para ver si se me pegaba algo…
Fotos: Hector Garrido
Publicado originalmente en Progreso Semanal