Por estos días, una céntrica cuadra de La Habana vive un ajetreo inusual. En la calle Teniente Rey, a pocos metros del Capitolio Nacional, vecinos de un añejo edificio cargan sus pertenencias en camiones que los llevarán a sus nuevas viviendas, lejos del centro histórico habanero.
Muebles, ropa, equipos electrodomésticos y hasta ventanas y tuberías, suben a los camiones para su viaje hasta San Agustín, en el municipio La Lisa, donde les han asignado apartamentos.
No son mudanzas aisladas: forman parte de un plan gubernamental para desocupar un sitio privilegiado de la ciudad, como parte del programa de desarrollo turístico de la capital cubana. En esa manzana, la del cine-teatro Payret, está prevista la construcción de dos hoteles que cambiarán su derruido rostro y la han convertido en la versión habanera de la manzana de la discordia.
El proyecto, incluido en la Cartera de la Oportunidades para la inversión extranjera en Cuba (2017-2018), ha alimentado la polémica desde hace varios meses, ante la posibilidad de que el antiguo coliseo teatral desapareciera. En diciembre, el Ministerio de Turismo de Cuba (Mintur) aseguró que la construcción en este sitio se encontraba “aún en estudio” y que “en el momento en que proceda”, se decidiría “si el cine se queda o no”.
Sin embargo, hace solo unos días, Eusebio Leal, Historiador de La Habana, despejó la incertidumbre. En declaraciones reproducidas por la prensa cubana, Leal aclaró que el hoy ruinoso Payret seguiría siendo “lo que siempre ha sido, una institución de servicio público” y, a la vez, confirmó que el hotel de igual nombre “efectivamente se construirá en esa manzana”.
No hay, por tanto, marcha atrás. Bien lo saben los vecinos de la zona.
“Todo esto se va a convertir en hoteles, por eso nos mudan”, asegura a OnCuba Pilar Portilla, quien espera turno para trasladarse a su nueva casa, al igual que otros residentes de su edificio, en la esquina de Zulueta y Teniente Rey.
“Ya se ha ido una parte y los que vamos quedando tenemos las cosas listas para cuando nos avisen”, comenta. Su principal preocupación es que, como les han dicho los funcionarios de Vivienda encargados de la mudanza, el cambio le permita ciertamente a su familia ganar en espacio y condiciones constructivas, en comparación con el estrecho y deteriorado lugar donde reside todavía.
Su madre, Rosa Pérez, vive en el edificio desde hace más de medio siglo. En él nacieron sus cinco hijos y ha visto cómo la voracidad del tiempo convirtió los pisos y paredes prácticamente en ruinas.
Reconoce que será extraño para ella dejar el sitio donde ha vivido tantos años, pero está dispuesta a marcharse “con tal de mejorar”. “A mis años, ya estoy acostumbrada [a las condiciones del edificio] –dice–, pero si puedo estar mejor, entonces ¿por qué no? Lo que hace falta es que realmente sea así”.
Los demás vecinos comparten su esperanza. La disyuntiva entre marcharse de su céntrica vivienda o permanecer a riesgo de sufrir un derrumbe, ya está decidida –impulso gubernamental mediante– a favor de lo primero.
Según cuentan, hace más de un año las autoridades les notificaron los planes para la mudanza, que comenzó a finales de 2018. Además de San Agustín, también hay apartamentos previstos en Marianao, afirman.
“Son de diferentes tamaños, según las familias y lo que cada uno tenía. A quien no acepte lo que ofrece el gobierno, porque quiere algo más grande, le dan otra oportunidad, aunque lo ponen al final de la cola –explica Pilar–; lo seguro es que hay que irse”.
Más que rumores
El edificio de Zulueta y Teniente Rey no será el único en evacuarse. Desde hace meses, los rumores de la partida se esparcieron por el entorno, alcanzando incluso otras cuadras. La reconstrucción del Capitolio y la sospechada edificación de futuros hoteles frente a la sede parlamentaria, han sido la chispa de los comentarios.
Pero, mientras la vida continúa con aparente normalidad más allá de la controversial manzana, en ella la metamorfosis es ineludible.
La sala polivalente Kid Chocolate, construida al lado del Payret para los Juegos Panamericanos de 1991 y bautizada como el legendario boxeador cubano, ya está prácticamente desmantelada. Camiones cargan lo poco que va quedando en ella, mientras los atletas que entrenaban allí ya han sido reubicados en otras instalaciones.
Sus últimas horas son de suciedad y abandono.
En la que fuera la casa del fútbol sala en la Isla, y sede de eventos de otros deportes como el boxeo y el balonmano, renacerá el hotel Pasaje, construido en la década de 1870 y derrumbado en los años 80 del pasado siglo, tras haberse convertido en una cuartería.
Las pésimas condiciones de la sala condenaron definitivamente a la Kid Chocolate, que no fue mencionada por Leal en sus aclaraciones sobre el Payret y su manzana.
Como ella, también desaparecerán varios puestos gastronómicos –de venta de sándwiches, refrescos y frituras– y un mercado agropecuario, con entrada por Zulueta y todavía en funcionamiento. Dentro de poco –sus vendedores no saben cuándo– sus plátanos, calabazas y melones tendrán que venderse en otro sitio.
A la izquierda de la polivalente, otro edificio sobrevive por el momento. Ventanas abiertas y ropa tendida en los balcones confirman su vitalidad. Pero, como el resto, tiene las horas contadas.
A su lado, en la esquina de Prado y Teniente Rey, el cráter de una edificación derrumbada resulta un mal presagio. En la valla que lo rodea, un cartel anuncia la construcción del Manzana Payret y el hotel Pasaje, como obras por el 500 aniversario de La Habana.
Fuera de la cerca, no parece haberse construido nada aún, aunque el cartel declara las obras “en ejecución”.
“Todavía no nos han dicho cuándo nos vamos ni para dónde”, comenta a OnCuba Amelia, una de sus vecinas. Ella, como otros residentes del lugar, conocen los planes hoteleros para su entorno y esperan tener mejor suerte con sus futuras ubicaciones, quizá más cercanas a La Habana Vieja que las asignadas a otros.
“Este edificio está en mejores condiciones que el del fondo –dice en referencia al de Zulueta y Teniente Rey–, por eso empezaron las mudanzas por allá. Eso debe servir de algo.”
Sus argumentos no parecen injustificados. Un vistazo al interior del edificio lo descubre más sólido y mejor conservado que el otro. Sus escaleras pueden subirse sin temor, como alternativa a un elevador añoso, pero aún funcional. En la planta superior, una casa de renta ofrece a los turistas una vista excepcional del renovado Capitolio habanero.
Más arriba, en la azotea, modernos tanques de agua coexisten con una sucesión de antenas, muy cerca de las ruinas colindantes.
“No es fácil tener que irse de aquí, por nosotros y por el negocio –afirma Madelyn, dueña de la casa de renta–. Si nos mudan de La Habana Vieja, ya no sería igual. Esta es la mejor zona para alquilar.”
Su esposo, Luis, prefiere no precipitarse. Asegura haber vivido sus 50 años en ese edificio y haber presenciado las diferentes mutaciones de la manzana, entre ellas el fin del anterior hotel Pasaje.
Cuenta que ofreció ayuda a las autoridades para arreglar la fachada de su edificio, pero finalmente no fue considerada. “Lo hubiera hecho, aunque ahora tuviera que irme”, dice.
En su opinión, lo más sensato es esperar la propuesta del gobierno “para saber bien qué hacer”. Si le dan a escoger, preferiría quedarse, pero presume que esa opción no estará sobre la mesa. Tampoco cree que la mudanza sea inmediata.
“Ya todo arrancó y no creo que lo echen para atrás. Vamos a ver qué nos dicen cuando nos reúnan [a los vecinos], cuánto nos escuchan. Por el momento, sigo viviendo donde nací, frente al Capitolio. Veremos hasta cuándo.”
Uno pensando que cuando se derumbaba un edificio y no construian otro era por mala planificacion o por que no habian recursos,pero para mi la verdad sale a la luz,todo estaba planificado,la Habana la quieren despoblar para convertirla en una ciudad turistica.
A eso se le llama proceso de gentrificación, se saca a la gente pobre de los lugares valorizados y se construye o remodela para la gente de plata, en este caso turistas pero no duden que en algún momento construyan apartamentos de lujo. el pobre: a los arrabales de la ciudad.
Es un proyecto ambicioso y encubierto que será ejecutado a largo plazo y que al parecer se extenderá alrededor del Capitolio Nacional. Tengo algunos conocidos que viven en la calle Barcelona, muy cerca de la esquina con Industria, cuyo edificio está en mejores condiciones que los que han sido demolidos o despoblados, y están advertidos, hace muchos años, que a ellos podría pasarle lo mismo. Que los sacarán de ahí, pues con el “traslado” definitivo de la Asamblea Nacional del Poder Popular esos edificios aledaños y de valor patrimonial agregado por su caracter republicano, es decir, de una calidad y durabilidad arquitectónica y constructiva notable, serían dedicados a “oficinas” del Consejo de Estado e instancias análogas. La gentrificación va sí o sí. La buena noticia, al menos para los que vivían en las cuarterías de los alrededores, es que quizás recibirán una casa en mejores condiciones de salubridad, aún cuando no tengan una ubicación tan céntrica. Del lobo un pelo.
Cuando una persona es propietaria legal de su casa, tiene derecho a permanecer en ella. Los van a presionar de mil formas, sobre todo con miedo “si no aceptas esta oferta vas para el final de la cola…”, pero legalmente no creo que los puedan sacar a la fuerza. Los que son propietarios tienen un poder de negociación diferente, que deberían utilizar.
Muy interesante su artículo, gracias por la aportación. ¿Dónde podría encontrar más información al respecto?, gracias de antemano.