Nací en 1976. Cuentan mis padres y mis abuelos de la crisis de entonces, de la dificultad para encontrar desde la malanga, tubérculo base de las papillas saladas para bebés en Cuba, hasta los jabones para hervir y lavar mi ropita. Con todas las carencias, fui una niña muy, muy feliz. Tal vez eso me convirtió en esta mujer tan frugal, creo que de alguna manera feliz.
Sirva esta introducción para dejar claro que ninguno de los artículos que describiré a continuación son vitales ni imprescindibles para la felicidad de madres, padres ni criaturas. Sin embargo, no niego el desarrollo con sus mejoras en la calidad de vida de los que lo puedan disfrutar. Es por esto último que quiero contarles de los inventos que me han facilitado, hasta aquí, esta maternidad trabajadora y sin licencia.
Este es un Martazos para las familias y amigos, tanto como, para emprendedores y responsables de lo que se compra en el extranjero para el consumo nacional. Además, para los que gestan la política de precios cubana como una demanda para que se quiten los altos impuestos a los productos relacionados con la infancia, una medida que quizá contribuya indirectamente al aumento de la natalidad, en este país que envejece.
Fular
No seré muy explícita porque ya escribí un Martazos sobre su uso y ventajas.
Solo quiero apuntar que cuando salimos con Nina en él, tengo que ir diciendo que vamos con bebé para que nos abran paso, porque las personas no están acostumbradas a esta forma de portarlos.
Cuna sidecar
También he sido explícita en las ventajas de colechar con este aditamento en otros Martazos. Se puede fabricar en Cuba. Se emplea menos madera que la necesaria para una cuna y ya existen emprendimientos que hacen los colchones a la medida.
Mochila de maternidad
Tengo un bolso de maternidad hermoso y útil, hecho con las manos de la madre de Julia, una gran amiga uruguaya. Julia y yo compartimos haber sido madres más o menos por las mismas fechas del año pasado y similares bolsos de maternidad. Valoro mucho este regalo artesanalmente construido. Mientras, mi espalda y hombros reconocen que la mochila que me regaló Yaima Pardo es la comodidad. Pequeña, con mil compartimentos donde entra todo, reparte muy bien el peso para mi espalda cansada y deja mis manos libres.
Protectores de mama de algodón y desechables
Tradicionalmente vi a mujeres usar los pañales de gasa para protegerse de la leche que sale a gotas o chorros de sus tetas. Así me preparé yo, hasta que llegó Lily Suárez con protectores mamarios, hechos de algodón por mujeres emprendedoras argentinas. Se podrían hacer en Cuba para uso personal y para su venta a precios módicos.
También descubrí, gracias a Yunior Santiago y Sumi, los que fabrican desechables, parecidos a las íntimas o almohadillas sanitarias.
Ajustadores para dar de mamar
Nunca usé ajustadores. Así que ni idea de estas prendas. Cuando Sumi llegó con dos de los que ella había usado, pensé que nunca llenaría el espacio. Pero lo hice, y más. Luego Rosario donó otros y unas camisetas que bajo el mismo principio me permiten dormir sin pasar frío.
Cama mochila
La heredamos de Dani. Es una especie de camita y balsa salvavidas. Con ella tomamos el sol y la llevamos por la vida para que Nina duerma, descanse. Se puede poner encima de mesas, sofás, césped o el suelo de la azotea… Es lavable y acolchonada. Es fabricable por las manos de conocedores del arte de la costura.
Gimnasio
También escribí del gimnasio donado por Mia, que le permite a Nina hacer sus ejercicios como un juego divertido y con cierta independencia. A mí, tener las manos libres para otros malabares. Estimula su visión, su audición, sus brazos, sus piernas, cuello… todo. Al menos la manta sobre la que se recuesta el bebé es realizable artesanalmente en Cuba.
Hamaca para baño
La trajo de regalo Laura hace apenas 2 días y se acabó el estrés del baño. Nina pesa unas 15 libras que ya no tenemos que cargar resbalosas en brazos. Permite también que no se acumule agua en sus genitales durante el baño. Con alguna solución local para los enganches plásticos que la fijan a la palangana, me parece viable su fabricación artesanal.
Óleo calcáreo
Es una cremita cuyo ingrediente principal le da nombre. Permite la limpieza profunda. De ser comercializada en la isla, quizá no habría optado por las toallitas húmedas. Pero tengo 2 frasquitos, que nos regalaron María Marta Mingo y Camila Berazaín, que cuido para cuando, como ahora, no tenemos las toallitas. Se aplica con paño de algodón reciclable. Yo con algodón de la farmacia, que me dona Margarita, una de las abuelas de Nina.
Pañales de bambú
Capó y Rosa María llegaron con este hallazgo: “un amigo cineasta los compra para su hijo por economía y ecología”, me dijeron. Yo me enteraba con ellos, como de casi todo lo que significa consumo, aunque sea ecológico.
No se producen ni se venden en Cuba, donde solo aparecen marcas malas y caras. Los pañales desechables que se venden aquí tienen químicos que pueden dañar al bebé a corto y largo plazo.
Esta vez llegaron por mis amigos Aline Castellanos, Darío Garrido, desde México con Patricia, y Calia Álvarez, mi hermana cubana en su primera visita a la isla, tras su emigración hace 17 años. El protector de tela y los rellenos pueden ser fabricados artesanalmente por manos conocedoras. El papel no es vital.
Su hija es una niña “shopping”…ya voy entendiendo.
Kurt Turing usted al parecer no entendió el texto. La autora dejó bien claro que ninguno de los artículos que describe “son vitales ni imprescindibles para la felicidad de madres, padres ni criaturas. ” Por otra parte, si se fija bien notará que muchos de ellos los adquirió gracias a la solidaridad de amigXs. No soy partidario ni defensor del mercado, pero tampoco niego la utilidad de los artículos descritos. Por otra parte, en nuestras tiendas de recaudación de divisas se comercalizan muchos de ellos, a precios bien lejos del salario promedio y no siempre con la mejor calidad.
El problema Yadiel es que en un país donde la mayoría de sus compatriotas tiene que hacer un esfuerzo épico para comprarse una botella de aceite de mala calidad, mencionar estos artículos clasifica fácilmente como un lujo que en las circunstancias cubanas se alcanza por una buena posición social, amigos en buena posición para conseguirlos, en fin “buena posición”. ¿En que ayuda a la mayoría de las madres cubanas, que no van a tener acceso a estos productos, saber que a su defendida “le facilitaron la vida”? ¿Que cosa es esto, vanidad, ostentación? Tal vez yo me equivoque de sitio de noticias, ¿es este el Vanity Fair cubano? Sorry.
Qué lástima que el bienestar de las mujeres y la ayuda las personas que crían bebés se consideren un “lujo burgués”. Y qué lástima que dé flojera leer los párrafos hasta el final, donde clara y puntualmente se menciona la fabricación artesanal.
¿Kurt Turing ya usted le envió sus consideraciones a la Ministra de Comercio Interior? Para mi Vanity Fair cubano serían las vitrinas de una buena parte de las tiendas de recaudación de divisas en las que se ofertan productos con precios 5 o seis veces por encima de su valor real, totalmente inaccesibles para gran parte de las familias cubanas y que en no pocas ocasiones carecen de valor utilitario.