Hace dos semanas un escándalo académico estremeció los cimientos de Estados Unidos. Centenares de estudiantes de familias de altos recursos económicos han literalmente comprado su ingreso a las universidades a reclutadores que falsificaron sus exámenes de ingreso, atribuyendo notas más altas que las realmente habían obtenido.
El escándalo tuvo como figuras emblemáticas a dos conocidas actrices que llegaron a pagar entre 50,000 y 500,000 dólares por el acceso de sus hijas a un sistema universitario que se caracteriza por ser muy exigente para el ingreso de estudiantes ya que exige un puntaje muy alto en las pruebas de admisión.
Pero ese caso se vuelve más llamativo ahora que la revista Science News revela que varios estudios han detectado que entre los estudiantes de enseñanza secundaria, aquellos de familias de bajos ingresos se encuentran académicamente entre tres y cuatro años rezagados en relación a sus colegas de familias pudientes.
Un análisis de las pruebas estandarizadas que se realizaron a más de 2,7 millones de estudiantes de escuelas intermedias y secundarias durante casi 50 años sugiere que los programas federales de educación destinados a cerrar esa brecha se están quedando cortos, según informó el 18 de marzo la Oficina Nacional de Investigación Económica.
Logros mediocres en la escuela secundaria conducen a un menor potencial de ingresos durante la adultez, dice el coautor Eric Hanushek, economista de educación en la Universidad de Stanford. “La próxima generación se parecerá mucho a esta generación. Los niños de familias pobres se harán pobres ellos mismos”.
Un estudio ampliamente citado en 2011, también en Stanford, mostró que la brecha en el rendimiento se amplía entre los niños nacidos a mediados de los años setenta y los nacidos a principios de los años 2000. Pero Hanushek afirma que su estudio sugiere que la brecha se mantiene constante, no está empeorando, como se creía.
El economista analizó los resultados de cuatro programas diferentes realizados en Estados Unidos en diversos intervalos entre 1971 y el año 2015 para evaluar a los adolescentes en Matemáticas, Lectura y Ciencias. En total, revisaron 98 exámenes que evaluaron a niños de 13 a 15 años y de 17 años.
Pruebas estandarizadas
Para clasificar a los estudiantes por nivel de ingresos familiares, los investigadores se basaron en las encuestas demográficas realizadas junto con las pruebas estandarizadas que incluían información sobre los niveles de educación de los padres y otros indicadores de estilo de vida.
Por ejemplo, tener en casa un lavaplatos en la década de 1950 fue visto como un indicador de riqueza. Los indicadores más recientes de riqueza incluyen si un estudiante tiene su propio dormitorio o una computadora personal.
Según los autores, los resultados de los exámenes de los estudiantes de 17 años determinaron que aquellos que se encuentran en la categoría del 10 por ciento de los ingresos más bajos, están demasiado lejos de los que pertenecen al 10 por ciento de los de mayores ingresos. La diferencia es abismal. El estudio reveló que la diferencia de conocimiento académico es de tres a cuatro años entre ricos y pobres.
Mientras tanto, los puntajes generales de las pruebas no se modificaron para los jóvenes de 17 años durante el período de estudio. Mejoraron ligeramente para los jóvenes de 13 a 15 años, pero los estudiantes con los ingresos más bajos aún así obtuvieron calificaciones mucho más bajas que los estudiantes con los ingresos más altos.
La conclusión del estudio es clara. Aunque los programas federales para estudiantes más jóvenes han sido útiles, incluido el preescolar Head Start para familias necesitadas o la iniciativa No Child Left Behind, que establece estándares académicos y programas de evaluación para los grados 3 a 8, la situación no se ha estabilizado como se esperaba.
menos mal que en USA al menos hay ricos, que en Cuba todos son pobres.
En Cuba si hay ricos, es una pequeña minoría de la clase privilegiada y la diferencia para con los pobres debe ser como de 20 años. Mientras los unos viajan en primera clase con ropa y utensilios de marca a Paris, Nueva York o Madrid a derrochar el dinero “del pueblo” en compras, comida y diversión, los otros ( q son la mayoría) padecen hambre y necesidades y abundantes carencias hasta de libertad y derecho. Pero ante el mundo todos somos iguales, muy iguales.