La vedette cubana Amelita Vargas murió a los 91 años la noche del sábado 20 de abril en Buenos Aires, debido a complicaciones de salud agravadas en las últimas semanas, según comunicó a OnCuba Alejandro Ojeda, amigo cercano de la artista.
Amelita Vargas, cuyo nombre es Amelia Graciela Vargas Ipaneca, fue junto a Blanquita Amaro, María Antonieta Pons o Ninón Sevilla, una de las vedettes cubanas más famosas entre los años cuarenta y cincuenta.
Nacida en 1928, en La Habana, Vargas se presentó a los 12 años en la Corte Suprema del Arte para comenzar así una carrera vertiginosa en el extranjero.
Llegó a México acompañada de sus padres, en 1941, y fue frecuente en El Patio, que entonces era el mejor centro de espectáculos de la ciudad. Allí conoció y trabajó con Pedro Vargas y Mario Moreno (Cantinflas).
En los Estados Unidos, el club Copacabana, de San Francisco, le abrió las puertas poco después.
En 1946, filmaba en Hollywood con Edward H. Griffith, quien le permitió trabajar con estrellas como Pat O’Brien y Ruth Warrick. También conoció o hizo amistad con artistas diversos como Rita Hayworth, el cubano Chano Pozo o el argentino Tito Guizar, uno de los amigos que le tendió la mano entonces.
Al año siguiente llegó a Buenos Aires donde acabó instalándose para dejar una huella profunda y acercar las naciones cubana y argentina a través de su arte.
En Argentina, la tierra que fue de Vargas su segunda patria, filmó por lo menos 23 películas entre las que sobresalen Con el diablo en el cuerpo (1947), Arroz con leche (1950), Ritmo, amor y picardía (1955) y Luces de candilejas (1956). También mantuvo una activa vida teatral con musicales como el que le abrió las puertas, Se acabó el jabón, tema musical que canta en el filme Novio, marido y amante, de Mario Lugones.
Junto a Blanquita Amaro, Amelita Vargas fue la vedettes más convocante en Buenos Aires durante los años 50. Ambas realizaron una gira en los setenta que la puso de regreso a los escenarios de los cuales llevaba pocos años retirada.
En 2005, el Museo de Cine Porteño le ofreció un homenaje junto a Mirtha Legrand, Amelia Bence y Elsa Daniel. Al año siguiente también fue distinguida por la Asociación de actores junto al actor Enrique Pinti.
En enero pasado, Amelita Vargas recibió a este redactor en su casa del barrio de Belgrano donde evocó para este sitio recuerdos de su vida.
Pocas semanas después su salud, ya frágil, comenzó a empeorar obligándola a un largo internamiento en la Clínica de Colegiales, donde falleció el sábado 20 sobre las 11 de la noche.
Tenía al morir 91 años y aunque no había vuelto a Cuba, se consideraba tan cubana como argentina; una había sido la tierra donde nació, la otra la que le convirtió en reina de los espectáculos, la música cubana y el baile para el que nació.