No podría recordar cuándo fue la primera vez que me crucé con Juan y Germán. Quizás fue en alguna de las masivas marchas por el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia que se conmemora en Argentina cada 24 de marzo. Ese día, pero de 1976, se instauró en el país la última dictadura cívico-militar-eclesiástica.
También es muy probable que nos conociéramos durante las múltiples protestas contra el ajuste, los despidos y el tarifazo instituido por el gobierno de Mauricio Macri. Pero perfectamente pudo haber sido también en alguna de las marchas del Orgullo LGBTIQ, realizadas en Buenos Aires.
En fin, no estoy seguro de dónde o cómo fue nuestro primer encuentro. Nuestra relación se fue tejiendo siempre en la calle, en medio de alguna manifestación. Solo cruzamos algunas palabras, sonrisas y abrazos fraternos en medio de la multitud. Siempre breve. Ellos, resguardados por paraguas gigantes y multicolores, a donde te invitan a pasar y a despojarte de cualquier diferencia y prejuicios. Yo, siempre detrás de mi cámara.
Basta intercambiar un par de palabras con Juan y Germán para darse cuenta de que uno y el otro se complementan.
A simple vista saltan diferencias: Germán es extrovertido, con muy buen sentido del humor, alto y corpulento. Juan, por su parte, es más bien menudo, lozano, aparentemente callado y con sonrisa pícara. Sin embargo, fue Juan quien en el verano de 2012, en una discoteca en Mar del Plata “fichó” a Germán. Luego de unos meses sin olvidar su rostro lo rastreó por las redes sociales y lo invitó a salir. Después de un tiempo de una relación de amistad, en 2013, se hicieron novios y comenzaron una vida juntos.
Hace unas semanas Germán le propuso matrimonio a Juan. Me llamaron ebrios de gozo los dos para contarme la buena nueva e invitarme al convite. Antes, me propusieron hacer una sesión de fotos por algunos lugares emblemáticos de la ciudad. La idea consistía en retratarlos mientras se vestían con la ropa que usarán el 20 de julio, fecha de la ceremonia matrimonial.
De esta forma partimos desde las inmediaciones del Congreso de la Nación, donde en 2010 se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario, primera en América Latina, que reconoce ese derecho entre personas del mismo sexo. Ahí usaron medias y ropa interior.
Fuimos en busca de camisas y corbatas a la Avenida 9 de julio, a unas cuadras del monumento de Eva Perón, emplazado en la fachada del edificio del Ministerio de Obras Públicas.
Los pantalones aguardaban en las puertas del Cabildo de Buenos Aires, escenario de la Revolución de Mayo de 1810.
Cruzaron hacia la emblemática Plaza de Mayo, en donde desde hace 42 años madres a las que los militares le arrebataron y desaparecieron a sus hijos, y rondan con pañuelos blancos. Y ahí se calzaron los zapatos, se pusieron los sacos y abrieron su paraguas multicolor.
Foto: Kaloian.Finalmente y por ser devotos religiosos, terminaron el recorrido en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, principal templo católico de Argentina y lugar donde descansan los restos del general José de San Martín, uno de los próceres insignes de América.
“Luego de compartir muchas cosas, de estar muy enamorados, estamos organizando nuestra boda. Es un paso más para la consolidación de nuestra relación. Por suerte en Argentina militamos y conquistamos la Ley de Matrimonio Igualitario. Estar casados nos permite proyectar nuestra casa propia y, en un futuro, hasta poder adoptar un hijo o una hija”, me cuenta Germán visiblemente emocionado.
La pareja no se queda solo en militar a favor de las conquistas de la comunidad LGBTIQ sino que encontraron en la política un punto en común, una herramienta de transformación.
“Somos fervientes creyentes de la igualdad. Defendemos los derechos de todas y todas. Donde creemos que hay algún derecho vulnerado ahí estamos nosotros y marchamos con nuestros paraguas”, dice Juan, al tiempo que Germán añade: “creemos en el empoderamiento popular tanto como en el amor. Por eso, para combatir la ignorancia, la homofobia, las desigualdades sociales… adoptamos como filosofía y actitud ante la vida que el amor vence al odio”.
Kaloian: lo interesante de leer tus crónicas y apreciar tu ya imprescindible archivo fotográfico es la diversidad de temas que tocas y que le das un sentido universal y a la vez humano. Felicidades hermano.