Diez candidatos compitieron por la atención de la nación durante el primer debate de los demócratas en Miami, Florida.
La senadora de Massachusetts Elizabeth Warren dominó la apertura. Pidió un cambio fundamental en la economía de Estados Unidos y el fin del sistema de seguros privados. Fue la candidata más votada en el escenario. Los moderadores de la NBC trataron repetidamente de atraer a sus rivales para desafiar sus políticas liberales.
Pero según observadores y expertos, en gran medida dejaron pasar esas oportunidades, incluso cuando Warren quedó prácticamente sola en su visión sobre la industria de la atención médica.
El debate comenzó cuando la moderadora Savannah Guthrie le preguntó a Warren si sus planes –universidad gratuita, cuidado infantil universal y atención médica– perjudicarían una economía en auge.
“¿Para quién está trabajando realmente está economía?” — respondió. “Lo está haciendo muy bien para una porción delgada y más delgada en la parte superior”.
Fue una pregunta fácil para ella, y su respuesta fue repetida por otros demócratas.
“Donald Trump simplemente se sienta en la Casa Blanca y se regocija con lo que está sucediendo, cuando hay tantas personas con problemas para pagar la Universidad y para pagar sus primas”, dijo la senadora de Minnesota Amy Klobuchar.
El ex representante Beto O’Rourke, de Texas, quien se hizo una figura nacional al contender con Ted Cruz en las últimas elecciones de medio término, criticó la reducción de impuestos de Trump como parte de “una economía que está amañada a las corporaciones y a los más ricos”.
Tim Ryan, que representa varias áreas industriales en declive en Ohio, dijo: “Este problema del que estamos hablando ha estado ocurriendo durante cuarenta años”. Solo el ex representante John Delaney, de Maryland, no estuvo de acuerdo. Dijo que muchas de las promesas de Warren no eran realistas.
El punto de mayor contraste con Trump fue, sin dudas, el de la inmigración. Pero el problema también mostró divisiones significativas entre sus rivales, en especial entre los dos tejanos encima del escenario.
El ex secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano de la administración Obama, Julián Castro, se afirmó como líder en inmigración. Apuntó con firmeza a O’Rourke por no proponer la despenalización de la migración ilegal en su plan de inmigración. “Si realmente deseamos cambiar el sistema, tenemos que cambiar esa sección de la ley federal”, dijo Castro.
O’Rourke dijo que quería mantener la disposición para que las autoridades pudieran perseguir a los traficantes de drogas y personas. Pero Castro lo interrumpió y dijo que leyes separadas podrían usarse contra esos crímenes.
Varios contendientes, entre ellos Warren, Cory Booker y el gobernador de Washington, Jay Inslee, han suscrito el enfoque de Castro.
La diversidad del moderno Partido Demócrata se reflejó en el escenario: tres mujeres, un hombre negro y un mexicano-americano compitiendo por la nominación presidencial. Todos los candidatos se aseguraron de dirigirse a la base del partido, cada vez más joven y menos blanca.
Desde aquellas elecciones presidenciales que llevaron a William Clinton al poder ejecutivo, el uso del español ha sido creciente en las carreras hacia la Casa Blanca, no solo mediante el empleo de infomercials políticos que tratan de persuadir al receptor con las razones por las cuales los hispanos/latinos debe votar por los demócratas, sino también en este tipo de eventos.
Miami no fue la excepción. En su declaración inicial, O’Rourke mostró un español bastante fluido. Booker respondió con su español durante una discusión sobre inmigración, y también señaló que probablemente sea el único candidato que vive en una comunidad pobre, predominantemente minoritaria (Newark). Castro habló en español durante su declaración final. Dijo que había que decirle “adiós” a Trump.
AP / OnCuba