La desgarradora imagen de la bebé que murió ahogada junto a su padre en el Río Bravo ilustra los riesgos que los migrantes están dispuestos a tomar para llegar a Estados Unidos ante las cada vez más estrictas políticas del gobierno del presidente Donald Trump para impedir su ingreso.
Para muchos de los migrantes que intentan llegar al país es cuestión de esperar, esperar y esperar un poco más para recibir la autorización de ingresar, a menos que intenten forzar las cosas y crucen la frontera, una decisión peligrosa y, en ocasiones, letal, que involucra adentrarse en el abrasador desierto o vadear el Río Bravo (o Grande) y sus corrientes engañosas.
Aquí un vistazo a cómo los migrantes intentan llegar a Estados Unidos y lo que encuentran:
Hay dos formas
Cientos de miles de personas han llegado a la frontera en los últimos meses, muchas de las cuales son familias que huyen de la violencia y la pobreza en Centroamérica. Una vez que llegan a la frontera, pueden tomar caminos distintos para intentar ingresar a Estados Unidos.
Una manera es presentarse en los cruces fronterizos oficiales, conocidos como puertos de entrada, y solicitar asilo. Eso representa el inicio de un proceso legal que a menudo toma años, y en el cual deben demostrar un temor fundamentado de persecución en su país de origen.
Pero el gobierno de Trump ha implementado una medida a lo largo de toda la frontera que limita el número de solicitudes de asilo que se reciben a diario en los puertos de entrada. Es conocida como “dosificación” y ha creado enormes filas y una espera de meses a personas que aguardan en territorio mexicano, a menudo asediado por la violencia y el narcotráfico, tan sólo por una oportunidad de pedir asilo.
Por ejemplo, en el cruce fronterizo cerca de San Diego se procesan a diario a unas 80 personas. En otras ciudades, pasan días sin que se acepte una nueva solicitud.
Varias ciudades fronterizas de Estados Unidos tienen sus propias listas de espera. Un estimado reciente señaló que la cifra total es de unas 18.000 personas que están a la espera.
Y la lista de espera no es la única medida del gobierno estadounidense para mantener a los migrantes en México.
Bajo una política anunciada en diciembre, muchos de los migrantes que solicitaron asilo deben esperar en México en lo que sus casos avanzan por las cortes migratorias de Estados Unidos. La medida aplica principalmente a personas procedentes de Centroamérica.
Previamente, a muchas de las personas que solicitaban asilo se les permitía ingresar a Estados Unidos, en donde o eran detenidos o se les liberaba dentro del país en lo que sus casos avanzaban por el sistema, un proceso que puede tomar meses o años, lo que les permitía a muchos de los migrantes desaparecer dentro del país.
Como resultado de la nueva política de Trump, más de 14.000 solicitantes de asilo esperan en México a que se decidan sus casos.
Pero muchos se frustran por la larga espera o ni siquiera se molestan en formarse. Así que toman otra alternativa: Cruzan la frontera —abierta o clandestinamente— fuera de los puertos oficiales de entrada y se entregan a los agentes de la Patrulla Fronteriza, que proceden a detenerlos en instalaciones dentro de Estados Unidos.
En el caso de los dos migrantes salvadoreños que fueron captados en la fotografía, Óscar Alberto Martínez Ramírez y su hija Valeria, decidieron cruzar el Río Bravo después de esperar durante dos meses en México para solicitar asilo, de acuerdo con diversos reportes de prensa.
Custodia de la patrulla fronteriza
Cuando los migrantes caminan o se escabullen hacia el lado estadounidense de la frontera son arrestados, y los agentes de la Patrulla Fronteriza los llevan a centros de procesamiento, que incluye una inspección de salud y una revisión de antecedentes penales.
Debido al abrumador incremento en el número de migrantes, la Patrulla Fronteriza ha abierto varias instalaciones temporales para su detención y procesamiento. Inspectores gubernamentales y abogados reportan que esos lugares están sumamente sobrecargados.
Un reporte reciente del inspector general sobre un centro de procesamiento en El Paso reveló que había hasta 900 personas hacinadas en un espacio diseñado para menos de 200. Algunas personas estaban de pie sobre retretes y muchas de ellas llevaban varias semanas ahí.
Los inmigrantes se refieren a las estaciones de la Patrulla Fronteriza, generalmente el primer lugar en el que son detenidas, como “hieleras” por sus bajas temperaturas. A los centros de procesamiento los llaman “perreras”, por estar rodeadas de rejas.
Se supone que las personas que están bajo custodia de la Patrulla Fronteriza deben ser liberadas en un lapso de 72 horas, pero en realidad quedan detenidas por mucho más tiempo.
¿Qué sucede con los niños?
El gobierno cuenta con dos categorías para los menores de edad que llegan a Estados Unidos, y se les trata de manera distinta: Existen los menores sin compañía de un adulto y los que llegan a la frontera con sus padres. Los niños que llegan acompañados de un familiar que no sea su padre, a menudo son separados y se les trata como menores sin compañía adulta.
Se supone que los menores no acompañados de un adulto deben ser transferidos al Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS por sus iniciales en inglés), que contrata a varias compañías y organizaciones sin fines de lucro para administrar los albergues en los que permanecen los jóvenes hasta que un trabajador social encuentra a un familiar apropiado o a uno de sus padres en Estados Unidos, para entregarles la custodia.
Pero el creciente número de menores no acompañados —la cifra fue de unos 11.500 tan sólo en el mes de mayo— ha agotado los recursos del HHS, por lo que no ha podido acoger a los niños tan rápido como solía hacerlo, indicó la agencia. Eso significa que los menores permanecen semanas en las instalaciones de detención de la Patrulla Fronteriza. Desde diciembre, cinco niños han muerto después de ser detenidos por la Patrulla Fronteriza.
Abogados que entrevistaron a niños en una estación de la Patrulla Fronteriza en Clint, Texas, describieron condiciones insalubres, así como niños hambrientos y enfermos.
En cuanto a las familias con niños, por lo regular se les mantiene juntos durante varias semanas en instalaciones del gobierno y posteriormente son liberados en el interior del país para que esperen una decisión sobre sus solicitudes de asilo. A menudo son colocados en albergues o con organizaciones no gubernamentales en ciudades fronterizas; otras veces son llevados a estaciones de autobús, dejándolos a su suerte.
Grupos religiosos y otras organizaciones han intervenido para ayudar a algunos de ellos. En Phoenix, por ejemplo, trabajadores de ayuda se presentan en la estación de autobús para ayudar a facilitar pasajes o llevar a los migrantes a un refugio.
Después de ser liberados por el gobierno
Muchas familias son liberadas dentro de Estados Unidos para que vayan a residir con familiares o amigos. Se les requiere que informen al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) de su paradero y su caso migratorio se transfiere al tribunal más cercano.
Las familias deben presentarse en la corte en la fecha de audiencia que se les otorgó. Las cifras demuestran que la mayoría lo hacen, pero el sistema judicial tiene tal acumulación de trabajo que podrían pasar años antes de que se resuelva su caso de asilo.
Este pais es grande , bastante hace en el trato a los imigrantes ilegales, en otros paises ni siquiera aceptan solicitudes, que pasaria con estos imigrantes en varios paises de Europa? los deportarian en menos de lo que canta un gallo.