Alberto Tosca falleció el 14 de agosto de 2018. Pocas semanas antes de su repentina muerte lo visité con frecuencia en casa de su amigo y colega, el trovador Samuel Águila –donde residía en aquellos meses– y conversamos largas horas sobre el arte, la religión –era Babalawo– y la vida, sobre esa Cuba que su generación de trovadores “siempre soñó con ayudar a mejorar”.
Tosca, que en esos momentos trabajaba en un disco en que otros artistas versionaban sus canciones, me habló de la Nueva Trova, de su hijo el músico Axel Tosca, de la obra de los juglares más jóvenes, entre tantos temas que acompañaba con bromas, canciones y recuerdos que guardaba como una especie de amuleto espiritual.
De aquellos encuentros nace esta entrevista, que permanecía inédita y que sale a la luz con el propósito de que su obra no pase al olvido, de que se recuerde como merece la influencia de este trovador, a quien debemos clásicos como “Paria”, “Sembrando para ti”, o “Canción para despertar a mi amor”.
¿Cómo percibes la escena musical cubana?
La gente está trabajando para buscar mucho dinero. Yo tengo una prudencia de sacerdote, por eso no voy a pronunciar nombres. Hay muchas personalidades y personitas que solo buscan dinero. Yo soy de una generación que tocaba sin ver un peso lo mismo en La Casa del Joven Creador que en el Parque Almendares. Nosotros ni preguntábamos si iban a pagar o no. No conocíamos las tarifas de nada.
En el Centro de Música de Concierto había que cumplir una norma y trabajábamos para el salario. Nosotros luego atravesamos el periodo especial. No había dónde cantar en esa época porque no había quién pagara, pero teníamos que cantar en esa época para poder vivir en medio de esa crisis. Por eso también entiendo los cambios que se han producido en la manera de ver en algunos la música como una manera de buscar ganancias.
Muchos músicos se quejan de que cuando terminan un fonograma no alcanzan la promoción debida, ni siquiera cuando ganan premios como el Cubadisco…
Pienso que para comercializar nuestra música tenemos que encargarnos de que sea buena, y los que hacen otro tipo de canciones deben hacerlas bien para robustecer el espíritu de la población cubana, que sea una obra trascendente para que represente a nuestra cultura en el mundo.
Por su parte, los funcionarios tienen que estudiar y actualizar sus mecanismos, no creer que Cuba es el non plus ultra y que tenemos todos los mecanismos funcionando. Si no nos integramos a la bolita del mundo, a lo que está pasando, tendremos las mismas dificultades.
La piratería ha acabado con grandes disqueras y YouTube es ahora más importante que un disco. Cuba es un país lleno de artistas, producimos en las escuelas de arte mucho talento y a veces parece que no sabemos qué hacer con eso. Yo vi a mi hijo Axel participar en el Concurso JoJazz y antes del premio hacía en su escuela eventos competitivos en el nivel medio, y descubrí a unos niños tocando tremendo piano, con una maestría tremenda. Esta tierra esta bendecida en ese sentido.
Recuerdo antes, cuando escuchaba radio, ponían a todos los artistas, sobre todo a los de mayor calidad. Se escuchaba a María Teresa Vera, Pacho Alonso, Los Zafiros, Beatriz Márquez, Los Meme, Pello el Afrokán. Creo que no tenemos derecho a quejarnos sobre la promoción, sino que debemos enfocarnos en hacer bien nuestro trabajo, con excelencia, con calidad y creo que el azar y la suerte te van a acompañar.
¿Te resulta interesante la obra de algún joven trovador cubano?
La trovadora Azucena, de Guantánamo, me parece una artista original, así como Jorgito Kamankola, Eric Méndez, Samuel Águila… Kamankola hace cosas muy interesantes con el rap, con la canción. Ese tipo de músicos hay que priorizarlos. Yo estoy trabajando con Samuel en varias ideas, pero no te diré el nombre porque yo soy misterioso, soy místico.
Yo he hablado con instituciones para hacer un proyecto llamado “Paria” para trabajar y promover a artistas y proporcionarles espacios que no les dan las instituciones. No lo voy a realizar por dinero, aunque son lances que tienen que tener una aspiración financiera. Pero no es el objetivo final.
También tengo un proyecto que me gusta mucho con la poesía de Miguel Barnet. Se trata de estrenar algunos textos musicalizados. Cuando tenía 14 o 15 años leí Biografía de un cimarrón de Barnet y por ese entonces la guitarra no era una gracia para mi familia porque pensaban que estaba perdiendo el tiempo. Sin embargo, mi papá me pasó por el lado y, sorprendido, me pregunta qué estaba cantando. El tema se llama “Esclavo cimarrón” y es inspirado en ese libro antológico y quiero mostrarlo próximamente.
¿En qué ha quedado la idea de “Paria”?
Yo no estoy pidiendo permiso a nadie. Martí dijo: “El que crea tiene derecho a no obedecer”. No estoy pactando con nadie. Yo nada más quiero trabajar para la cultura cubana. Hablé con una institución y le dije que me iba a tomar un tiempo para hacer mis propias iniciativas. El proyecto se llama “Paria” y es algo que no será formal. Quiero ver si le funciona a la gente y luego veremos cómo va.
Yo veo mucho talento y no creo que las instituciones puedan con todo esa creatividad. Hay algunas corrientes underground que son letales. Que son el fundamento de las raíces de la cultura cubana ahora mismo. Muchos artistas se hacen discos independientes porque las instituciones no los asimilan, porque no caben o no les gusta. Yo trabajaría con ellos. Son gente que se merecen no solo un disco, sino que los llamen a eventos.
Por ejemplo, Frank Delgado hizo un festival de trova en el Sauce con mucha calidad y eso tiene que quedarse. También creo que cuando las cosas están buenas y funcionan las instituciones pueden apoyarlas.
¿Cómo describes las relaciones con los trovadores de tu generación?
Yo estoy muy contento con el respeto, la afabilidad, la dulzura y la entrega que me dan muchas personas. Por eso también me gusta hacer cosas por los demás. Siento que me he ganado un respeto. Los trovadores tenemos una relación muy bonita. Me llevo muy bien con Frank, con Carlitos Varela. A unos los quiero, a otros les creo, a otros los amo y a otros los venero.
¿Cómo fue tu relación con Santiago Feliú?
Lo mío con Santiago no fue amistad, sino familiaridad. Cuando me lo presentó Donato Poveda, le hice una canción. Él tenía 15 años y yo 21. El tema se llama “Por tu porvenir”. No la canto ahora porque voy a caer en un estado inconveniente de emoción.
Desde que lo conocí sentí un exceso de amor por ese niño. Él me cantó una canción todo desaliñado, como él era. Donato le había dicho que me cantara un tema a ver qué yo creía. Cuando lo escuché solo atiné a preguntarme de dónde había salido ese genio. Después compartimos muchas giras internacionales e importantes momentos de la vida.
Con Xiomara Laugart, tu esposa de varias décadas, hiciste uno de los dúos más recordados de la música cubana. ¿Qué lugar ocupa ese momento en el calendario espiritual de tu carrera?
Nosotros no nos preocupábamos como dúo de hacer nada que reflejara lo que estaba sucediendo socialmente. Lo que estábamos haciendo era buscar la belleza con esa tremenda voz de Xiomara. Estamos trabajando un tipo de creación experimental y esa era nuestra manera de comprometernos, haciendo cosas hermosas.
Xiomara es quien determina mi vida artística. Ella eligió y prefirió algunas de mis canciones y las de Donato y de Roberto Poveda, que no se menciona. Ella se apegó a mis canciones porque me decía que las veía muy tiernas, como infantiles. Xiomara tenía 18 años y yo 22.
“La Negra” tomó una canción mía llamada “Nostalgia infantil” que se la había hecho a mi mamá. Julio Roloff, que era director del programa Caritas en el ICRT nos oyó y nos invita a la televisión. Xiomara cantaba todo muy bien. En ese programa presenté “Mi barquilla” y Pablo Milanés la cantó luego en una versión estremecedora. Yo no entiendo cómo pudo haber llegado a descifrar tantas claves internas de esa obra con su interpretación.
¿Cómo ves la Cuba actual con relación al país que soñaste en tus inicios como trovador?
Yo soy colindante con la primera generación de la Nueva Trova. A los 14 años estaba buscando ver a Silvio y a Pablo. No soy un ideólogo para responder estos temas a los que me estás acercando. Yo he tratado de entregar mi arte con un alto grado de pureza y honestidad. Estoy en la media de la vida, nunca en los extremos. Estoy aquí, siempre he estado aquí y a la vez estoy en el mundo. Hago lo que tengo que hacer, lo que me tocó.
Recuerdo que estuve en la preparación para ir a Angola y Etiopía, pero el arte siempre disuadió ese propósito. En el momento que me están preparando para ir a Etiopía llegó un soldado de otra unidad buscando alguien que tocara bajo para actuar en el XI Festival Mundial de la Juventud y Los Estudiantes. Yo me brindé, aunque lo mío era la guitarra. Toqué “La candela”, de Van Van y me fui con el grupo después de que el jefe de unidad me autorizara. Los trovadores de mi generación siempre soñaban con ayudar a mejorar el país y aquí sigo yo en eso.
¿Por qué tomas partido actualmente?
Por la belleza. Las canciones mal hechas no las soporto. No puedo con eso. Una canción que tenga un contenido defendiendo la causa que sea pero esté mal hecha no la soporto. Nosotros hicimos canción social y política a nuestra forma no a conveniencia, sino a partir de nuestro estilo y nuestra perspectiva del momento que estábamos viviendo. Y tratábamos de hacerlas bien. Con belleza.