Cimafunk nunca ha sido muy paciente. El músico no se sentó a esperar que la suerte pasara por delante de su casa y se lanzó a la conquista del mundo tras dejar aparcada la carrera de medicina en Pinar del Río y buscarse como pudo la vida en diferentes oficios cuando se estableció en La Habana. Tocó puertas que permanecieron cerradas y abrió otras con la voluntad de un corredor de fondo.
Erick Iglesias, su nombre real, se metió la isla en un bolsillo y en un brevísimo tiempo ha colocado su bandera del mestizaje estilístico en un puñado de los principales sitios que son parte de la historia indisoluble de la historia universal de la música.
En su regreso a Estados Unidos acaba de poner a bailar al ritmo de su Terapia a miles de personas en el Central Park.
En el público había una amplia comunidad latina que conocían sobre el “fenómeno Cimafunk” y otros que se dejaron caer en el césped del Parque Central para asistir a esa especie de orgía rítmica que provoca el empuje de estos ritmos heredados por el cubano de sus ancestros africanos y de todo ese camino que han transitado los astros que orbitan alrededor de los orígenes del funk, del jazz y otros géneros de raíz negra.
Si bien Cimafunk se convierte en un animal de escenario en cada presentación, siente que cada fecha vencida es un viaje hacia adentro, hacia sí mismo. Una especie de diálogo entre todos sus ancestros, entre todos los músicos que lo habitan, y que trae como resultado esa explosión de adrenalina a la que ya viene acostumbrando a sus seguidores, que son legión.
Erick vivió una tarde al límite durante su concierto en medio de La Gran Manzana. La presentación, dice, fue una enorme sorpresa y un momento crucial para su carrera. Su voz a través de las redes sociales todavía desprende las mismas ráfagas de energía con las que antes atacó a un público que vio cómo el cubano se transformó encima de la tarde en lo más parecido a un indomable torbellino.
“Fue algo muy importante para mi carrera tocar en el Central Park. Lo disfruté muchísimo. Todo el lugar estaba lleno de gente y nos sentimos muy entusiasmados. Fue un concierto explosivo. La mayoría eran personas de la comunidad latina y cubana. Algunos conocían mis canciones pero muchos no sabían sobre nuestro show. Al final la gente se conectó muchísimo con los temas y el espectáculo”, dice a OnCuba Cimafunk poco después de subir otro eslabón en su carrera con este concierto en uno de los sitios de mayor pedigrí en el circuito musical de Estados Unidos.
Decenas de personas se acercaron al músico tras el show. Niños con sus padres y familias completas. Querían tomarse unas fotos con Erick y saludarlo. Aquel momento le volvió a tocar las fibras de la emoción que todavía tenía a flor de piel por la cálida recepción del público.
“Vinieron unos chamas a saludarme y me pidieron firmar unos discos. Todo fluyó como si estuviéramos en La Habana. Fue una experiencia muy íntima y sobre todo muy fuerte”.
En el concierto echó mano a temas de su álbum debut Terapia y a esos auténticos caballos de batalla que son “Me voy” y “Paciente”, que ya hoy son parte de la banda sonora nacional para públicos de los más diversos intereses sonoros. Incluso es común escuchar la voz de Cimafunk desde el tono de un celular o en medio de esas reliquias rodantes sobre las que se trasladan habitualmente muchos cubanos. Y ya se sabe que clasificar en esas listas de reproducción no es cosa fácil.
“Canté los temas de Terapia junto a otros nuevos que estoy experimentando en el público para ver qué cambió y qué no a partir de las respuestas de la gente. Después pasaremos el proceso de grabación”.
Organizadores del concierto aseguran que había más de 2000 personas. La fila para comprar entradas comenzó desde temprano hasta que se vieron obligados a colocar el cartel de Sold Out.
La música siempre ha sido el mejor lenguaje en que se han comunicado Cuba y Estados Unidos. Desde esos años en que los propios músicos que han servido como influencia a Cimafunk formaban los vaporosos rumbones de domingo en el propio Central Park. La tradición se conversa como mismo permanece el interés entre el público estadounidense por los músicos cubanos. Erick lo acaba de confirmar.
“Pasamos un tiempo muy saludable y muy rico. Hay mucha gente interesada en lo que está pasando en materia artística en Cuba y se nos han acercado con mucho interés. Me siento muy agradecido y feliz por poder entregar mi música. Cada vez los shows se vuelven más personales y la gente se conecta con lo que pasa en la música cubana”.
Dos noches en el Blue Note
Luego de tomar el Central Park Cimafunk actua este martes en el mítico Blue Note. El nombre de este club, como se sabe, remite a los mismos orígenes del jazz y de otros géneros que se hicieron grandes allí antes de recorrer el mundo.
Cimafunk y su grupo conocen la leyenda y estuvieron a la altura. La frase de Sold Out volvió a colocarse en las afueras de una instalación que programa un concierto del cubano en Estados Unidos. Antes pasó en La Florida y en otras ciudades sobre las que ha aterrizado con su grupo, su empuje y su fuerza rítmica.
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El músico comenta que su vida ha estado gravitando sobre emociones que le resulta difícil de explicar, de describir. Su presentación en el Blue Note la considera histórica. Lo comenta mientras estalla de emoción cuando ve la obra que le ha hecho el premiado caricaturista cubano Ramsés Morales. Llama a sus colegas del grupo y las bromas y risas se escuchan como un eco cercano a través de la red.
“Fue increíble este concierto. En Blue Note ha tocado todo el mundo y es un lugar insigne en Nueva York. Es una suerte increíble poder tocar aquí. Estoy en un sueño”.
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Cimafunk repite hoy martes su experiencia en el Blue Note. Para ello ha llamado a varios músicos cubanos radicados en Nueva York con los que le gustaría compartir escenario. “Quiero armar una jam session, traer toda la música cubana que pueda y tener la posibilidad corresponder a este mito que es el Blue Note.”
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Mientras se apueste mas por la musica que por el trabajo y que los que se forman como medicos de forma gratuita realmente le presten el servicio de salud al pa[is que taqnto necesita, que no excluye que pueda desarrollar en su tiempo libre la musica, el pais jamas se va a desarrollar
El arte y la musica no se puede convertir en un medio de vida, debe ser una opción despues que se aporte trabajo y riqueza para la sociedad.
Necesitamos ser la isla del trabajo para generar riqueza y no la “isla de la musica” para no trabajar