Tanmy López Moreno ingresó a Interactivo con apenas 17 años. La violinista, que cursaba estudios en el Conservatorio Amadeo Roldán, había conocido a Bobby Carcassés y a su hijo, Roberto Carcassés, durante un ensayo en el teatro América. Robertico iniciaba su trabajo con Interactivo y no dudó en sumarla a su grupo, que con el tiempo se ha convertido en una escuela de la música cubana.
“Roberto estaba empezando Interactivo con Yussa, y Telmarys. En los primeros conciertos que hicieron en el Teatro Nacional fui parte de las cuerdas. Grabé luego en el disco de Haydée Milanés que produjo Descemer. Estaba todo el tiempo aprendiendo y viendo cómo ellos desarrollaban sus carreras. Tuve esa suerte y me involucré mucho sentimentalmente en esos proyectos”, recuerda Tanmy.
Han pasado casi 20 años desde que se inició en la filosofía abierta e inclusiva de esa banda seminal de la música cubana contemporánea. Su estancia en ese mundo de puertas abiertas creado por Carcassés la considera una experiencia incomparable. Incluso asegura que es lo mejor que pudo haberle sucedido en su vida profesional hasta el momento.
“Interactivo es una manera de ser. Estoy trabajando con ellos desde los 17 años. Ya tengo 35 y no he dejado de hacerlo. Tuve la suerte de verlos desde que se estaban formando. Han sido años increíbles al lado de Roberto y de todo el grupo”, dice la violinista.
Has logrado un sonido muy particular con el violín y una proyección muy particular con Interactivo, pero ¿cómo fue el camino que te llevó a integrar la formación?
Desde segundo año en el Conservatorio Amadeo Roldán estaba trabajando con La Camerata Romeu. Había una plaza en el grupo y me seleccionaron. Zenaida Romeu solicitó que hiciera mi servicio social con la agrupación. El violín no me gustaba complemente clásico y no quería dedicar mi vida a ser una instrumentista clásica solamente. Me gusta y aprecio el trabajo de los clásicos pero no es para mí. Siempre tuve otras inclinaciones para hacer otras músicas.
Cuando estaba en la escuela integré un grupo que se llamaba Los primos junto a unos jovencísimos Oliver Valdés y Rodney Barreto. Ellos eran un año mayor que yo. No había muchos violinistas jóvenes en ese momento haciendo música popular.
La música clásica lleva mucha repetición de lo mismo para lograr que lo que ya está escrito se haga de la manera perfecta, según las características del estilo. Eres mejor músico mientras mejor interpretes el estilo que ya existe. Lo que yo quería era hacer algo diferente, que no estuviera escrito y descubrí la vía. Empecé escribiendo mis propias ideas sin que nadie lo supiera. Era un poco tímida. Primero compuse las canciones de lo que fue mi disco Niña traviesa. Yo siempre fui una niña muy curiosa, no era de las que les gustaba estudiar todo el tiempo. Solo lo hacía con algo que me gustara mucho. Eso lo logré cuando empecé a descubrir la creación, que me cautivó.
En mis tiempos de estudiante viví una situación bien seria. Tenía una profesora rusa de violín que era medio alcohólica y me daba golpes. Ella bebía en la clase y se escondía de los padres de los alumnos para que no se enteraran. Estaba tan eufórica que se le iba la mano y le hice rechazo a las clases.
¿Cuál fue el propósito de alejarte de la música clásica? ¿No crees que esa ruptura haya influido negativamente en tu formación musical?
La práctica en el estilo clásico te hace dominar más el instrumento. Eso no tiene discusión. Pero depende sobre lo que tú insistas. Si quieres desarrollar un estilo propio, como cantar y tocar a la vez, que es lo que hago yo, debes buscar tu propio camino. Ese tipo de trabajo es muy difícil de sincronizar. Yo me empeñé en hacer eso. No lo hago en todas las canciones pero en algunas sí. Me puse a estudiar más para desarrollar mi inquietud por encima del trabajo con los clásicos. Yo también compongo con el piano y eso me seduce mucho. Me gusta buscar armonías y no estar tanto encima del violín, que es un instrumento más melódico y no me permite componer como una guitarra. El piano es como el saco de colores y uno combina y hace sus cuadros. Ahí está todo.
Compuse “Cubana de pura cepa” con violín cuando estaba trabajando en la Isla de la Juventud luego del paso del huracán Ike. No tenía piano y lo compuse solo con el violín. Eso se nota porque casi toda la estructura de la canción es diferente.
¿Qué te ha exigido el aprendizaje del violín?
Hace poco tuve un accidente en una moto y me di unos golpes en la cervical. Cada vez que estudio me dan ganas de vomitar. El violín es muy tormentoso y tengo que estudiarlo. Lleva mucha práctica, mucho estudio. Me cuesta trabajo, no lo disfruto, me da dolor, y tomo pastillas, pero tengo que estudiar. Sin violín soy una cantante más. Soy una atrevida, porque no estudié canto. Cuando canto, lo hago desde el corazón.
Yo me quejaba en la escuela porque no habíamos tenido un profesor de violín popular. Eso se habló a nivel de cátedra. No entendíamos por qué no se enseñaban las raíces de la música popular. Creo que pensaban que eso podía convertir a la música clásica en vulgar. El violín en la música cubana ha sido muy importante. En la música de La Aragón, el guajeo (melodía típica cubana) era imprescindible. En Cuba tenemos una escuela de violín propia, pero no hay nadie que se haya puesto a escribir todos los guajeos cubanos.
Cuando te gradúas si no puedes entrar a la sinfónica te mueres de hambre. Después te cuesta mucho trabajo comprender la síncopa. En mis tiempos en el Amadeo nos prohibían hacer tumbaos en el piano. En la Escuela Nacional de Arte era otra cosa. Pero si en el Amadeo te agarraban en un aula haciendo tumbaos con el piano, el rollo era tremendo.
Estuve trabajando en un quinteto llamado Anima Ensemble, dirigido por Yennys Padrón, quien fue mi profesora de violín y trabajaba con La Camerata y Rafael Guzmán, un profesor de piano del ISA. Era buenísimo el grupo y experimentaba con el jazz y otros géneros contemporáneos. Después hicimos un dúo que se llamó Dadivas. Yo dejé Anima Ensemble para ir a La Camerata, pero ese trabajo lo hacía en paralelo con Interactivo y me chocaba mucho. Dejé la Camerata y seguí con Interactivo. Estaba terminando la escuela en el ISA por curso de trabajadores. Durante esa época me llamaban muchos músicos para trabajar pero siento que esa época fue muy importante haber grabado con Haydée Milanés. Realmente la admiro mucho por todo lo que ha logrado como artista.
De Descemer aprendí mucho sobre la forma de componer. Tuve la suerte de ver cómo lo hacía constantemente. Me quedaban todos los turnos de madrugada en PM Records grabando las cuerdas del disco de Haydée y luego iba corriendo a las clases para el Amadeo. Fue una experiencia bien heavy en ese momento pero muy nutritiva. Siempre me gustó sentir la adrenalina, necesitaba cosas mayores. Estaba en medio de esa vorágine de tocar aquí y allá con todos los que me llamaran.
¿Cómo sincronizas el acto de cantar con la interpretación del violín?
Es difícil. Cuando atiendes el violín se te va la atención que le debes dar a la voz. Mantener el violín con la voz me ha costado mucho trabajo. También estoy haciendo rumba con violín y percusión cubana. Cuando defiendo las cosas a piano y voz hay un momento en que suelto el piano y me quedo sola con la conga. Hay que estudiar mucho guajeo a partir de una determinada estructura rítmica y tratar de mantener eso. Después que lo estás haciendo se trata de mantener el guajeo. Estuve mucho tiempo tratando de sincronizar “El manisero”. Cuando estoy sola en formatos pequeños se vuelve interesante.
El violín es muy complejo en la música cubana porque tenemos la síncopa. De hecho los grandes jazzistas estadounidenses y europeos quieren hacer jazz cubano y no pueden subirse en ese tren. No lo llevan en la sangre.
Con el disco La luz es música ganaste el premio de creación Ojalá, convocado por el trovador Silvio Rodríguez y destinado a la musicalización de poemas de Rubén Martínez Villena. ¿Cómo repercutió ese hecho en tu carrera?
Yo apenas conocía a Villena y nunca lo estudié mucho en la escuela. Yo admiro mucho a Silvio desde niña. Mi padre cuando iba para la escuela me ponía su disco Días y Flores. Era como el himno. Me lo sabía entero. Después descubrí otros discos de Silvio. Era uno de mis trovadores de cabecera, sin obviar a Pablo cuya voz y manera de cantar no tienen igual para mí. Me hace llorar más fácil que Silvio.
Me pareció una gran oportunidad y un reto que Silvio pudiera oír mis canciones. Antes de empezar ese proyecto le pregunté a Roberto cómo se musicalizaba. Me dijo que tenía que sentir que los poemas me estaban dictando una música y así fue. Me enfrenté al libro de poemas de Villena y se me abrió un universo totalmente nuevo. Son textos hermosos. Me fui identificando con algunos poemas que tenían que ver con mi vida. A veces siento que he vivido otras vidas y eso me sucedió con los poemas. Decidí hacerlo y el resultado fue muy bueno.
Ese disco tuvo una excelente salud. Me han sorprendido grandes personalidades de otras esferas como el cine y la fotografía al decirme que les gusta mucho ese disco. También hay jóvenes a los que le interesa y eso es bueno para rescatar el mundo intelectual de estos muchachos que está “reguetoneado”.
No soy de las que oyen mucho sus propios discos o ven sus conciertos. Me da un poco de pena. No me siento cómoda con eso. Cuando voy a mi casa y mi papá lo pone me sorprendo cómo encontré algunas soluciones para el disco.
Silvio me comentó luego que le resultó interesante mi trabajo porque no cañoneé la letra y no se siente atropellada. Realmente no sé cómo lo hice. Fue una conexión. Creo que ahora lo puedo hacer con cualquier poema que me transmita algo.
¿Cómo es la relación entre los músicos de tu generación?
Hay una parte de los músicos que son producto de lo que llamo “el efecto empresa”. La empresa manipula las posibilidades de los artistas y le dan los shows a un grupo de personas que no pasan de cinco o seis. Esa generación empieza a tomar un nombre sin tener a lo mejor el fundamento musical necesario y termina alcanzando mayor importancia que los grandes músicos que tenemos hoy. El resultado es que varios de los grandes nombres de músicos jóvenes que se manejan ahora tienen carencias en lo musical.
¿Has pensando por qué sucede?
La posibilidad de los músicos está en manos de funcionarios del gobierno que no son músicos y terminan dándole oportunidades a los artistas que entienden ellos, por intereses, para decirlo de algún modo, muy particulares. A mí me ocurrió y me salí de esos subterfugios, lo que provocó que me quedara en un momento sin trabajo. Y fui, para algunos, la pesada.
La empresa no viene a mí para ofrecerme trabajo y tengo que pagarle de todos modos. Soy yo la que tiene que buscar el trabajo porque tengo que comer. Yo vivo alquilada y mantengo a mi mamá. No nací en cuna de oro. Vivo al diario y tengo que buscar dinero para pagar mi alquiler. Ahora, por ejemplo, estoy tratando de pagarme mi nuevo disco.
Mi anterior álbum Niña traviesa tuvo mucha salud pero yo no alcancé ninguna salud económica con el disco. No me gané nada. Solo cobré 250 cuc de un presupuesto de 4000 cuc para todo, con el que también tuve que pagar a los músicos. El disco se sigue comercializando pero no he recibido más retribución monetaria.
¿En qué momento se encuentra el proceso de creación de tu próximo álbum?
El disco lo haré de manera independiente para ver si puedo tener una mejoría económica. Este disco nuevo lo voy a pagar yo como pueda. Lo voy a hacer en la disquera Escorpions. Acabo de grabar una canción que me pidieron a partir de un libro sobre la cultura gallega. En la creación del tema bebí de lo más tradicional de la cultura gallega y grabé con el gaitero de la Sociedad Gallega de La Habana. La segunda parte de la canción habla de cuando los gallegos llegaron a La Habana y termina en un son después de empezar con ritmos tradicionales. El tema se llama “De Galicia a La Habana”.
El disco también tiene otras canciones como “Quédate todo”, “Libérame los demonios”, y un tema que me pidió el espacio televisivo La mesa redonda sobre Fidel. Musicalicé unas palabras que él dijo en un discurso. Yo no tengo ningún problema con Fidel. La gente me crítica porque siempre estoy con la cosa patriótica pero yo soy así. Mi padre estuvo movilizado en la Crisis de Octubre. Todo lo que tengo en la cabeza es lo que él vivió. El trabajo me lo encargaron y me gustó como quedó. También me mantengo conectada con el ICAIC a ver si aparece algún trabajo. Me encanta trabajar con la imagen.
Roberto (Carcassés) bromea conmigo y me dice que entre Francis del Río y yo lo vamos a volver loco. Lo mejor que tiene Interactivo es que entre todos se respetan sus opiniones y todos tienen lo suyo.
Como mismo te digo eso, te reitero que estamos en manos de personas que manipulan a los artistas. Son las que programan a los músicos que quieren porque estos responden a sus propios intereses. Esas personas están hoy sentadas en los puestos de instituciones de Cultura.
¿Crees que puedas desarrollar todo tu talento en Cuba teniendo en cuenta el propio contexto que has criticado?
He visto muchos documentales de grandes músicos del mundo como Jimmy Hendrix, Coltrane, Jaco Pastorius. Siempre pensé que cuando grabara mis discos podría vivir de mi música. Pero en Cuba hacer un disco no cambia nada. No te cambia la vida. A cada rato pienso si pudiera encontrarme un patrocinador o una disquera que me quiera firmar. Si eso no pasa, parece que no tendré tranquilidad para trabajar. Por otro lado, me gustaría que instituciones de mi país pudieran comercializar internacionalmente mi obra, pero no lo hacen.
No es nada fácil tocar a diario para ganar tres kilos para pagar la luz, el aire, la comida del mes. Eso te mata la ilusión de la creación en grande.
En mis discos soy yo multiplicada porque nunca puedo pagar una orquesta. Gracias a Pablo Milanés mi disco Niña traviesa con Bis Music se terminó. Pablo se enteró de que no había más dinero para pagar el proceso del disco y me recibió. Le comenté mi situación y él me dijo que tomara todo el tiempo que me hiciera falta sin pagar nada. Ese material lo hice gracias a Pablo en el estudio de su institución PM Records.
La gente necesita trabajar por dinero y eso se percibe más en este momento. Los músicos se unen ocasionalmente en lo que pueden. Tocan en un bar o en otro sitio. Se trata de resolver. En mi caso, cuando aparece una buena opción, busco a mis amigos, con los que me siento cómoda.
Ya tengo 35 años y no he podido comprarme mi casa y quiero tener un hijo. No puedo parir yendo de un alquiler para otro. El problema de la casa me tiene frustrada hace rato. Pero no soy la única. Tengo que ser capaz de cargar con eso aunque me agobia.
Tampoco puedo tener un grupo propio porque me resulta imposible mantenerlo. Mis trabajos no son consecutivos. Tengo mi plantilla como Pura Cepa, estoy con Interactivo, tengo mi formato en piano, voz y percusión, y lo que aparezca, lo hago. Tengo mucho que ver con la rumba y los ritmos marginales. Mi conexión con el underground es un poco fuerte.
El sector privado era algo que hacía falta. El sector estatal no puede con todo. El reguetón es la música que le gusta al gran público, pero ya se puede distinguir cuál es el mejor reguetón o el peor. Las instituciones estatales van a responder al resultado de atraer más público sea como sea, como mismo sucede en el ámbito privado. Estuve en el club Sarao un tiempo y a la gente le gustaba mi trabajo. Pero cuando terminaba de tocar, ponían reguetón.
¿Cómo has percibido la evolución de Interactivo?
El gran Interactivo de los inicios es otra cosa ahora. Los músicos crecen mucho en el grupo. Cuando llega uno nuevo y le interesa nutrirse, es increíble cómo crece. Por ejemplo yo llegué ahí siendo adolescente y ya he grabado mis propios discos y soy capaz de producir. Aprendí a hacerlo.
Brenda Navarrete entró en Interactivo de güiro y ya está componiendo. En el grupo pasa algo que te permite estar en constante evolución. Cada cual se nutre del conocimiento del otro. Es una retroalimentación constante. Roberto es el líder del grupo y se apoya en los cantantes para desarrollar el show. Cimafunk también pasó por ahí y creció cantidad.
Roberto es un gran ser humano. Es como mi hermano. Por encima de todo, incluso cuando creo que no he actuado bien, ha prevalecido la amistad. Y eso ha hecho más fuerte la admiración que siento por él.
Durante tus conciertos pareces una artista temperamental. ¿Te ves de ese modo?
Soy impulsiva y muy sensible también. Eso me ha traído problemas y debilidades. Una vez me puse a llorar mientras cantaba una canción y no pude terminarla. Estaba latente una situación que hubo entre Roberto y yo y no me sentía muy bien. Después cuando nos volvimos a acercar no pude cantar casi. Eso también me pasó cuando Silvio me dio el premio.
No puedo controlarme mucho. Si un trabajo no me gusta lo dejo por muy bien pagado que sea. Si no me gusta, no lo asumo. Tengo que enamorarme de lo que hago. Me cuesta trabajar en cosas que no siento. Por mi familia sí haría cualquier cosa.
También pinto como hobby y ya tengo más de 30 cuadros. Quiero terminar mi disquito y quizá luego me atreva a montar una exposición.
Durante meses recientes se ha percibido un interés en varios artistas jóvenes en comprometerse espontáneamente con diversas causas sociales, lo que los ha llevado, por ejemplo, a mostrar su solidaridad con los damnificados por el paso del tornado en enero. ¿Te sientes identificada con ese tipo de actitudes?
El carácter solidario de los cubanos va más allá de los músicos. Yo no tenía mucho que dar, pero siempre apoyo toda actitud que pueda ayudar al prójimo. El músico debe defender el arte no la política. Defender tu tierra no es defender la política. Mi papá siempre me dijo desde pequeña que no se puede pasar por la vida sin dejar un granito. Y hasta ahora he podido hacer algo y no me siento tan frustrada. Pero quiero que ese granito sea más hermoso y disfrutable.