Elena Burke no se morirá nunca. Aunque dejen de existir quienes la conocieron, las mujeres y los hombres que cantaron con ella, o la acompañaron poniendo el piano y la guitarra a su servicio, o quienes le regalaron canciones para que se adueñara de ellas y las echara a volar al mundo en su voz y con su pasión.
La Burke no podrá irse de esta dimensión en la que habitamos los cubanos porque siempre, aun cuando todos hagan silencio y las victrolas parezcan fósiles de animales lejanos y mágicos, aparecerá alguien que necesite a rabiar escucharla y que su voz rotunda rompa cualquier sortilegio y haga venir el amor o acalle a su contrario por un tiempo.
Ella es así. La voz que en la penumbra hace retumbar las paredes del corazón, de esa habitación donde van a morirse y a vivir tantas cosas y tanta gente.
Por eso vuelve a La Habana para celebrar su cumpleaños 85, dos veces en un mismo día, este 28 de febrero. La primera celebración vendrá en las voces de Omara Portuondo y Miguel Ángel Céspedes, quienes ofrecerán un concierto a las cinco de la tarde en la Sala Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.
El otro agasajo vendrá de la conjunción vocal que fundarán Coco Freeman, Beatriz Márquez, Argelia Fragoso, Anaís Abreu y Vania Borges en el escenario de la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba a las ocho y treinta de la noche.
Todos juntos invocarán a la Señora Sentimiento y ante ella pondrán las canciones que le permitieron adueñarse del tiempo y convertirlo en una cosa elástica y domable.