Ernesto Daranas ha vivido toda su vida en La Habana Vieja, un paisaje que ha sabido llevar a la gran pantalla, no como hubiese querido en todos los casos, pero contento de poder trabajar con libertad. Esta es una premisa fundamental para el director de películas como Los dioses rotos, Conducta y Sergio y Serguei, recientemente galardonada con un premio especial en Moscú.
En su época de juventud –nació el 7 de diciembre de 1961– era casi imposible estudiar cine en Cuba, así que cuando terminó el preuniversitario decidió estudiar la Licenciatura en Geografía en el Pedagógico porque “no había muchas opciones de escuelas de arte en el país. Realmente lo cogí porque éramos pocos varones en un aula de treinta y pico de muchachas (sonríe), y me pareció muy apropiado en aquel momento”.
En su apartamento del Centro Histórico habanero, Daranas accedió a conversar con OnCuba acerca de su trabajo, de que le motiva a escribir y por supuesto, de cine cubano.
¿Cómo un licenciado de Geografía llega a ser director de cine?
Desde que estaba en el preuniversitario tenía con un grupo de amigos un club de aficionados al cine y filmábamos con películas de 8 mm. Teníamos que hacer incluso cuatro horas de contínuo porque no había opciones de edición, se filmaba todo corrido, con mucho ensayo y sin sonido, que se hacía independiente del celuloide, lo común en esa época.
Fue una oportunidad muy buena estudiar esa carrera porque tuve el lujo de tener grandes profesores en ese momento; más allá de la ciencia, asignaturas como historia y filosofía eran de lujo porque la impartían profesores excelentes. En el pedagógico tampoco dejé de estar vinculado al cine, seguía con los rollitos haciendo lo que se podía en ese momento. Todavía debe quedar alguno por ahí guardado”, señala hacia un rincón de su espacio de trabajo.
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El primer entremamiento de Daranas como escritor fue en la radio, medio donde mantiene un programa diario en Rario Taíno y uno semanal en Habana Radio. “Son programas que he dejado intentar en algún momento por problemas de tiempo y de trabajo, pero me ha sido imposible por el compromiso que tengo con estos espacios y porque me gusta mantener un pie con la radio, es un medio que aprecio mucho”, confiesa.
“Empecé cuando aun era estudiante, tendría unos 19 años. También por una cosa un poco romántica porque mi padre era un afamado escritor de la radio, escribía series, radionovelas y yo me fijaba que esa era su vida. Se la pasaba aquí en este mismo cuarto, haciendo lo que le gustaba”.
Volviendo al cine, ¿cuánto refleja de su vida Ernesto Daranas en sus películas?
Absolutamente todo. En el caso de Los dioses rotos el contexto es mi entorno, una historia que me persiguió durante años pues partió de un documental que nunca pude filmar que se llamaba Las 13 sillas, donde entrevistaba a proxenetas y otras personas que se dedicaban a ese negocio, cuando prácticamente estaba en sus inicios. Recopile una parte filmada y otra grabada, casi 100 entrevistas.
Cuando me di cuenta de que no sería posible llevar el material al documental que quería debido a que era un tema que nadie quería abordar, pensé en que otra forma podía darle al proyecto. A través de una convocatoria del Ministerio de Cultura pude presentar un guión que había escrito, producto del trabajo de años atrás y así comienza Los dioses…, de hecho, hay testimonios en la película que son textuales de los entrevistados.
El recuerdo más lindo que tengo de ese filme fue en el Festival de Cine de La Habana cuando nos reunimos parte de los involucrados en el proyecto inicial, incluso algunos a quienes pude conseguirles un permiso para que fueran a ver la premier. Muchos casos se habían reinsertado en la sociedad y fue una experiencia muy bonita.
En el caso de Conducta se centra en mi infancia. Un relato enriquecido con el aporte de los mismos niños de la película, quienes incorporaron sus vivencias como por ejemplo lo de las peleas de perros, pues eso en mi época no existía, pero formaba parte de su realidad.
Yo era medio disléxico y eso me trajo problemas en la escuela respecto al aprendizaje, además que este barrio no era así tan bonito como ahora, esto era candela. Esas influencias estaban ahí en la calle, por más que en casa trataran de alejarme de ese mundo.
Sergio y Serguei fue el primer tema que hubiera querido hacer para el cine. Yo conocía la historia de Krikaliov, cosmonauta soviético atrapado en la Mir y unos años antes había conocido a un grupo de radioaficionados de San Antonio de los Baños que habían contactado con Serguei. Desde ese momento tenía la idea de fusionar ambas historias en un relato de ficción, dos personajes que son como náufragos de la historia que se unen en dos realidades que marchaban paralelas y de repente se bifurcan.
También este era un tema que me tocaba de alguna manera por la carrera que estudié y todo lo que vivió el personaje de Sergio, hasta el Azuquín, la historia común de mucho de nosotros en aquella circunstancia del Período Especial.
El tema de la prostitución también es referente en tu filmografía.
A veces se olvidan los orígenes de las cosas. En realidad ese fenómeno se comienzan a manifestar en los círculos universitarios, no después cuando la crisis de los años 90′. En los 80′ hubo un artículo famoso en la revista Somos Jóvenes, “El caso Sandra”, un tema que el periodista aborda muy en sintonía con la realidad del momento. Yo me gradué en el 83 y en mi etapa de estudiante empecé a ver ese fenómeno entre amigas mías, porque hablaban idiomas, tenían cierto nivel intelectual y se podían meter en hoteles.
Fue algo que me empezó a llamar la atención, lo veía como un reciclaje: el solar al frente de mi casa había sido un lugar de servicios a los marineros antes del Triunfo de la Revolución y conocía a personas que se habían dedicado a eso, incluso compañeras mías de estudio eran hijas de esas personas, un entorno normal pues este era el barrio del puerto.
No podemos pensar que ese fenómeno nació de golpe y porrazo en los 90′ con la crisis, fue todo un proceso. Comienzo a realizar estas entrevistas a finales de los 80 y terminé alrededor del 94-95, un tema donde me metí de lleno, sobre todo resaltando el diálogo entre ese fenómeno, que existe en todas partes del mundo, con la política del país, un análisis de como una actitud en la política encuentra un reflejo en la vida de las personas, con independencia de la crisis; son modos de actuar y de comportarse que la gente está viendo y eso influye en los valores de la sociedad.
¿Qué te motiva a escribir una historia?
No me obsesiono por filmar. No me preocupa tanto. Tengo la necesidad de escribir cosas a partir de sentimientos, no siempre son ideas. Creo que más que las ideas, lo que me ha movido siempre a filmar en la ficción han sido sensaciones referentes a la nacionalidad, la ciudad en particular…, yo soy muy habanero y la manera en que veo cambiar la ciudad me ha implicado casi siempre dolor, por las pérdidas. Eso casi siempre ha sido un detonante que me ha llevado a buscar la forma de compartir eso.
Lo mismo en la ficción, en la televisión o el documental, Daranas ha gozado de cierta independencia a la hora de trabajar, ya sea en producciones por encargo o independientes.
La producción independiente tiene muchas aristas. En el tiempo en el que estuve trabajando fuera de Cuba, había cartas de estilo para todo, por ponerte un ejemplo: los cortes de cámara, los planos debían ser específicos, este tema se puede tocar y este no… esas cosas estaban presentes en ese trabajo que hice.
También he filmado muchas cosas por mi cuenta. Recién fui a grabar la peregrinación a la Iglesia de Las Mercedes, lo cual hago cada año. Esas cosas las disfruto mucho porque me permite exploraciones verdaderas en el tiempo y me ayuda a mantener ese espíritu de independencia, pues al filmar en cualquier producción se está sujeto a un tiempo, un elemento en el audiovisual que tiene un tiempo tremendo”.
Un aspecto no puede faltar en su trabajo: “Lo primero que tengo presente como director es la independencia creativa según la naturaleza del proyecto. Siempre hay un diálogo que tienes que establecer con los productores, sean independiente o de una institución. Siempre hay intereses comunes y aspectos en los cuales no se coincide, entonces esa independencia creativa es fundamental.
La censura es un fenómeno objetivo y real, existe. Posiblemente las obras más independientemente creativas del cine cubano fueron hechas dentro del ICAIC en los años 60′, y posiblemente sigan siendo las de mayor vuelo artístico y complejo del cine cubano. Lo esencial de la independencia es el aspecto creativo, y no me importa con quien trabaje mientras eso sea una posibilidad.
He tenido la fortuna que en las tres películas que he hecho, aunque he tenido que discutir mucho, no me he visto nunca censurado, pero es algo que le ha pasado a mucha gente”, reconoce el cineasta, quien además gusta de trabajar con jóvenes realizadores. “Yo siempre cambio muchas cosas en el proceso de filmación pues el prisma de ellos me ayuda mucho. Es una perspectiva mucho más contemporánea.
Respecto al trabajo de los jóvenes cineastas cubanos en la actualidad…
No es menos cierto que existe un cine hecho por jóvenes que se la han currado, que tiene un altísimo valor porque es el cine que ha abierto nuestra imagen a otras miradas y le hubiera dado mucho trabajo haber filmado en una institución con esas miradas. Ese cine en este momento encarna una parte fundamental de lo mejor del cine cubano actual.
Es un tema con muchas aristas y una complejidad importante en este nuevo escenario que se supone pueda ser posible ahora, lo cual está por demostrarse aun en esta primera etapa. Lo principal es que pueda conservarse esa libertad creativa.
El ataque a esa independencia que en muchas ocasiones ha sido obtuso, como pasó en la Muestra (de Cine Joven) hace par de años, ha sedimentado divisiones que son tristes, a veces no se propicia el diálogo que debiera ser. Creo que es un prejuicio que debe superarse porque siempre habrá y ha existido cine independiente.
El tema de ver tanto talento emigrar me da mucha tristeza, lo he vivido porque trabajo mucho con muchachos graduados de las escuelas de cine. Ese es uno de los problemas más grandes del cine cubano para que exista una continuidad. Vamos a ver si de alguna manera esta nueva etapa que estamos viviendo lo hace posible.
¿Qué cine necesita Cuba?
Un cine diverso. Hay un cine que tiene que complejizar y polemizar, que en términos artísticos y de contenido tiene que presentar a los artistas que tenemos que muchas ocasiones no tienen acceso o la posibilidad de filmar. Ese es el cine que hace arte.
Pero también hace falta un cine que conecte más directamente con el público, que lleve a las personas a las salas. Sabemos que ese cine de mayor vuelo artístico no siempre es el que arrastra más público.
Tiene que existir una diversidad que solo es posible si incrementa la producción, otra de las desventajas del cine cubano, lo poco que se produce, lo cual también cambiaría si fuese más democrático el acceso a lo que se filma, entonces esas miradas más complejas encontrarían su espacio de expresión. Un cine donde haya cine, para querer ir al cine.