La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, se encuentra de visita oficial en La Habana, donde este jueves evaluó con el ministro de Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, la cooperación bilateral en temas como la lucha contra la crisis climática y la conservación del patrimonio.
En la reunión, a la que no tuvo acceso la prensa extranjera, el canciller aseguró que Cuba da prioridad a los vínculos con la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y se compromete con la contribución permanente a su labor, según informaron medios estatales cubanos.
Rodríguez también agradeció a su interlocutora, de visita oficial desde el miércoles y hasta el próximo domingo, la contribución de la Unesco al informe anual de la ONU sobre el impacto del embargo financiero y comercial impuesto a Cuba por EE.UU., así como el apoyo a proyectos conjuntos, entre ellos un programa de becas para jóvenes científicos cubanos.
Sostuve cordial encuentro con la directora general de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, @AAzoulay. Constatamos el excelente estado de nuestros vínculos y ratifiqué el apoyo y compromiso de #Cuba con la @UNESCO. pic.twitter.com/lqu9Jwro9P
— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) December 5, 2019
La diplomática francesa valoró la contribución de Cuba a proyectos conjuntos sobre educación o ética de la inteligencia artificial, entre otros, y destacó la importancia de los programas para reforzar la preparación de pequeños Estados insulares caribeños ante la crisis climática, en los que participa La Habana.
Azoulay también se reunió con el historiador de La Habana, Eusebio Leal, una autoridad altamente respetada por su contribución decisiva a la restauración del envejecido casco histórico de la capital.
La directora de la Unesco recorrió varios sitios de interés en esa zona y visitó el colegio Santa Clara, sede del Proyecto Caribe-Unión Europea-Unesco, que acogerá un centro de formación en restauración patrimonial para especialistas de la región caribeña.
A La Havane, histoire puis visite de la vieille ville avec la première dame @DiazcabelB ; du couvent Santa Clara avec Amb UE. dans le cadre du Projet Transcultura et d’une école associée à @Unesco. #cuba #culture #patrimoine pic.twitter.com/G7wE7egJft
— Audrey Azoulay (@AAzoulay) December 5, 2019
También participó en la sesión de clausura de la II Escuela Internacional de Ciencias de la Unesco, donde representantes de 19 países del Caribe abordaron asuntos relativos al cambio climático.
Cuba ingresó a la Unesco en 1947. Desde 1994, ambas partes patrocinan el Premio Internacional Unesco-José Martí, que recompensa una contribución extraordinaria a la unidad y la integración de los países de América Latina y el Caribe y a la preservación de sus tradiciones culturales e históricas de acuerdo con los valores del político, escritor y prócer cubano.
Además, Cuba cuenta con 12 cátedras Unesco y alberga en su territorio seis reservas de biosfera de la Red Mundial de la Unesco.
La Unesco estaba al borde de la ruptura, hoy la hemos revitalizado
La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, confiesa en una entrevista con Efe que el organismo que dirige “estaba al borde de la ruptura hace dos años”, pero que en la actualidad, con el primer aumento de su presupuesto en 15 años y la reducción de las tensiones políticas, está en vías de recuperarse.
En una entrevista por escrito desde América Latina, que recorre estos días en una gira por Uruguay, Cuba y Colombia, Azoulay (París, 1972) reflexiona sobre los movimientos sociales en esa región y sobre la crisis del multilateralismo.
También revela algunas de sus próximas iniciativas, como su intención de inscribir la Zona Desmilitarizada (DMZ) entre las dos Coreas en el Patrimonio Mundial, o desgrana los avances conseguidos en la 40 Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que tuvo lugar en noviembre.
Su llegada en 2017 a la agencia de la ONU con sede en París coincidió con un duro golpe, la retirada de Estados Unidos por la supuesta tendencia antiisraelí en el organismo, que acoge como miembro a Palestina en 2011.
Usted se convirtió en directora general de la Unesco hace dos años de una manera casi inesperada, ¿qué balance hace?
Hemos logrado dos objetivos principales: hemos restablecido la confianza en la Unesco al reducir las tensiones políticas y al mejorar su situación financiera. Por otro lado, hemos lanzado importantes iniciativas que encarnan la capacidad de la Unesco de proporcionar respuestas concretas a los desafíos del mundo contemporáneo.
A juicio de los observadores, usted ha logrado revitalizar la Unesco, incluido aumentar su presupuesto, algo que parece complicado en tiempos poco propicios para el multilateralismo y en ausencia de países como Estados Unidos. ¿Cuál es la “fórmula Azoulay”?
Hace dos años, la organización estaba al borde de la ruptura: en un contexto general de crisis del multilateralismo, la Unesco sufría quizá más aún que otros las divisiones políticas y sus consecuencias sobre la credibilidad de una institución tan pertinente todavía. Dos Estados anunciaron su marcha (Estados Unidos e Israel), importantes Estados miembros no hacían sus contribuciones obligatorias, las tensiones políticas nos impedían trabajar. Había una clara contradicción entre un mandato más actual y necesario que nunca, y la situación de bloqueo y división.
Había que llamar a cada uno a asumir sus responsabilidades, pero también demostrar la necesidad de una revitalización de la Unesco. No solo decir que el multilateralismo es importante, sino evidenciarlo sobre el terreno.
Es lo que hemos estado haciendo desde hace dos años: mostrar, a través de logros concretos, que la Unesco puede actuar para transformar el mundo en cuestiones tan vitales como la educación, la ciencia, la cultura y las libertades fundamentales. Y estoy feliz de habernos acercado a ese objetivo.
Pese a todo, usted tampoco ha escapado a las críticas, que la acusan de favorecer a Francia en el seno del organismo y de haber convertido la Unesco en un bastión francés.
Es necesario dejar estas disputas de capillitas, que son de otro tiempo. En lo que a mí respecta, estoy al servicio del mandato de la Unesco, de forma que la voz de cada uno de los 193 Estados miembros tenga los mismos derechos. Y es la fuerza de su consenso lo que ha permitido el éxito de la Conferencia General que acaba de terminar.
La Conferencia General es prueba de una renovada confianza: el consenso que existe sobre Palestina desde hace dos años; importantes iniciativas en educación e inteligencia artificial; el presupuesto, aprobado por consenso, que aumenta por primera vez en 15 años (así como las contribuciones voluntarias, que crecen un 41%); y una participación excepcional al más alto nivel, con el secretario general de la ONU Antonio Guterres, 15 jefes de Estado y de Gobierno, más de 200 ministros de Educación o de Cultura …
¿Qué iniciativas plantea para el organismo?
Trabajamos en tres ejes: primero, la reducción de las tensiones políticas para restablecer la confianza en la institución. A través de la ciencia, la cultura y la educación, podemos crear o restaurar vínculos, que luego pueden contribuir a otro tipo de iniciativas de paz. Es el caso, por ejemplo, con la inscripción conjunta por las dos Coreas en la lista del Patrimonio Inmaterial de una tradición compartida, el Sirum / Ssireum, y tal vez en el futuro hacer de la Zona Desmilitarizada (DMZ) un sitio compartido del Patrimonio Mundial.
Segundo, el reposicionamiento de la Unesco a través de iniciativas relacionadas con las grandes cuestiones actuales, en particular la educación, con la Iniciativa para la educación de niñas y mujeres, pero también la cultura como instrumento de paz (en Mosul, por ejemplo), y la tecnología, con el tema de la ética de la inteligencia artificial.
Tercero, la modernización del funcionamiento de la organización, fortaleciendo su eficacia, pero también el pensamiento estratégico para preparar el futuro.
Se encuentra en América Latina, una región en plena convulsión política…
Cada situación es única, pero existen aspiraciones comunes para una mayor inclusión, sociedades más justas y más sostenibles. Y, por supuesto, la educación, la cultura y la ciencia son piedras angulares de sociedades inclusivas y prósperas.
Por eso, estamos trabajando con los gobiernos y la sociedad civil para hacer que haya más espacio en la agenda para esas políticas fundamentales para el futuro de nuestras sociedades. En todo el mundo hay interrogantes y la necesidad de reinventar nuestros modelos económicos y sociales.
¿Cuáles son las prioridades de su viaje?
La Unesco tiene una rica historia con América Latina, cuyos artistas, escritores, músicos y luchas por los derechos humanos han estructurado y nutrido su trabajo desde su origen, de Pablo Neruda a Gabriel García Márquez, pasando por Mario Vargas Llosa.
Además, los Estados miembros de esta región son muy activos en todas las áreas de acción de la Unesco. Este ha sido el caso durante mucho tiempo en las ciencias humanas y sociales o la cultura. Ahora sucede cada vez más en ciencia, educación o información.
América Latina está en la vanguardia de los dos avances principales de la última Conferencia General: la ética de la inteligencia artificial y la adopción de la Convención mundial sobre el reconocimiento de las cualificaciones de educación superior.
Por lo tanto, deseaba hacer mi primer viaje después del Consejo a esta importante región para la Unesco y para mí personalmente, en un momento en que las sociedades expresan sus aspiraciones.
¿Hay que reconstruir el multilateralismo?
Para enfrentar los desafíos contemporáneos, no tenemos otra opción: las soluciones deben ser solidarias y multilaterales. Hay nuevas articulaciones por inventar entre lo local, lo regional y lo internacional.
El problema del clima no se resolverá a nivel nacional, pero las iniciativas locales inventan soluciones. La ética de la inteligencia artificial no se puede decretar solo a nivel nacional, porque una ética a la carta no sería realista. El discurso de odio en internet tampoco se detiene en las fronteras.
El multilateralismo es exigente, cierto, pero una vez que se llega a un acuerdo, esta unidad colectiva es una gran fortaleza para nuestra acción y permite tener un diagnóstico sólido y compartido.