De la lucha contra el imperialismo al “poder blando” del turismo masivo, el alma de Cuba y el conflicto identitario de la Isla desembarcan en Sundance con Epicentro, un asombroso a la vez que poético documental centrado en los niños cubanos filmado por el austríaco Hubert Sauper.
“La historia de Europa, América y África es una historia de cientos de años de imperialismo y antiimperialismo, de colonización y de anticolonización”, dijo a la agencia Efe este cineasta que fue candidato al Óscar con Darwin’s Nightmare (2004).
“Cuba trata de los mismos temas y es el ‘epicentro’ de las Américas: está geográficamente en el centro, fue línea de colisión en América entre comunismo y capitalismo con la Guerra Fría y la Crisis de los Misiles, y era el epicentro del Imperio español (…). La esclavitud, el colonialismo y la globalización del poder tienen una línea directa y todo se encuentra en La Habana”, añadió.
Lejos de ser un documental al uso, narrativo y con explicaciones de expertos, Epicentro presenta una mirada mucho más astuta y sutil al desvelar sus cartas a través de la voz de niños cubanos, aquí llamados “los pequeños profetas”.
“No es un documental histórico: es una película que cuentan niños de 10 años de La Habana. El público descubre esta locura de la historia con los niños: son ellos quienes cuentan el final de un Imperio (el español) y el comienzo de otro (el estadounidense)”, apuntó Sauper.
Epicentro establece como punto de partida el hundimiento del acorazado estadounidense Maine en 1898, con el que comenzó la guerra entre Estados Unidos y España por Cuba. Pero Sauper se saca un conejo de la chistera para conectar ese momento con otro hito histórico que ocurría en la misma época: el inicio del cine y su utilidad para la propaganda política.
“Tenían una tecnología nueva de hipnosis de masas que vuelven la opinión pública (en EE.UU.) en favor de la guerra. Y esa nueva tecnología se llamaba el cine”, explicó.
Epicentro afronta temas complejos como la influencia de los medios de comunicación en la sociedad, propaganda y posverdad, la mutación del imperialismo, pero lo hace con un aliento humanista y con una narración muy viva y fresca que busca voces e historias en los márgenes de La Habana.
“A veces se piensa en los documentales como algo aburrido: un profesor con una biblioteca atrás que te explica el mundo. Eso no me interesa. Los especialistas tienen sus lugares, pero no tienen su lugar en mi película”, defendió el realizador.
“Una película debe transportar una experiencia de vida, algo fuerte y fascinante, pero no transportar los hechos y números: eso existe, pero en libros o Wikipedia (…). Diderot dijo: ‘No aprendemos de la información: solo aprendemos de las experiencias’. Y esa debería ser la tarea del arte”, argumentó.
Por otro lado, Sauper desarrolló que el imperialismo tiene hoy en día “muchas formas”.
“Es también la infiltración de Facebook, que sugiere que la vida buena es dormir al lado de una piscina en una casa grande –dijo–. Uno de mis personajes dice que su sueño es ver a Mickey Mouse una vez en la vida real. Es absurdo, pero esta mujer cubana tiene este sueño estadounidense con su celular y su Facebook pese a que no conoce Estados Unidos”.
“Otras de las escenas para mí más lindas es cuando los niños entran en un centro comercial y encuentran una pluma estilográfica de 2.500 dólares y dicen ‘qué locura’. Y se ríen de ello”, agregó.
Aunque la lucha contra el imperialismo ha sido uno de los mantras de la Revolución Cubana, Sauper encuentra también en el turismo algunos de los rasgos más nocivos del contacto con el extranjero.
“El turismo es un fenómeno, en su forma masiva, superdestructivo. Consume las playas más bonitas del planeta, las ciudades viejas… Todo lo que es lindo y especial se destruye con el fenómeno del turismo”, dijo.
“Y es también una invasión como una invasión militar. Los turistas que van a La Habana vieja con estas cámaras es como una armada que dispara y entra en una ciudad. El simbolismo es alucinante”, concluyó.
Fantastico!