Ayer miércoles Cuba recordó al “Sonero mayor”, Benny Moré (1919-1963), uno de los músicos más grandes que ha dado la cultura cubana. Se cumplen 57 años de su muerte y el “Bárbaro del Ritmo” no pasa desapercibido en su tierra.
Como ocurre en los aniversarios de su nacimiento y muerte, uno de los principales homenajes es la peregrinación hasta su tumba -Monumento Nacional desde noviembre de 2009- en el cementerio de su pueblo natal, Santa Isabel de las Lajas: su “rincón querido”, como aseguró en uno de sus temas.
Las actividades en la localidad cienfuegueras incluyeron la presentación del documental “Los últimos días de Benny Moré”, del realizador Damián Pérez Téllez.
El filme refleja la vida y obra del cantante y compositor fallecido de cirrosis hepática a los 44 años de edad, en pleno apogeo de su carrera artística, noticia que conmovió a toda Cuba, cuyo pueblo lo despidió con un cortejo multitudinario.
También hubo “Toque de Makuta” en el Casino de los Congos, en el barrio La Guinea, el lugar donde el “Sonero Mayor” aprendió a dominar los tambores, el baile y los ritmos de sus antepasados africanos.
A su vez, y como parte de la la trigésima jornada de la cultura lajera, se desarrolla el coloquio “Cultura e identidad” para exponer investigaciones sobre tradiciones y patrimonio. Participan historiadores y músicos de varias regiones del país, quienes reafirman el legado de Moré en el patrimonio cultural de Cuba, así como la importancia de su promoción en las más jóvenes generaciones.
Bartolomé Maximiliano (Benny) Moré Gutiérrez nació en Santa Isabel de las Lajas el 24 de agosto de 1919 y a pesar de su origen pobre se convirtió en un afamado músico debido a su talento natural y a una privilegiada voz de tenor con la que entonaba con impecable expresividad y original fraseo.
En Cuba decir Benny Moré es hablar de lo máximo de la música popular y reconocer la existencia de un genio capaz de sintetizar diversos géneros musicales, el guateque campesino, la bohemia, la descarga, el café, el ron, el teatro, la fiesta, los carnavales y el espectáculo.
Nunca estudió música en academia alguna, aprendió de oído a tocar la guitarra y antes de conocer el éxito transitó por diversos oficios para ganarse la vida, desde cortador de caña hasta vendedor.
Quiso probar suerte en La Habana, donde ganó un premio de interpretación que le valió para integrar el popular conjunto Matamoros con el que viajó a México a mediados de la década del 40. Allí comenzó una trayectoria ascendente en la que se integró como cantante a la orquesta de Dámaso Pérez Prado, el creador del mambo.
A principios de los años 50 regresa a Cuba y en 1953 logra su sueño de organizar una orquesta propia: su “Banda Gigante”. Con ella brilló en escenarios de México, Brasil, Puerto Rico, Panamá, Venezuela, Haití, Estados Unidos y Colombia.
Entre 1958 y 1962 la salud del “Bárbaro del Ritmo” se deterioró, no cuidó su dolencia, y siguió una frenética actividad musical con presencia en bailes, cabarets, radio, televisión y giras por provincias.
La última actuación, con su propia orquesta, fue en el pueblo de Palmira, en la antigua provincia Las Villas, el día 16 de febrero de 1963, tres días antes de su fallecimiento. (EFE, OnCuba)
Existen seres que por pujanza logran desarrollar habilidad artística y así se las ingenian para exhibir morisquetas y dejarse conocer, eso no es mas que imposición. Los públicos luego se distraen y no distinguen entre el artista genuino y el confeccionado. El Beny fue por antonomasia un artista ingénito y único. Bordo con letras de oro su colosal talento artístico y musical. A tal punto que en su cosmogonía autodidacta y su desarrollo magistral aporto un paradigma supremo a las artes cubanas; y luego, rompió su propio molde, Jamás habrá otro Beny. El Beny es de esos seres que la suerte dota de hechizo y de talento Únicos y les hace sempiternos…El Beny es hijo legítimo predilecto de Cuba y de su Música. El Beny vivirá… por siempre… vistiendo de lujo el acervo cultural cubano.