La temporada ciclónica que comenzará el próximo 1ro de junio promete ser más activa de lo normal. Al menos así lo han pronosticado varias universidades e instituciones especializadas en el tema, lo que ha disparado las alarmas sobre las posibles consecuencias de ciclones y huracanes en momentos en que la región sufre los embates de la Covid-19.
Las universidades de Colorado, Arizona y Carolina del Norte, el Consorcio de Riesgo de Tormenta Tropical del Reino Unido, y las compañías de servicios meteorológicos AccuWeather y The Weather Company, “prevén un número de tormentas nombradas mayor que el promedio del período 1981-2010, que es de 12”, resume este martes el sitio digital Cubadebate.
Siguiendo los pronósticos de estas entidades, la cifra de tormentas sería de 16 o más –incluso podría estar por encima de 20, según la Universidad estatal de Carolina del Norte–, al tiempo que los huracanes se situarían entre siete y 11, con ocho como promedio, y los huracanes intensos podrían ser entre dos y cinco, con cuatro como la previsión más probable.
Dan Kottlowksi, quien dirige el equipo de meteorólogos de AccuWeather, dijo el pasado marzo a el Nuevo Herald que la de 2020 que va a ser una temporada con una actividad “por encima de lo normal”, lo cual “no es nunca bueno para la región, pero este año puede ser aún peor por la pandemia de coronavirus”.
El experto explicó que las cuatro últimas temporadas ya habían sido más activas que la media histórica y recordó que la de 2019 fue “excepcionalmente activa”, solo equiparable a la de 1969, con 18 tormentas y huracanes potentes como Dorian, Lorenzo y Humberto, que causaron pérdidas por 11.000 millones de dólares.
Este año, el escenario no es ciertamente prometedor. Las temperaturas de la superficie marina en gran parte del Atlántico tropical y subtropical están ya por encima de lo normal, al tiempo que los modelos climáticos pronostican que se mantendrán más cálidas que la media, en especial en agosto, septiembre y octubre.
Además, de acuerdo con los especialistas, el evento ENOS, conocido como “El Niño” y considerado un regulador de la temporada ciclónica se encuentra en una fase neutra, que podría extenderse durante todo el verano boreal. Ello podría traducirse en una circulación troposférica superior que favorecería la formación e intensificación de los ciclones en la región atlántica.
No obstante, aunque las condiciones previstas resultan favorables para una temporada ciclónica activa, al menos para el territorio cubano el experimentado meteorólogo José Rubiera –citado por Cubadebate— advierte que “ninguna correlación entre la cantidad de ciclones tropicales que se originan en el Atlántico y el número de impactos que se producen en Cuba ha sido demostrada”.
De acuerdo con Rubiera, “no se puede saber si un ciclón tropical pasará por el punto específico” a partir de análisis realizados con mucha antelación. En su opinión, a estos modelos “hay que verlos como una tendencia general y nada más”.
Además, refiere la publicación digital, Cuba “puede ser afectada o no con independencia del comportamiento que tenga la temporada”. Y como ejemplo, refiere lo sucedido el pasado año, con una temporada considerada como la tercera más activa desde que se tienen registros, con 18 tormentas, de las que, no obstante, ninguna afectó al territorio cubano. En cambio, la de 2002 no fue activa y, sin embargo, dos huracanes azotaron la Isla.
La temporada ciclónica se extiende entre el 1ro de junio y el 30 de noviembre. Sin embargo, los expertos alertan que en los dos últimos años se ha reportado actividad ciclónica en mayo, con tormentas surgidas antes del inicio del calendario oficial.