Los Domadores de Cuba ya están en la final de la IV Serie Mundial de Boxeo después de desbancar categóricamente al Russian Boxing Team por barrida de 5-0 en el segundo cruce semifinal. Resultado inobjetable ante la potente escuadra (8 éxitos y dos descalabros en el global) que les abre las puertas a los antillanos para discutir el ansiado trono en su primera participación en el torneo.
El bullicio del público asistente al encuentro en el Coliseo de la Ciudad Deportiva volvió a arrinconar al buque ruso que llegaba presto a acometer la proeza de revertir el 2-3 de la primera semifinal, pero en definitiva, los europeos volvieron a salir abatidos del salón de Vía Blanca y Boyeros al quedar arrollados en las 5 peleas de la noche. En la lid, en sus dos visitas a la Habana, en total en 10 pleitos, no pudieron alcanzar ni tan solo una sonrisa.
A pesar del favoritismo previo de los Domadores antes del inicio del cartel, siempre la reserva del resultado estuvo latente, aunque de antemano se sabía que cualitativamente los anfitriones eran superiores. Para los discípulos de Rolando Acebal, los topes más complicados del match eran el de apertura (52 kg) y el de cierre (+ 91 kg), en el resto con solo el anuncio de sus contendientes se sabría el ganador del combate.
El trillo hacia la final lo abrió el joven Leodan Núñez, que en su segunda presentación en la serie, bateó sin miramientos a Ovik Oggannisian. No defraudó en el encerado, impuso su ritmo de pelea, llevo a su adversario al territorio que quiso, a la corta distancia a intercambiar todo el tiempo sin descanso, sin poder tomar un aire ni dejar cavilar, al menos, alguna estrategia. Núñez, con una velocidad increíble para sacar sus puños de la coraza, nunca descanso durante los 5 asaltos, tiró y tiró, con derecha, con izquierda, buscando el frente, para resguardar así sus dudas, a la postre, su mano terminaría levantada al termino del pugilato.
La pelea de los 60 kg fue otra conferencia boxística ofrecida por el Dc. Lázaro Álvarez, en este caso su oyente, Konstantin Bogomazov, no pudo hacer otra cosa que tomar notas dentro del ring. El ruso desde el inicio intento asediar al cubano con una ofensiva voraz, yendo hacia adelante como un tren, sin pasmo alguno. Pero la lujuria de Bogomazov por descifrar el plexo de Álvarez llegaría rápidamente a su fin cuando este último le pegara un cortico de zurda en pleno rostro que lo mandaría de rodillas a la lona en el mismo primer round. Después de aquel pasaje, el pleito fue todo del de San Juan y Martínez, no hubo manera de que Konstantin se quitara de su cuerpo los ganchos agudos y los rectos abominables, incluso, ya sabiéndose ganador Lázaro, tal vez por complacer a su rival y a los presentes, decidió inmiscuirse en el centro del cuadrilátero y aceptar el reto, aunque ni así, fuera de sus aguas, el cubano sucumbió.
Con la noche avanzada y la velada en su punto medio, le tocó a Roniel Iglesias apuntalar el boleto hacia la final. Su rival era el hombre de más palmarés que traían los rusos en el plantel, Andrei Zamkovoi, subtitular mundial de Milán 2009 y bronce olímpico de Londres 2012. Currículum que a la larga no se mide ni por asomo a la estela de Iglesias, ni pudo verse en escena en algún momento. Roniel despedazó a su oponente, de principio a fin, fugaz en sus movimientos dentro y escurridizo a la defensa, no dio tregua. Su efectiva derecha fue un medio acomodador para dar paso a su letal zurda removedora, una combinación mortífera que taladró la guardia de Zamkovoi dejando abierto ya con esta victoria el pase de los Domadores a su primera final en Series Mundiales de Boxeo.
Por tanto, los combates en 81 kg y + 91 kg fueron puro trámite, casi que par de sparring para acabar el cartel, para cumplir con lo señalado. Primero Julio Cesar La Cruz, en su regreso, no dejo caer la bandera del invicto y venció sin muchas complicaciones a Aleksander Khotyantsev, púgil que venía avalado por su pegada, de la mano derecha de este ruso habían caído dos hombres sin poder reponerse. Pero el camagüeyano con un boxeo inteligente, de estilo, entrando y saliendo sin dejarse ver, con eso y nada más, le bastó para someter al asesino Khotyantsev a la derrota.
El turno de cierre fue para los supercompletos José A. Larduet y Magomed Omarov que se enfrascaron en un embrollo de golpes. Estas dos moles salieron prestas a abatir a su adversario, de un mazazo o como fuese, de ahí que se la hayan pasado lanzando zarpazos sin vacilar, por momentos se encontraron en el encerado y la pelea tomó algo de expectación, se pegaron, se abracaron, pero de aquella roca que se movía para un lado y para otro sin mucho talante, sin glamour, Larduet sacó la mejor parte. Fue más económico y efectivo, esencias de su triunfo final.
Así, los Domadores ahora esperan por su contendiente (o el Astana Arlans de Kazajstán o el Bakú Fires de Azerbaiyán) para la final que se desarrollará los días 30 y 31 de mayo en sede aún por decidir. Un resultado que le devuelve algo de serenidad al boxeo cubano.