El título nos remite a los hombres de los Medias Negras de Chicago cuando vendieron la final de Serie Mundial de 1919 ante los Rojos de Cincinnati. De por vida, ocho hombres fueron apartados del béisbol de las Mayores, y aunque la culpabilidad de nombres como Eddie Cicotte no tiene discusión, el lodo salpicó a un sacrificado Joe “Shoeless” Jackson, quien falleció reclamando su inocencia. Siete pecadores hicieron pagar a un justo. Ninguno del grupo tiene derecho a Cooperstown.
Historias parecidas, sanciones excesivas, absurdos reglamentos, racismo y fatalidad son condimentos en muchos deportes, en especial el béisbol, donde Cuba tiene algunos curiosos e incómodos lunares. Hoy invitamos a examinar ocho casos criollos en diferentes épocas:
Antonio “Quilla” Valdés
Fue el mejor de los torpederos aficionados antes de 1959, la mayor parte de su carrera con el club Hershey, y a pesar de su espectacularidad defensiva, buen bateo y liderazgo, nunca quiso participar como profesional.
Su debut como jugador, en 1930, coincidió con la guerra deportiva entre la Unión Atlética Amateur de Cuba (UAAC) y la Liga Social, por tanto, situaciones ajenas a su voluntad lo mantuvieron vetado a todo evento internacional por algunos años.
Cuando el equipo Teléfonos decidió afiliarse a la UAAC y abandonar a la Social, la primera institución dictó descalificación a todo atleta que no estuviera bajo su auspicio.
Por presión popular, “Quilla” recibió luego una rehabilitación parcial para actuar en eventos nacionales, pero en 1942 la Federación Internacional interpretó que si un hombre era apto como amateur dentro de su territorio, podría serlo también fuera de este y entonces el short stop pudo representar a Cuba en la Serie Mundial de 1943 y en la Serie Interantillana de 1944 en Santo Domingo.
Daniel Parra
El lanzador zurdo villareño era una carta de triunfo tanto para el equipo Fortuna, del campeonato amateur, como para la selección nacional, y además figuraba en la lista de jugadores más populares de Cuba cuando descubrieron había usado nombre falso.
Todo pelotero en condición aficionado debía regirse por el estricto reglamento de la UAAC, la cual no permitía negros o mestizos, ni que jugador alguno cobrara por sus servicios. Ante la necesidad monetaria muchísimos hombres aprovechaban el receso del evento para irse a otras provincias y centrales, donde recibían buenas sumas.
En 1944, Parra cambió su apellido al de Uvas, para establecerse en Camagüey con el equipo local Cromo, con el cual ganó buena cantidad de partidos. Al descubrirse el engaño recibió una suspensión de por vida, pero el proceso provocó la denuncia de más de una decena de casos similares envueltos en la impunidad y de corrupción en la UAAC, bajo el mando de Laureano del Prado. Varios medios de prensa siguieron el proceso, pero a fin de cuentas, Daniel Parra optó por firmar como profesional con el Williamsport de Estados Unidos.
Conrado Marrero
El Guajiro de Laberinto fue el lanzador más popular de Cuba durante décadas, una vida digna de un filme dado su figura antiatlética (regordete, de poco tamaño y dedos magullados por el trabajo agrícola) y a su tardía llegada a las Grandes Ligas, con más de 40 años, justo al peor equipo de la Liga Americana.
Desde 1938 llegó a ser el puntal del Cienfuegos Sport Club, dándole un título, y a pesar de su floja velocidad, su proverbial control sobre el slider lo hizo el primer brazo de la novena nacional en cuatro Series Mundiales Amateurs.
A pesar de tal prestigio, en 1943 la UAAC perseguía a todo pelotero que cobrara, la única alternativa de sobrevivencia para algunos, y como Marrero ya había discutido muy fuerte con el presidente de esa liga, Prado lo persiguió y descubrió lanzando en Camagüey contra el Deportivo Matanzas. Marrero me relató cómo le habían ofrecido 100 pesos, de allí el riesgo que le costó una sanción por seis meses.
Después hizo otro juego de beneficio para el Liceo de Sagua la Grande y el lanzador Narciso Picazo lo denunció. Ante una segunda sanción como aficionado abandonó ese estatus y firmó para Almendares en el invierno y para los Senadores de Washington en Estados Unidos. El profesionalismo ganó una luminaria.
Ibrahim Brull
Este lanzador integró dos selecciones nacionales, los Mundiales amateur de 1951 y 1952, y en ambas ocasiones fue expulsado del campeonato en que actuaba ¿Cómo es posible?
Pertenecía a la matancera Liga de Pedro Betancourt, cuando al finalizar la zafra se fue a título personal a pitchear con el central América, Contramaestre, provincia Oriente, y cuando recibió la notificación de la UAAC para integrar la novena nacional en 1951, la liga de Pedro Betancourt lo suspendió por no incorporarse.
Paradójicamente en la segunda ocasión, tras su regreso de la Serie Mundial de 1952, renunció al salario del central América para irse al Cubanaleco de la UAAC y este circuito lo declaró profesional por haber jugado antes en la Liga de Pedro Betancourt, aunque lo cierto es que pudo ser acto racista por su condición de mestizo.
Cuando al UAAC necesitó pitchers para el Cuba lo buscó, mientras la Pedro Betancourt cobró venganza, y cuando intentó entrar con la Unión esta recordó que no era blanco del todo y buscó una justificación en su pugna con una liga rival.
Brull se mantuvo entonces como jugador independiente (pasó por los centrales Báguanos y Cunagua) hasta pasar al profesionalismo en Estados Unidos con el Midland, en la Long League de las Menores.
Dassel Thompson
¿Quién es este hombre? Es poco probable su reconocimiento, pero es precisamente uno de los detalles de la historia. Se trató de un “pichón” (nombre dado a los descendientes de caribeños en Cuba) que jugaba la primera base de los Mulos de Nicaro cuando estos ganaron la Liga Popular de Oriente en 1956 y 1957.
Había nacido cerca de Tánamo y con el equipo de las minas de níquel llegó a ser un temible bateador en el circuito amateur de esa región, al extremo de consolidarse como jugador más valioso, líder en jonrones e impulsadas durante la Serie Antillana en Puerto Rico, ganada por los Mulos en representación de Cuba.
Desde entonces llamó la atención de los scouts, hasta firmar para el sistema de Ligas Menores, pero Thompson rehusó emigrar a causa de la efervescencia por el triunfo de la Revolución en 1959, y dejó sin efecto su contrato para integrarse a la rebautizada planta niquelífera René Ramos Latour.
Cuando en 1960 la Dirección General de Deportes (DGD) organizó el primer torneo nacional aficionado, los directivos le impidieron integrarse al nuevo campeonato cubano, pues tenía “la mancha” de su convenio rentado…
¡Cuatro meses antes de la desaparición del profesionalismo en Cuba! ¡Si ni siquiera lo hizo efectivo con actuación o cobro alguno! La prometedora carrera se vio trunca por exacerbados prejuicios, pues aludían que podría contaminar el espíritu de los nuevos valores atléticos, y Dassel tuvo que terminar sus días como obrero minero.
Pedro José Rodríguez
El gran jonronero de Las Villas y el equipo Cuba fue relegado al ostracismo por una interpretación extremista de una prohibición. Su historia sería hilarante al juzgar hoy en día que lo antes prohibido se ha convertido casi en obligatorio en las relaciones comerciales cubanas, pero es patética al socavar la carrera de un joven con 29 años, con 276 jonrones, hasta ese momento quinto bateador histórico de Series Nacionales en slugging, impulsadas y bases recorridas.
Tras un torneo en Venezuela, un jugador de ese país le obsequió 92 dólares, mas, aun sin utilizarlos ya a su llegada a Cuba una posible delación de un colega había puesto sobre aviso a extremistas directivos.
Desde juvenil había rechazado millonarias ofertas de los scouts profesionales, pero una cifra tan ínfima fue suficiente para una inquisición que lo expulsó por tres años. “El Señor jonrón” regresó sin suerte, su capacidad estaba oxidada y tuvo que retirarse para casi pasar al olvido.
En los años 90, el dólar estadounidense fue despenalizado y en este 2020 eliminado su gravamen para favorecer ventas en tiendas específicas ¡Veleidades del momento que le tocó a Cheíto!
Rey Vicente Anglada
El espectacular infielder de Industriales era un ídolo y ya había incluso vestido las letras del Cuba cuando el escándalo de la venta de juegos lo salpicó. Su nombre estaba en la lista publicada por el diario Granma, pesadilla donde la duda pesó más que las pruebas para una condena judicial de un año por peligrosidad (proclive a delinquir en el futuro, a lo Minority Report).
Anglada: “No tenemos la obligación de pensar igual, pero sí tenemos la obligación de respetarnos”
Su nombre y sus records fueron borrados y muchos años después cayó parte del velo del asunto. Varios de los implicados sí vendieron partidos y comentaron luego como fueron presionados a declarar contra Anglada. Pareció ser un ajuste de cuentas por las relaciones del segunda base azul con el jardinero Bárbaro Garbey, a quien no denunció ante su inminente salida por el Mariel.
La falta de transparencia deja algunas dudas, sin embargo Anglada tuvo su reivindicación al ocupar la dirección de su antiguo equipo, al cual le dio trofeos y también fue manager del equipo nacional.
Michel Enríquez
Otro tercera base como Cheíto que renunció a millonarias ofertas. El símbolo de la Isla de la Juventud está entre los primeros en average de por vida, recordista en dobletes, campeón olímpico, mundial, subtitular del Primer Clásico Mundial, una hoja de servicios cuya curva descendente lo llevó a los Piratas de Campeche, Centinelas de Mexicali y coach de los Cañeros de Los Mochis.
Sus relaciones en México lo animaron a autocontratarse y aun cuando esto no afectaba su presencia en la Serie Nacional de 2017, esta acción personal fue pecado mortal. Todos los contratos deben pasar por las condiciones de Cuba Deportes. No importó su historial y estuvo excluido del campeonato nacional a pesar de la repulsa popular por la medida.
El hecho coincidió con el fallecimiento de su madre y cuando en señal de apoyo sus compañeros colocaron el número 12 en las gorras también recibieron regaños al “no estar contemplado en el reglamento”.
Aunque la medida terminó antes del fin del torneo local y Michel pudo reforzar a Pinar del Río, su caso asemeja a un escarmiento por si otro jugador desea contratarse por su cuenta.
Sr. Oreidis Pimentel: Reciba antes que todo mi cordial saludo. Le escribe Ibrahim José Brull Arias, Gloria Deportiva del Béisbol Cubano, residente en la Ciudad de La Habana. El motivo de la presente es darle a conocer mi opinión, luego de escuchar detenidamente, en el día de ayer, la lectura hecha por mi hija Adriana de su artículo titulado ” Ocho hombre fuera” con fecha 5 de agosto del 2020. Para mi es lamentable haberlo leído casi 6 meses después de publicado pues, de inmediato, le hubiera hecho llegar mis consideraciones. No obstante, como reza el refrán: ” más vale tarde que nunca” decidí escribirle ahora, en febrero del 2021.Lo primero que deseo señalarle es que es totalmente falso lo que se describe sobre una etapa de mi vida deportiva referido a: Expulsiones de Campeonatos Mundiales Amateurs de 1951 y 1952; Irme a título personal de la Liga Pedro Betancourt para pitchear con el Ctral América así como la suspensión de esa Liga por esa conducta; lo que se narra en cuanto a lo sucedido con el Cubaneleco y la UAAC, además de asociarlo a un acto de racismo y, por último, nunca fui un Jugador Independiente. Mis argumentos y razones lo avalan no sólo mi memoria sino mi archivo personal con documentos, escritos, fotografía, libros, etc, de la época que guardo con celo y conserva mi familia. Sr. Oreidis, desconozco las fuentes consultadas por Ud para narrar tales hechos que no son ciertos y que, en mi caso y a mi juicio, resulta verdaderamente lamentable. Por eso la importancia de estar vivo y dar fé de lo que estoy expresando con absoluta convicción.Soy una persona de 92 años, posiblemente el atleta del Béisbol en Cuba más longevo, que disfruto del regalo de la vida. Para mis años, disfruto igualmente de mis capacidades mental y física por lo que puedo relatar perfectamente todo lo concerniente a mi vida deportiva, independientemente de contar con las pruebas documentales que lo sustentan. Sr Oreidis, le reitero que estoy en la mejor disposición de conversar con Ud o cualquier interesado, sobre el tema que nos ocupa pero debe entender que estoy en el deber moral de expresarle mi inconformidad sobre lo relatado en su artículo, concerniente a una etapa de mi vida deportiva porque es la única forma de poner en su justo lugar a los que, por sus méritos deportivos relevantes, merecemos respeto; por los fanáticos del Béisbol que sienten respeto y admiración por sus “ídolos” en el deporte y por los seguidores de la historia del Béisbol de siempre, los cuales tampoco merecen relatos o publiciones con distorsiones ni equívocos. Para cualquier intercambio sobre el tema me puede contactar x el email de mi hija o llamarme al 76436847. En espera de su comprensión y especial atención sobre el particular queda de UD. Fraternalmente, Ibrahim José Brull Arias