Ha muerto uno de los más extraordinarios cubanos con quienes he compartido el suspiro de tiempo que nos toca vivos. Eusebio Leal fue un intelectual brillante, un orador superdotado, un humanista impecable, un amante terco…incansable; y, sobre todo, un hombre útil.
Cuesta imaginar que formalmente haya estudiado solo hasta el sexto grado, este hombre sabio que recibió los más altos premios de la academia en tantos lugares del mundo. Empezó a trabajar desde los 16 años y se formó a sí mismo, no solo leyendo sino escuchando; se dice que era un excelente escuchador, con esa sed insaciable de tragarse el mundo, de entender el mundo y a las personas, de encontrar la poesía que se esconde en un gesto, o en una pared.
La gran obra de Eusebio es La Habana, y esa ciudad —que es también la mía— le debe a él lo que se ha salvado de ella. No solo impidió con su cuerpo y su alma que la ignorancia, o la desidia, o la miseria, le arrancaran pedazos o la dejaran morir; sino que planificó y ejecutó —hasta donde pudo, y fue bastante— su resurrección.
Pensaba La Habana como un cuerpo vivo, por eso no se podrá decir jamás que Eusebio Leal se dedicó a restaurar sus plazas, sus calles, sus edificios… él sabía que el alma de las ciudades está en su gente, en toda la gente que la habita y la ha habitado; por eso para él conservar era un acto, no de riqueza, sino de supervivencia.
“Como las personas, cada ciudad tiene sus huellas. Más que un conjunto de definiciones y de memorias, La Habana es un estado de ánimo. La gente llega y se pregunta ¿qué pasa aquí que me siento tan bien, que es tan grato estar?
La Habana es una ciudad ecléctica, como los cubanos, una síntesis de los elementos de la arquitectura clásica, de la moderna, de la contemporánea, del art nouveau, al punto de llegar a las Escuelas de Arte de Cubanacán. No sabemos qué pasaría si se disloca ese trazo urbano, ese diseño tan especial, en el cual puedes recorrer la línea del Malecón, desde los espacios más nuevos de la ciudad hasta el Centro Histórico, siempre de cara al mar. La Habana es la ciudad insular, la ciudad puerto, una ciudad en la que en las noches se sientan en el Malecón diez, quince, veinte mil personas a dialogar, a mirar, a tomar el fresco. La Habana es una ciudad de cara al mundo.”1
Los cubanos hemos perdido un hermano excepcional, un iluminado que cambió nuestras vidas, que salvó algo de nosotros mismos. La Habana está de luto, es una huérfana que sacó sus sábanas blancas como inmensos pañuelos para consolar un llanto hondo. Ahora le toca hacerse grande como cuando, a cualquier edad, tenemos que dejar de ser niños porque la orfandad nos obliga.
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Notas:
1 “La Habana es un estado de ánimo” entrevista a Eusebio Leal por Julio César Guanche.
A Eusebio, como a Albear, habrá que construirle en una Cuba libre, una estatua. El primero hizo un acueducto que ganó premios internacionales y que todavía hoy es la fuente principal de suministro de agua en La Habana. El segundo logró salvar un poco de nuestra arquitectura colonial en medio de una dictadura solo interesada en darle maquillaje a su efímeras contribuciones al patrimonio de la nación cubana.
Este fue el que mando a imprimir y publicar el libro: La vida gansteril de Fidel Castro escrito por Leonel Soto?? Cuando aquello Eusebio estaba solo, igual que cuando los militares le quitaron todo el control del casco historico, hoy despues de muerto le lloran, comunistas siempre tan hipocritas