Si a un pintor se le ha de autorizar una exposición, si un ciudadano debe obtener un visado
para poder ir durante las vacaciones al mar, si un futbolista debe formar parte de la selección
nacional, primero hay que reunir todos los dictámenes e informes sobre él
(de la portera, de los compañeros de trabajo, de la policía, de la organización del partido, de los
sindicatos), luego éstos son analizados, sopesados y resumidos por funcionarios especiales designados
para esos fines. Pero aquello de lo que hablan esos dictámenes no se refiere a la capacidad del
ciudadano para pintar, jugar al fútbol o a si su salud necesita que pase las vacaciones junto al mar. Se
refiere única y exclusivamente a lo que se dio en llamar «perfil político del ciudadano» (o sea, a lo que
el ciudadano dice, a lo que piensa, al modo en que se comporta, a si participa en reuniones y en
manifestaciones del primero de mayo). Dado que todo (la vida cotidiana, la carrera profesional y hasta
las vacaciones) depende de la evaluación que se hagadel ciudadano, todo el mundo (si quiere jugar al
fútbol en el equipo nacional, exponer sus cuadros o pasar las vacaciones junto al mar) tiene que
comportarse de modo que la evaluación sea positiva.
Kundera. La insoportable levedad del ser.
Ante el fraude, el previsible grito en el cielo es otro fraude, el verdadero. Alguien vende y alguien compra en La Habana la prueba de ingreso de Matemática a la universidad, y la opinión pública –llamémosle así- se insulta y se entristece. Su insulto y su tristeza parecen una consecuencia, pero son, en realidad, la causa.
Yo tengo, nosotros tenemos, una larga y estrecha relación con el fraude. Con lo que nos han dicho que es fraude, con lo que nosotros creemos que es fraude, y con lo que finalmente parece ser. En primaria, la auxiliar pedagógica iba hasta el pupitre, agarraba mi examen y lo circulaba entre los estudiantes cuyos padres conseguían lámparas de techo, cuyos padres regalaban perfumes y vestidos.
Era la primaria de Elián González, el Cárdenas de los noventa. Varadero quedaba a diez kilómetros, y en aquellos hoteles al cash los dependientes y cantineros solían ganar trescientos y cuatrocientos dólares por noche, lo suficiente para pagar, a hurtadillas, el precio de la educación gratuita.
En más de una tribuna, pañoleta roja y a voz en cuello, exigí que devolvieran a Elián. No me escuchó Janet Reno, ni Clinton, pero Fidel Castro me dio la mano, me revolcó el pelo, con ese gesto cariñoso con que se le revuelca el pelo a los muchachos, y me preguntó qué quería ser. De grande. Yo era un niño convencional y dije que médico, pero si hubiera sabido lo que sé hoy, habría dicho dependiente, barman de snack-bar. Después el Comandante se marcharía, y yo, escondido de los maestros y de mis padres, con la misma mano del saludo, comenzaría a pasar los exámenes por debajo de la mesa, para ciertos amigos sin influencia familiar.
El placer de lo prohibido, esa zona ilegal, de riesgo, donde las amistades se definen. He de decirlo: si el contexto hubiese sido distinto, yo igualmente me hubiera prestado para el fraude. Si un condiscípulo necesita una respuesta, puesto a escoger entre la idea de ayudarlo y que resuelva, o de no ayudarlo y de pensar que únicamente así lo ayudo, con una lección de honestidad que algún día me sabrá agradecer, aunque en el momento me condene… puesto a escoger, digo, en ese segundo de tensión, en que un náufrago te implora ayuda y te hace señas disimuladas, yo escojo, siempre escogí, la primera. Siempre, sin titubear, dije la respuesta, y me enorgullecí de ello.
Supongo que por decisiones semejantes es que se ha demorado, y se demorará, la aparición del hombre nuevo. De cualquier manera, el contexto fue como fue. La rigurosidad no les habría servido de mucho a mis condiscípulos. Nadie les exigiría luego los conocimientos que dejaron de aprender, el ejercicio del pensamiento, y no tanto el del pensamiento como el de la transparencia. Más bien, la lección a largo plazo fue la de sobrevivir a pesar de la ley, sortear el instante a como fuera, no sincerarse. Después de tanta promesa de futuro, la única enseñanza sigue siendo el ahora. No tender una mano en nombre del mañana suele ser, como norma, demagogia.
La ayuda que ha venido necesitando Cuba es que alguien, por Dios, le sople cuanto antes la respuesta. Tantos suspensos ya, y los alumnos inteligentes no se apiadan. Seguimos en la misma aula, en el mismo pupitre, sin que la moral, la dignidad y la rectitud ante lo mal hecho nos deje pasar de grado.
Pero la escuela reproducía, y al parecer todavía reproduce, el mismo mecanismo de lo que no es la escuela. Fingir que alcanzábamos una nota que en realidad habíamos comprado. Fingir que con el salario llegamos a fin de mes.
En el preuniversitario, donde todos eran más inteligentes que yo, copié respuestas a diestra y siniestra, busqué y encontré cada una de las pruebas que otros pagaban. Me hundí en el fraude y el simulacro. Y, sinceramente, nunca experimenté conflictos. No había, no hay todavía, fuera de la retórica, un patrón que indique que lo que hacíamos estuviera mal.
Los exámenes se han seguido comprando porque todo apunta a que el vicio es un buen negocio. Si aparentar corrección política, algo tan fácil, es el non plus ultra de la exigencia ciudadana, obviamente las pruebas de ingreso de Matemática seguirán siendo un robo. No hay en Cuba una ecuación legal mediante la cual nos dé la cuenta. Hoy penalizarán a los profesores que violaron las reglas, y mañana vendrán otros dispuestos a correr los mismos riesgos, dispuestos, como es lógico, a pisotear la ética para poner un plato en sus mesas.
La auxiliar pedagógica tenía que agarrar mi examen y circularlo entre los niños de padres pudientes porque no podía morirse de hambre. El médico cobra la consulta, el cocinero roba, los burócratas agilizan o enternecen los trámites a conveniencia, el estudiante simula responder una pregunta por la que ya pagó su precio. Y todo eso, lo sabemos, es legal. El grito en el cielo, cada vez que la fosa se desborda, es lo que no es legal. Nuestra enfermiza hipocresía es lo que no es legal. El modo en que todos conocemos el tamaño solar de la mentira, y la seguimos propulsando, es lo que no es legal. El fraude, en Cuba, está en la palabra, no en los actos. En el discurso, no en la manera en que sorteamos la legislatura ideológica de esos discursos.
En principio, no digo siquiera que nuestro destino reciente no fuese inevitable, todavía soy capaz de entender eso. Digo que debimos haberlo asumido. Como no lo asumimos, tengo entonces el derecho elemental a pensar que nuestro destino sí pudo haber sido de otra manera.
En onceno grado, se filtró la prueba de Historia. Las notas fueron tan alarmantemente altas, que los profesores decidieron repetirla. Los profesores, ineficientes detectives, carecían de una evidencia real, y presionaron como curas para que confesáramos. ¡Qué ingenuidad! Los alumnos rasgaron sus vestiduras. Algunos lloraron en plena plaza central. En mi aula, pasaron un papel para que lo firmáramos en señal de protesta. No lo firmé. Una madre rechoncha y melosa, de las insoportables, de las que llaman al profesor todas las noches para preguntar por la niña suya, dijo que yo no firmaba porque como sabía Historia quería que repitieran la prueba, para que los demás salieran mal y bajaran en el escalafón.
Típica imbecilidad de quien te acusa de lo que padece. Que aquella madre pacata se atreviese a decir lo que dijo, habla de cuán familiar nos es la idea del fraude. Yo no firmé no porque, como ha quedado claro, la idea del fraude me fuera repulsiva, sino porque nunca he roto una lanza por una causa en la que no crea tener la razón. El cinismo me alcanzaba para hacer trampas y no responder al llamado cívico de confesar la falta. El rigor, sin embargo, me impedía declararme inocente. Cinismo y rigor pueden ser una misma cosa, solo depende de qué lado del fraude se mire.
El origen de esta actitud última, que es al final lo que vale del asunto, creo saber ubicarlo: en mi padre comunista (aclararle, a los pocos pero fieles lectores que siguen la columna, que yo tengo dos padres. Uno que se fue de Cuba y otro que no. Ambos, por si interesa el dato, comunistas a lo Dalton, aproximadamente). No sé si al descubrir que su honestidad solo podía sostenerse por el fraude de otros, es decir, que para que él no robara mi madre tenía que hacerlo, empezó a contribuir a la supervivencia familiar, pero hasta donde registra la historia, mi padre nunca sacó de Varadero ni un rollo de papel sanitario.
Obviamente, otra de las farsas que se avecina es la de creer, de un plumazo, que los cubanos estirpe mi padre, poetas vencidos, obreros ilustres, tiernos militantes demodé, a la postre sin un céntimo de ganancia, no son un caudal inagotable de interpretaciones.
Al cabo, del saldo de su angustia proviene mi mantra. No hacer carrera en un periódico nacional. No poner el grito en el cielo. Untarme el cuerpo con aceite. Mantener a raya la idea de la heroicidad. Saber que en todo lo demás, como el resto, como ustedes, yo soy el que compra o el que vende el examen de Matemática. No olvidar que eso, por lo pronto, es legal, pero que en realidad no lo es. Hay un examen, más riguroso, sin preguntas, sin maestros, sin condiscípulos, en medio de un aula pulcra y vacía. Todo un país, lo quiera o no, de vuelta al colegio.
Repitamos: los números naturales son un subconjunto de los enteros, y los enteros de los racionales, y los racionales de los reales, y así.
Excelente artículo! Un punto de vista interesante y diferente.
Carlos: Sobraron cuatro párrafos para alcanzar esa quimera, la excelencia…
pues si…polémico, llama a la reflexión, honesto, no exagera…me gusta este articulo.
Que complicidad tan organica lograste entre tu honestidad y tu texto….Gracias
Me gusta este de hoy, ya te extranaba, andabas como distraido jajaaj. Antes de ser ético hay que tener las necesidades cubiertas. No se le puede pedir a la gente que se comporten éticamente o que sean éticos a costa de anularse como seres vivos. Para vivir hay que comer y hay que tener un paquete de necesidades basicas resueltas, es decir, lo primero es vivir o sobrevivir y despues entonces uno debe o puede dedicarse a mejorar su vida con la etica. Por eso cuando se habla de este tema a mi me gusta el Filosofo, Fernando Savater, él se aparta de todo ese moralismo que le han querido adjudicar a la ética y la define asi resumidamente, como el arte de vivir bien o darse la buena vida. Si alguien se robo o compro un litro de leche robado para darle a su hijo o a su abuela en la manana, esto no es cosa de la ética mas bien es una forma de sobrevivencia. Y lo del fraude jajaaj ahi valio mas el ser social que otra cosa pero desde mi punto de vista la ética no cuestiona, tampoco es un panfleto de la A a la Z para caerle a panfletazos a los otros 😉 mas bien es autodeterminacion entre otras cosas. Puede que yo lo vea asi porque acudo a ella para tratar de ser mejor conmigo y con los demas, el respeto es clave, hay que ser bueno con uno y con los otros, hay que tratar a los demas con mucho cuidado y no perder el sentido del humor. Un saludo.
Otra vez Carl… me solidarizo con cada uno de los renglones, de las palabras, x cierto, x aqui por el SW de Miami, hay un fraude que le traquetea los timbales. Y una corrupcion que hasta los gatos se asustan, pero todavia, a excepcion de algun profesor debil x las curvas, q accede a subirle una nota a alguna chica tan buena como la Marilyn, no ha “sonado” (as far as I know) un escandalo como ese. Ya lo he compartido 2 veces en mi muro, pero lo hare una vez mas. Siempre hay uno q esta mareao….
Esos fueron unos dias inolvidables Carlos, en nuestra unidad se respiraban aires d guerra, de no hay repeticion q valga, recuerdo q la unidad entera se sento en la plaza como diez minutos antes de subir al docente, con excepcion de algunas almas diesmadas por aquello de vivir pendientes a el escalafon como mencionas pero no desde tu perspectiva si me entiendes. Esa prueba la tuve justo en mis manos y con toda honestidad t digo no la mire, esta autosuficiencia que he arrastrado conmigo toda mi vida me lo impidio pq era “muy bueno” en historia, cogi 98 pts. Las comillas remarcan q aun esta conmigo pero ahora la acojo con candor en mi seno pues la he tratado d convertir en algo positivo. Un abrazo fuerte brother. Me entusiasma mucho el ver q desde la sincera evocacion d momentos vividos, d los cuales doy fe d su total veracidad, eres capaz d plasmar tanta verdad en un articulo. Sobre todo cuando son las 3.30 am y me encuentro trabajando en un pais ajeno, en estos momentos se extraña Cuba de veras con todo y su manojo de fraudes!!!
Génial, es una parte de mi infancia tb. Réduit
Estoy complètamente de acuerdo contigo.
de acuerdo muy buen escrito.felicidades,es real lo que dice dayami antes de ser etico hay que tener las necesidades cubiertas.
Carlos M Albares,magnifico articulo que en párrafos breves reflejan una realidad de medio siglo de nuestra historia,de inicio fui un hombre de los del sentido de honestidad de tu padre,hasta llegado la década triste de los años 90’en el año 93 por tanta corrupción en mi país ingrese en psiquiatría,el tratamiento fue simple mi doctora que era a su vez la secretaria general del PCC como único tratamiento me receto comprar los alimentos para mi esposa y mis hijo en bolsa negra como lo compraba todo el mundo inclusive ella.
Ya en el exterior diez años despues mi esposa me rogo en el auto en que nos dirijiamos al encuemtro con Castro que no se me ocurriera decirle nada que me mantuviera en silencio,que no repitiera eml echo de decirle lo que le había dicho en los campos agrícolas de San Nicolas De Barí en 1992,
– .Comandante a usted los están engañando,estos campos de yuca solo están chapeado 30 metros para cuando usted pasara en el auto creyera que esta bien trabajado..
A mi esposa le interesaba mantener su trabajo y que nuestros hijos estudiaran en Europa.
Después años mas tarde ella fue victima de la casa de brujas de sus propios colegas por reclamar y denunciar antes tribunales de justicias en Europa,que a los funcionarios y profesionales cubanos que trabajaban en el extrajeron les exijan transferir a cuentas bancarias de Islas Vírgenes la casi totalidad de su salario honestamente ganado y le “SUGERÍAN de “RESOLVER” con los productos que comercializaba para sufragar nuestros gastos necesarios en Europa
Ya me dirá usted si puedo comprender la vida de usted y sus padre,si a mi me a tocado estar en las dos riveras.
También yo pasé exámenes de inglés a mis compañeros de clase. En la secundaria, y luego en el pre. Lo hice por solidaridad, pero, ¿en realidad los estaba ayudando? Luego me ha pasado mucho ver a gente a mi alrededor quedarse boquiabierta en conversaciones en las que solo angloparlantes, entre ellos yo, pueden participar, y pienso en ellos, y pienso que la ayuda que realmente les di fue para desaprobar el examen mayor, ese sin aulas ni condiscípulos. También yo cogí cero en una prueba de historia, en el mismo pre que tú, 8 años antes, pero preferí hacerlo antes que poner una información que en mí, simplemente, no se había fijado. Para mí, la victoria estuvo en darle la vuelta, entender que la historia (como tantas otras cosas) no es algo que hay que “aprender de memoria”, sino verla desde distintos puntos de vista, no desde uno único, dialogar, polemizar con ella, y de ese modo, entenderla. Entender que tenía que separarme del modo viciado y mecánico de aprender, y crear, ya que no tenía otro modelo a mano, uno nuevo que me funcionara. La victoria, para mí, fue sacar un 100 redondo al final de ese mismo curso. Pero más allá de la nota, me gustaba el sabor de lo que había tras ese 100. A Cuba le han venido soplando respuestas desde que “cree” que es una república. Primero los americanos, luego los rusos, y ahora quién sabe quién. Lo último que necesita es que alguien le sople otra respuesta más. Lo último que necesita es “aprender de memoria”, porque eso, en ningún caso, es realmente aprender. Los alumnos inteligentes no tienen el deber de soplar, ni los suspensos tienen el derecho de que les soplen. Porque siempre que se sopla una respuesta, aunque sea cierta, termina malentendiéndose, o no entendiéndose del todo. Y ya tenemos demasiadas respuestas mal aprendidas.
excelente. Gracias por escribirlo.
¡El hombre nuevo! ¿En serio, Carlitos? ¿Tú, con cuentos soviet-export”?
lo siento, no comparto