Desde hace ya algunos años es habitual escuchar el nombre de Amílcar Salatti a la hora de preguntar por el guionista de un material audiovisual de preferencia por el público cubano, y es que este talentoso escritor suele moverse con holgura en materiales tanto para el cine como para la televisión.
Inocencia y Esteban son las dos películas más recientes escritas por este autor, también reconocido por la escritura de la novela Entrega y los telefilmes Pasos Firmes y Para toda la vida, recién estrenados este año en la televisión nacional.
Otros recordarán las series Zoológico, SOS Academia, o la novela Latidos compartidos, entre otros trabajos coescritos con diversos guionistas, otra de las variantes profesionales donde se ha desempeñado con igual éxito.
De aquel graduado en medicina veterinaria, pasando por la labor de microfonista hasta el 2005 cuando escribió su primer texto Que mal día por Dios (aun inédito), los derroteros de Salatti han variado mucho, comenta en entrevista a OnCuba este incesante escritor, quien se mantiene enfocado en narrar esa Cuba que sufre y también disfruta.
¿Cuánto ha variado el guionista de ese 2005 hasta ahora 15 años después?
Desde Que mal día por Dios hasta el 2020 han variado muchas cosas, en mí y en el audiovisual a nivel mundial. Han cambiado mis influencias artísticas, los temas que me interesan, el oficio que he adquirido por el constante trabajo.
En el 2005 era un microfonista con el sueño de escribir para cine y con la libertad de desconocer las reglas de los manuales de guión, y ahora soy un guionista que intenta librarse del lastre de conocer esas reglas, que no dejan de ser útiles, pero que también coartan un tanto la creatividad.
Si en aquel entonces Pulp Fiction e In the Mood for love era mis referentes, ahora lo son otros directores como Cristian Mungiu, (Michael) Haneke, (Asghar) Farhadi o Gastón Duprat por citar algunos.
¿Qué lo motivó a decidirse por ser guionista y no tomar por ejemplo, el camino hacia la literatura?
La literatura nunca estuvo en mis planes, la verdad. Entrar al mundo de la televisión como asistente de sonido me obligaba a leer muchos de los guiones de las producciones en las que trabajaba.
AM-PM y su autor, Amílcar Salatti, se llevan Premio de Guión de la SGAE
Dentro tenía el bichito de querer escribir y creí que podía intentarlo desde el guión y así fue. La literatura es algo que respeto, que tiene un lenguaje diferente. A mí me apasiona tratar de crear imágenes y esa posibilidad me la da la escritura de guiones.
Muchos de sus textos se centran en protagonistas juveniles. ¿Por qué esta tendencia?
Escribir sobre jóvenes tiene dos motivos. El primero es que soy padre de dos hijos y me interesa sobremanera el presente y el futuro de esa generación. Una generación que tiene otra forma de expresarse, de conectarse, intereses y aspiraciones diferentes a las mías.
Una generación que se ve reflejada muy poco en la televisión, desde la ficción, y deja una sensación de que interesan poco los conflictos de esos jóvenes y adolescentes que se suponen son el futuro de Cuba.
La segunda es una cuestión de posibilidades de producción. La Redacción de Juveniles de la Televisión Cubana, con la que llevo trabajando 10 años, me ha dado esa oportunidad y desde el 2010 a la fecha han producido nueve telefilmes de mi autoría. Casi a uno por año y eso es un lujo en cualquier parte del mundo.
También ha escrito en proyectos como coautor. ¿Prefiere este proceso o la escritura en solitario?
Hay procesos de trabajo que sí necesitan de una coautoría. La suma de experiencias, estéticas y creatividades en función de un proyecto, por lo general, lo hacen crecer. En el caso de las series y las telenovelas escribir en equipo es una ventaja, que enriquece y acelera un proceso que no debe postergarse por mucho tiempo.
Por otro lado, los telefilmes y guiones para cine he preferido trabajarlos en solitario pues por lo general son historias que me interesan más a nivel personal, paridas por inquietudes temáticas o preocupaciones sociales… y al trabajar con otro autor a veces tienes que ceder o asumir soluciones que no son las que más te placen.
¿Cuánto beneficiaría a la industria cinematográfica y televisiva el proceso de coescritura entre varios guionistas y un showrunner, similar a las tendencias internacionales sobre todo en televisión?
Como te decía anteriormente la coescritura, siempre que reúnas un grupo creativo y disciplinado, será para bien del proyecto. En la TV algunos pasos se han dado en ese sentido, pero aún son pocos.
El problema en Cuba es que no somos demasiados guionistas. A eso súmale que a veces cuesta trabajo hacer coincidir las estéticas, la disciplina, la rapidez al escribir. Este es un oficio que lleva rigor y muchos escritores prefieren crear “a su aire” y así no se puede asumir un proyecto en equipo.
Lo del showrunner… pues qué decirte. No existe en Cuba una industria audiovisual como para desarrollar ese cargo aun, descontando que quien lo asuma deberá ser un crack en lo suyo, para liderar un equipo de guionistas. Pero como te decía, no trabajamos aún de esa manera, no producimos series con la mirada puesta en un mercado, solo intentamos llenar una parrilla de programación con la mejor de las intenciones y con escasísimos recursos.
Nos falta dar ese paso a nivel institucional, de sentarnos y decir, “vamos a crear esto y vamos a buscar una productora que le interese y trabajar para un mercado universal”. Cuando demos ese paso, quizás alguien se convertirá en showrunner.
Y sí, por supuesto que me gustaría tener una experiencia de ese tipo. Ver cómo se trabaja en otros mercados, bajo otras presiones y exigencias. Ojalá hubiera escrito al menos un par de líneas en Breaking Bad… o en Dexter, jejeje.
Varios son los trabajos que ha hecho con Yoel Infante, coméntenos un poco acerca del trabajo con él.
A Yoe lo conozco hace 15 años, y me puedo adjudicar el crédito de que lo primero que dirigió en TV lo hizo a insistencia mía, que fue un telefilme con un resultado hermoso: Desencuentro. Y si ese primer guión fue en “modo amigo”, los siguientes, y ya vamos por cuatro, fueron con la seguridad de que ponía mis historias en excelentes manos.
Con Yoel el trabajo es fácil porque coincidimos en muchas cosas desde el punto de vista estético, porque el diálogo de trabajo fluye sin problemas y los escollos que aparecen por el camino se solucionan sin que nadie se ponga bravo.
Para un guionista tener un director con el que trabajar codo a codo y con la seguridad de que le tiene el mismo amor a tu historia, significa dormir en paz, sin estrés y, con el plus de que me da voz y voto hasta el último día de edición, estoy más que satisfecho. Por lo general un guionista en una sala de edición es como tener el enemigo en casa.
Conejo Blanco es uno de los proyectos que está desarrollando ahora, ¿Qué nos puede adelantar de este?
Conejo Blanco es un guión para cine que estuvo en el 17 Curso de Desarrollo para Proyectos Cinematográficos de Ibermedia y pretendo que sea nuestra ópera prima, y te digo nuestra, pues la idea es dirigirla a dos manos entre mi esposa, Yaremis Pérez y yo, con Yamila M. Montero como productora.
Es un coming of age sobre una adolescente que se ve envuelta en un crimen y tendrá que decidir si asumir o no las consecuencias de ese acto. Estamos empezando ese largo proceso de ir buscando dinero para armar la producción y concretar ese sueño de dirigir, al menos, una vez juntos.
En varias ocasiones ha podido trabajar con su esposa. ¿Cómo ha sido esta experiencia?
La experiencia de que Yare trabaje en proyectos míos es hermosa. Es una excelente actriz que disfruto mucho y una trabajadora incansable. Sé que cuando asume personajes escritos por mí, el reto es doble y se siente más presionada, pero siempre la veo salir airosa. Ya sea en la simpática Indira de Latidos compartidos, o la Mara de Desencuentro.
Por suerte también ha estado como directora de Casting y directora asistente en algunos proyectos míos y eso me da mucha tranquilidad. A ella le debo parte de mi desarrollo como guionista, porque he podido acceder desde muy cerca al proceso creativo de un actor y eso me ha sido muy útil a la hora de diseñar personajes.
También un guión suyo es finalista en ese apartado en el Fondo de Fomento del cine cubano. ¿Cuán importante resulta esta iniciativa del Icaic?
El Fondo de Fomento es algo que debía existir hace muchísimo tiempo. Es paradójico que siendo punteros en el cine de Latinoamérica durante los años 60 y 70, nos hayamos quedados tan atrasados 50 años más tarde.
El Fondo da la posibilidad de desarrollar el cine, de abrirle las puertas a nuevos talentos, de lograr un trabajo constante en el desarrollo de contenidos, de historias para producir posteriormente. El cine cubano tiene formas y maneras de hacer que, a mi entender, están anquilosadas y eso tiene que cambiar para el bien de nuestra industria.
Espero que el Fondo de Fomento sea ese tan necesario primer paso, que llega un poco tarde con respecto a otras cinematografías, pero llegó… y espero que para quedarse.
Son varios los guiones pendientes a realizarse… ¿De dónde saca el tiempo y la inspiración para tantos textos? ¿Tiene rutinas al escribir?
Es cierto que siempre estoy en varios proyectos a la vez, a estas alturas no concibo el trabajo de otra manera. No soy un escritor de trabajar un guion a la vez, sino que me gusta estar en varios procesos creativos.
Creo que la inspiración sale de cualquier lugar, de una imagen, de una noticia, de algo que te cuenta un amigo, de una conversación que escuchas “sin querer queriendo” … esas cosas se te anidan en la cabeza, en el corazón y algunas comienzan a martillarte hasta que te tienes que sentar y escribirlas.
También se suman los trabajos por encargo que termino aceptando y, entre unos y otros, siempre estoy muy ocupado. El tiempo se lo araño a las escasas 24 horas que tiene el día. Hace años trabajaba mucho de madrugada, pero después que eres padre es más difícil, pues el cansancio te vence.
Y rutinas… pues un par: tener todo lo que esté a mi vista organizado, no me puedo concentrar viendo reguero; y música… siempre escribo escuchando música. Da igual que sea Van Van, Eddie Vedder que Gustavo Cerati.
¿Cuál Cuba le interesa contar ahora y cuál quisiera contar en un futuro?
La Cuba que me interesa contar es la que veo, vivo, sufro y también disfruto, sin edulcorarla. No todo el tiempo puedo escribir guiones que intenten diseccionar un país o poner problemáticas importantes en pantalla, pero estoy tranquilo porque cada vez que he tenido la oportunidad lo he intentando.
Estoy en contra de los extremos. Ni me interesa solo contar lo bueno, ni tampoco irme al otro lado. Para ambas cosas creo que ya sobra gente. Me importan esas historias que quedan en el centro, que viven esos claroscuros de nuestra sociedad, esa gente que sale a “lucharla” día tras día y se encuentran con un millón de dificultades, pero siempre queda una sonrisa por ahí.
Y el futuro… pues ni idea de qué podré contar sobre Cuba, imagino que intentaré seguir abordando las historias que me remuevan humanamente. En el 2005 nunca pensé que me fueran a entrevistar por mi trabajo y aquí estamos.
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