Noche de Halloween en vísperas de las elecciones. La ansiedad por los resultados del 3 de noviembre se ha instalado en el disco duro de los estadounidenses. Hay señales que pudieran verse favorables a un lado de la balanza, pero en política la palabra imposible hay que desterrarla del diccionario, mucho más en reino dividido.
Una medición de USA Today/Suffolk University acaba de arrojar que solo el 29% de los encuestados cree que el país marcha por el camino correcto, contra una abrumadora mayoría del 58% que dice lo contrario. De acuerdo con la Gallup, la aprobación popular de Trump es la más baja en la antesala de unas elecciones desde que los presidentes George H. W. Bush (1992) y Jimmy Carter (1980) ensayaron relegirse y perecieron en el intento (22% y 18%, respectivamente).
En algunos estados hay signos de alarma. En Texas se han emitido más de 9 millones de votos, más que en todo el año 2016. Varios analistas subrayan que el territorio ha crecido y agregado casi 2 millones de almas a su población en edad de votar. Ahora mismo Trump tiene una pequeña ventaja en el promedio de las encuestas locales, pero una participación sin precedentes podría modificar el panorama. La pregunta maestra es entonces si esos nuevos datos podrían ayudar a cambiarle el color al estado. Mirando el mapa, incluso desde lejos, si esto sucede implicaría la muerte instantánea de las aspiraciones releccionistas de Donald Trump, puesto contra las cuerdas en la balanza de los votos electorales. Pero incluso si Biden no lo lograra, el dato es a las claras un SOS para los republicanos en un estado enfáticamente GOP desde los años 70.
En el estado de la Florida las encuestas son como jabones rodando sobre una capa de grasa. Sin embargo, en el día de las brujas tres mediciones indican que Biden va delante, aunque de manera modesta. En la primera, a cargo de Monmouth, lidera por 5 puntos, en la segunda por 4 (Marist) y en la tercera por 3 (Quinnipiac). “Si gana la Florida”, dicen, “todo habrá terminado”. En cuanto al voto hispano/latino, NBC/Marist encontró a Trump por delante 52 vs. 46. Pero una encuesta de Monmouth puso a Biden liderando 58 vs. 32. Si ocurriera una victoria demócrata, sería sin dudas a contrapelo de la mayoría de los votantes cubanoamericanos.
A nivel nacional, la noche de Halloween trae, básicamente, lo mismo: Biden mantiene su ventaja. Una encuesta de Fox News lo muestra por delante 52% vs. 44%, cuatro puntos más arriba que el margen final de Hillary Clinton (48 vs. 44).
Mientras tanto, portavoces y líderes republicanos llaman de manera enfática a dejar a un lado las encuestas: déjà vu. “No importa dónde vivan, no pueden creer en las encuestas. Casi todas las principales encuestas nacionales estaban completamente equivocadas en 2016, y nada sustancial ha cambiado en la forma en que estos mismos encuestadores de Washington están encuestando a los estadounidenses hoy. Continúan sobremuestreando a los demócratas, submuestreando a los republicanos y enfocándose en áreas urbanas y suburbanas mayoritariamente liberales mientras ignoran el centro del país”, ha escrito Newt Gingrich. “Si las encuestas vuelven a equivocarse, entonces la industria, al menos en política, está terminada. Puedes equivocarte una vez”, sentencia un experto republicano olvidando que fallaron en 1948 y 1952 y el mundo no se vino abajo.
El presidente, por su parte, prefigura “una gran ola roja como jamás se ha visto” y apela a un interesantísimo fenómeno sociocultural tipo Tea Party: sus fanáticos. Un reportaje los caracteriza de la siguiente manera: “Algunos han asistido a tantos mítines que ya han perdido la cuenta, viajando de un estadio a otro como fans de rockeros. Vienen por la energía, por estar rodeados de personas de ideas afines, por la sensación de ser parte de algo más grande que ellos mismos. Sociólogos e historiadores ven en ellos comportamientos propios de seguidores religiosos”.
Escuchemos (de nuevo) al susodicho Gingrich: “de hecho, pienso que se reduce a algo psicológico, no ideológico”, le dijo a Sean Hannity, de la Fox. “Al final, cuando observas a esos dos candidatos haciendo campaña, se trata de una especie de conejito escondido en un sótano, protegido por los medios de comunicación, y un oso que deambula valientemente por el escenario sin miedo”.
Pero estos discursos constituyen una reacción enfilada a energizar sus bases, colocados frente al mapa de la Unión y a los probables votos electorales de cada estado, donde se evidencia una franca desventaja roja aun considerando los territorios en disputa. Los últimos mítines electorales del presidente han cargado la mano en mensajes emocionales del tipo “Biden y los liberales del Congreso” o “Biden socialista/comunista”, como si el dueto cuidadosamente seleccionado por los demócratas estuviera integrado por bolcheviques, fidelistas o chavistas trasnochados. Uno de los mayores absurdos de la jornada, pero que ha funcionado en cierto tipo de receptores. En Miami, Carlos Alberto Montaner, con razón, lo niega en un anuncio televisivo.
En este Halloween, los estadounidenses coexisten con una realidad incómoda: el país ha alcanzado 9 millones de casos de la COVID-19, cifra que los coloca muy por delante de otras naciones, una escalada que hace temer lo peor a doctores y epidemiólogos. De acuerdo con el monitoreo de la Universidad Johns Hopkins, durante la última semana, 47 de los 50 estados tuvieron más casos que en la anterior. Y 41 estados alcanzaron una tasa más alta de personas que dieron positivo respecto a la semana previa. Estos datos contradicen el mundo de representaciones en el que se mueven el presidente y sus acólitos.
Sin embargo, a pesar de la pandemia 148 millones de consumidores tienen planes de participar en este Halloween, según encuesta de la Federación Nacional de Comerciantes Minoristas. Se espera que en este 2020 los gastos disminuyan en un 8,3%: 8,05 billones de dólares, en comparación con los 8,78 billones de 2019. De acuerdo con reportes de varias tiendas de Nueva York, las máscaras de Biden iban a la cabeza en preferencias de ventas. Pero Robe Heilmann, el propietario de una tienda de Wisconsin, dijo a una radio local: “la máscara del presidente Trump se encuentra entre las más populares. Probablemente tenga el uno en ventas, pero solo por ser controvertido. O lo aman o lo odian”.
Un sitio promocional sentencia: “Halloween 2020 será verdaderamente inolvidable. Mucho ha cambiado [ ..] pero nuestro amor por la diversión, el miedo y el deleite […] es más fuerte que nunca. ¡Dé rienda suelta a nuestra inspiración de Halloween para celebrar la temporada de manera segura, divertida e inesperada!”. “Disfrute de un Halloween seguro para usted y su familia. No lleve a la comunidad a niveles aún más altos de propagación”, dijo el Dr. Robert Kim-Farley, epidemiólogo y experto en enfermedades infecciosas de la Facultad de Salud Pública de UCLA.
Por primera vez desde hace 76 años, una luna azul cae sobre la noche de las brujas.