Este día de elecciones, cuando Miami amaneció, casi todos los electores ya habían votado. Cerca de 2 tercios exactamente, 1.1 de poco más de 1.5 millones de electores inscritos.
Eso nunca se había visto. Es cierto que desde las presidenciales del año 2000 la cantidad de electores en el sur de la Florida ha crecido paulatinamente, acompañando la polarización política del país que comenzó con el controversial duelo del entonces gobernador republicano de Texas, George W. Bush y el exvicepresidente demócrata Al Gore, que terminó siendo decidido por el Tribunal Supremo. Continuó con la elección del demócrata Barack Obama, en 2008, cuando el partido republicano sufrió un proceso de desmerengamiento que despertó a las fuerzas de extrema derecha y la radicalización del partido, y con la elección de Trump en 2016.
“Todavía no me deja de sorprender esta avalancha. Esperamos que unos 200 000 a 300 000 electores vengan hoy a las urnas”, explica el portavoz de la junta electoral del Condado Miami-Dade a un grupo de periodistas. No hubo incidentes al cierre y tampoco problemas con las máquinas de votar. “No creo que haya razones para preocupaciones”, añade.
Miami-Dade suele contar lo votos con bastante rapidez y, al cierre, quedaba menos de un tercio de los votantes por ejercer su derecho al voto. Se espera que el sitio electoral comience a publicar los resultados después de las 7 de la noche.
La distribución geográfica en el estado refleja la división electoral en este día. Aunque los demócratas siempre se han impuesto en términos generales, este año una encuesta de la Universidad Internacional de Florida indica que el voto cubanoamericano va a ir hacia el presidente Trump, aunque una cifra interesante se decanta por Biden. Aunque la campaña electoral fue tirante en el enfrentamiento verbal y las tensiones entre cubanos por sus candidatos, este martes hubo más cordialidad.
En Hialeah, donde se prevé que Trump se lleve los precintos cubanoamericanos, el día de elecciones fue un poco más cordial. Delante de dos cafecitos (¿cuándo no?), dos cubanos con preferencias diferentes discutían tranquilamente la jornada con este reportero. “Ya mañana esto se acabó, tenemos que enfriar la cabeza. La gente se ha calentado mucho. La mayoría ha caído en eso de que Biden es socialista y comunista… qué disparate”, explicaba Gregorio Silva a su amigo republicano Juan Miguel. Este lo atendía con paciencia. “Si Trump dice eso es porque es verdad. Hay que creerle. Yo le creo. Ha mejorado nuestro país, nos defiende a nosotros y nos va a dar la libertad”, argumenta.
Fue un diálogo poco habitual en la ciudad en las últimas semanas. En la Pequeña Habana, hubo “una escena fea”, cuenta a OnCuba un policía de recorrido por la ciudad. Aparentemente, una mujer ya un poco mayor estaba frente a un centro de voto en el SW de la ciudad, a la distancia reglamentaria, con una nieta y con carteles de propaganda a Biden, cuando se aproximó un grupo de seguidores de Trump, que comenzaron a insultarla y a hacer gestos obscenos. “La señora se puso nerviosa y me pidió ayuda. No hice un arresto, pero les dije que se fueran. Y se fueron. Pero estamos preparados. Esta noche todos estamos de guardia por si hay disturbios callejeros y probablemente mañana… hasta el fin de semana”.
Tanto el alcalde de Miami, Francis Suárez, como el jefe de policía, Jorge Colina, dijeron a la prensa que la seguridad es absoluta. “Aquí no habrá tolerancia hacia el desorden público: ninguna”, dijo el oficial policial.
Lo que teme la policía es una reacción por parte de los partidarios de Trump; la posibilidad de que vaya incubando un espíritu de violencia. “De los cubanos no creo que vaya a venir. Pero con las milicias blancas, todo es posible. Yo lo temo también”, admite el republicano Juan Miguel. Su compatriota piensa lo mismo y precisa: “Nosotros hablamos mucho, pero no somos violentos. Quien gane terminará siendo aceptado, aunque ahora no lo quieran admitir”, puntualiza.