El gobierno de La Habana prohibió la presencia de niños en áreas públicas, colas y parques ante el elevado peligro de contagios provocado por el alza de casos positivos con la COVID-19.
El grupo temporal de trabajo para el enfrentamiento a la pandemia, encabezado por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, aprobó este jueves un grupo de medidas propuestas por el Consejo de Defensa Provincial capitalino para limitar la transmisión del virus, informó la Agencia Cubana de Noticias.
Según la fuente, las autoridades habaneras orientaron colocar barreras físicas que garanticen el distanciamiento en las colas. Asimismo, indicaron trabajar para que la distribución de productos en las cadenas de tiendas sea lo más equitativa posible, para evitar aglomeraciones de personas en los establecimientos.
Los trabajadores indirectos de los centros de producción continua se incorporarán a la modalidad de trabajo a distancia, en tanto, las entidades y organismos cuyas actividades de la producción y los servicios no sean imprescindibles reducirán el personal y disminuirán la frecuencia de asistencia a los mismos, a través de la implementación del trabajo a distancia y el teletrabajo, de acuerdo con el listado de medidas, publicado por el periódico Tribuna de La Habana.
Ante el incremento continuo de los contagios con el coronavirus, el gobierno pidió crear nuevas capacidades de aislamiento para contactos de casos confirmados y viajeros internacionales.
Orientó realizar pruebas de PCR al quinto día de evolución de los pacientes confirmados con el virus y, de continuar positivos, repetir el examen cada 48 horas.
La Habana presenta la situación epidemiológica más compleja desde que empezó la pandemia, con más de 1000 focos activos del virus, 3120 casos confirmados con la enfermedad en los últimos 15 días y una tasa de incidencia de 145.94 pacientes por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con cifras oficiales.
Con números de enfermos diarios mucho menores, la capital cubana fue sometida a un duro encierro en septiembre pasado, que incluyó un toque de queda desde las 19 horas, la prohibición de salir de la ciudad y cuantiosas multas para los incumplidores.
En ese momento las autoridades estaban preocupadas por un repunte de casos de coronavirus que pasó de cero a mediados de julio a varias decenas cada 24 horas en la segunda mitad de agosto.
Esas cifras —casi intrascendentes comparadas con los cientos de contagios diarios que reporta actualmente la capital cubana— bastaban, a criterio de algunos moradores, para justificar las estrictas restricciones de movimiento que se extendieron hasta principios de octubre.