En un año ordinario y corriente, el Sambódromo de Río de Janeiro se prepararía para su gran momento del año: el Carnaval más famoso del mundo.
Pero una semana antes de lo que debería ser sus comienzo, la pandemia ha remplazado al desfile y hecho que la gran celebración quede en suspenso hasta el próximo año mientras Río lucha por frenar un rebrote de casos de la COVID-19.
La alcaldía abrió el sábado un centro de vacunación en el Sambódromo, aprovechando su diseño para que los adultos mayores puedan hacer fila sin bajarse de sus autos. La facilidad se encuentra en una amplia avenida construida para el paso de carrozas de carnaval y grupos de baile.
El gobierno de la ciudad suspendió oficialmente el Carnaval y advirtió que no tolerará a quienes intenten celebrarlo con desfiles callejeros o fiestas clandestinas, y anunció que estará monitoreando las redes sociales para detectar a los infractores.
El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, quien participa a menudo en el desfile en el Sambódromo, pidió a la población respetar las reglas y no pagar entradas para fiestas que no estarán permitidas.
“Es un juego del gato y el ratón, en el que castigaremos a quienes quieran fiesta”, dijo.
La cancelación ha dejado una profunda huella económica para muchos negocios que dependen de las muchedumbres.
La tasa de ocupación de los hoteles de Río de Janeiro normalmente alcanza el 80% en los cálidos meses de verano y el 100% durante el Carnaval. Hoy en día se encuentra entre el 50 y 60%, de acuerdo con cifras proporcionadas por Alfredo Lopes, presidente del sindicato de trabajadores de la industria hotelera de esa ciudad.
Miles de cariocas también cancelaron su labor en las escuelas de samba donde creaban las carrozas y cosían trajes para la vasta multitud.
La pandemia ha azotado fuerte en Río, donde las autoridades han reportado más de 17.600 decesos a causa de la COVID-19 —la mayor cantidad en una ciudad brasileña, rebasando incluso a Sao Paulo, que cuenta con casi el doble de habitantes.
Associated Press/OnCuba.