Del otro lado del teléfono Klaus Meine suena como si tuviera todo el tiempo del mundo para una plácida conversación. La llamada pasa por una madeja de managers y productores antes de llegar al rockero alemán. Finalmente Klaus toma el teléfono y me saluda con efusividad: “¿Cómo andas, cómo está Cuba?”, me pregunta el líder de Scorpions y también compositor de la mítica “Wind of Change”, y luego avizora, con una estruendosa risa, que está dispuesto a hablar de casi todo.
Realicé la entrevista con este mito viviente del rock en 2016, poco después del concierto de los Rolling Stones en La Habana. Por varios motivos que no vienen a cuento, la conversación permaneció inédita entre mis archivos de audio y otros proyectos de entrevistas que pienso publicar durante los próximos meses. La conversación con Meine se extendió durante casi una hora, pero solo pude recuperar algunos fragmentos porque el audio, recuperado de una vieja y maltrecha grabadora, es casi un hilo imperceptible a estas alturas. Pero ahí, en medio de ese remolino de pistas, está Klaus, la leyenda del rock, hablándome de las conversaciones de los Scorpions para tratar de venir a tocar a Cuba, de ese proceso que lo obligó a escribir casi compulsivamente uno de los himnos de la banda y de la carrera del grupo, uno de los monstruos en activo de la historia del rock.
La entrevista 1
Klaus responde el teléfono en medio de una parada de la gira internacional de la banda durante el 2016. Su grupo, los Scorpions, ya había encendido los escenarios de Europa y Estados Unidos. Me dice, en un inglés pronunciado con la dureza del tono alemán, que ha sido increíble ese regreso a los escenarios, que la banda se siente con toda la energía de sus inicios, a pesar de llevar décadas y décadas en la carretera. Pero enseguida gira la conversación hacia su verdadero interés: Cuba y la posibilidad de ofrecer un gran concierto para todos sus seguidores en la Isla.
Le recuerdo que se cuentan por cientos de miles los seguidores da la banda en Cuba. Él ríe a través del teléfono y me agradece el dato. “Ojala podamos saludarnos personalmente y cantar para todo ese público que nos quiere en Cuba” me dice y relata que siguieron de cerca el concierto de los Rolling Stones en La Habana.
“Estaba realmente entusiasmado de ver, en 2016, que una banda del oeste como The Rolling Stones pudiera tocar en La Habana, algo que habíamos intentado hacía unos años y que tratamos de que funcionara pero no fue del todo posible”. Klaus pone en perspectiva el concierto de los Stones en la Isla, que le puso banda sonora al “descongelamiento” de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos en 2016. “Cuba se está abriendo y ves esos cambios en que varias bandas están tocando en Cuba; queríamos ser los siguientes. Vimos la posibilidad de ir y de hacerlo funcionar. Es una de las cosas que siempre quisimos hacer y ahora se veía la oportunidad de que fuera real, porque cada día se veía más cercano”.
Klaus dice que la tropa de Mick Jagger los retó. Recuerdo que un par de meses después Bon Jovi me dijo algo muy parecido en La Fábrica de Arte, cuando me aseguró que él también quería venir con su banda a la Isla pero que los británicos se le “habían adelantado”. Durante aquellos años, aun frescos en la memoria, parecía que un puñado de las grandes bandas entraban en competencia para ver quién sería el próximo en tocar en Cuba. En el país se respiraban otros aires y el contexto había cambiado, aunque ahora los tiempos ya no son los mismos.
Klaus me confirmó que era bastante seria la posibilidad de tocar en La Habana, donde también las autoridades habían dialogado sobre los intereses y exigencias de Scorpions: “Estuvimos hablándolo por años y nos vimos retados cuando The Rolling Stones finalmente lo hicieron; a nosotros nos encantaría ir a La Habana y tocar en esa hermosa Isla. Hasta la fecha eso no ha sido posible. Pero aquí seguimos, continuamos con la gira y no nos sorprendería si de pronto Cuba nos llamara, sería genial”, explicaba entonces el músico.
Klaus irradiaba optimismo por aquellas fechas sobre lo que estaba ocurriendo en Cuba y la posibilidad de entregar el repertorio de la banda a los cubanos. No se concretó durante aquella época y hoy, por diversas razones, la esperanza parece una luz lejana.
El músico, que hoy tiene 73 años, habla rápido, como si quisiera aprovechar cada momento de la conversación. Intercala sus respuestas con preguntas sobre la vida en Cuba y la música tradicional de la Isla. Reconoce que no sabe mucho, más allá de la esfera sonora del Buena Vista Social Club y de los trovadores de La Habana Vieja. De todos modos considera que la cultura cubana es “genial” y manifiesta su admiración por toda la música de la Isla. “Me encantaría pasear por tu ciudad y conocerla de primera mano”, me dijo.
En un fragmento de la entrevista, Klaus parece tomar un vaso de agua. Hace silencio. Sabe que no podía dejar de preguntarle sobre “Wind of Change”, ese himno que escribió en medio de los sucesos que desencadenaron la caída del Muro de Berlín. La historia la ha contado en innumerables ocasiones de acuerdo a las interrogantes o a sus perceptivas del momento. Incluso un periodista llegó a sugerir, tras una investigación, que el tema lo escribió la CIA para contribuir al de derrumbe de la entonces Unión Soviética, algo que Klaus desmiente con una sonora carcajada.
“Escribí ‘Wind of Change’ en el momento donde tocamos en la Unión Soviética; con los cambios que vi entre 1988 todos pudimos ver que la Guerra Fría terminaría pronto”. Klaus escribió la canción impulsado por todos los acontecimientos que veían sus ojos. Con la descripción que me hace, lo imagino en trance sentado sobre una mesa dando cuerpo, con un aliento profético, a las letras de un tema que después sería atravesado por la inmortalidad.
“Entonces cuando regresé a casa escribí ‘Wind of Change’ y unos meses después el muro de Berlín cayó. Muchos años después esta canción se ha vuelto una canción de esperanza, para que las personas se unan, el viejo sueño de paz y amor” .
Recuerdo ahora sus palabras y les confieso que durante ese momento sentí que estaba hablando simplemente de música con un amigo. Klaus derribó todos los protocolos para contarme cada detalle como si nos conociéramos de toda la vida. Hoy, con la publicación de esta entrevista, entro en la cuenta de que aquella conversación es una de esas experiencias que no olvidaré. No todos los días uno conversa con músicos a los que se profesa un marco de respeto y admiración por todo lo que han entregado, y porque sus canciones también ha sido la tabla de salvación para muchos. No se trata de admiración baldía ni mero fanatismo, sino de compromiso con algo mayor, que es el arte y su capacidad de transformar a las personas radicalmente.
Klaus respira entrecortado y mira la canción reflexivamente, como lo permite la distancia y el tiempo. “Luego de más de 25 años, el muro de Berlín cayó, fue el final de la Guerra Fría y la canción se convirtió en una ofrenda de paz para aquellos que buscaban venganza. En los lugares en los que tocamos esa canción, Estados Unidos, México, las personas la cantaban con tanta pasión y todo el mundo se llevaba el mensaje. En ese entonces, significaba mucho, porque era el final de la Guerra Fría, pero ahora anhelamos que las personas vivan en paz en este planeta, en especial las generaciones que están por venir”.
Klaus fundó Scorpions en 1965. La banda rompió las listas con éxitos globales como “Blackout” y “Love at first sting”. Ya en los 70 eran una de las más solicitadas en los escenarios, se codeaban con otros astros del rock and roll e iban asfaltando el camino para inscribir su nombre en la historia de ese género de multitudes, nada fácil en ese momento, como es de suponer, siendo alemanes.
En varias ocasiones Scorpions ha anunciado su separación definitiva, pero la música y los escenarios han tirado más de la banda que cualquier idea de colgar los guantes. “En los últimos 40 o 50 años hemos estado de gira alrededor del mundo. Excepto Cuba, hasta ahora, hemos ido a muchos lugares y seguimos regresando. Celebraremos nuestro aniversario 50, una cifra que asusta, pero sabes que muy pocas bandas como The Rolling Stones lo lograron durante un tiempo tan largo”, comentaba el músico en 2016. Klaus “culpa” la permanencia de Scorpions a la adrenalina que les recorre cuando él escribe las canciones y juntos se enfrentan a millones de personas desde el escenario. Pura e indescifrable magia, dice Klaus. “Yo creo que la razón es escribir canciones con tanto amor por tantos años y tocarlas por todo el mundo. Es fantástico seguir regresando y poder tocar enfrente de tres generaciones, es realmente un privilegio”.
Klaus también dejó par de lecciones a músicos que se aventuran en el rock and roll, algunos de los cuales pierden la cabeza ante el aluvión de la fama. “No se trata de ser un gran estrella sino de ser un músico, de salir al escenario, dar un gran espectáculo y de mezclarse con los fans”.
“Wind of Change”, grabado en el disco Crazy World, de 1990, es el mayor clásico de la banda y una de las grandes baladas de la historia del rock, por su evidente simbolismo, definido por el ambiente político en que fue creada. Es solo la punta del iceberg de un repertorio que ha parido otros innumerables éxitos imprescindibles en los conciertos de la alineación teutona y nacidos de la propia mano del alemán.
“Después de todos estos años, muchos temas se convirtieron en clásicos desde ’Wind of Change’ o ’Big City Nights Rock You like a Hurricane’, Still Loving you’, y muchas canciones que escribí de corazón”.
Miro el reloj y compruebo que llevamos más de 45 minutos de conversación. Caigo en el error de principiante de preguntarle qué tiempo tenemos y Klaus vuelve a sonreír “No te preocupes por el tiempo y hablemos”, me dice la estrella de rock, que ha sido todo menos eso a lo largo de la charla.
Klaus me pregunta qué música he estado escuchando durante esos días. Reviso el móvil y le hablo de Nirvana, Jethro Tull, The Who. Por supuesto (algo que evidentemente no le dije) también tenía toda la discografía de Scorpions, que había repasado velozmente cuando me anunciaron la fecha de la entrevista. “Es maravilloso cómo mis canciones y mi música están conectando a las personas alrededor del planeta”, confiesa un Klaus más reflexivo. Y lo explica. “Una parte de ‘rockear’ (rocking out) por las grandes noches de rock siempre ha sido construir puentes y que las personas se unan de una manera pacífica”.
El compositor valora que el público comprenda el significado que la banda le otorga a subirse a los escenarios. Para ello, explica, no se trata de “tocar” como un mero ejercicio. Me dice que los conciertos son para la banda una búsqueda, sobre todo de la comunión espiritual. “Especialmente me interesa que las generaciones jóvenes entiendan de qué tratan las canciones y eso es por lo que aún estamos aquí y tenemos un gran público alrededor del mundo, que la pasa bien y entiende las emociones profundas que hay. Es muy emocionante cuando vamos a los espectáculos; queremos que todo el mundo este feliz y la pasen bien”.
Me comparte algunos de esos secretos que han permitido que la banda, después de más de seis décadas, siga dando guerra. Antes de editar la entrevista volví a repasar en Google las noticias sobre Scorpions. Descubrí que han trabajado en un nuevo disco en medio de esta temporada pandémica. Sobre el álbum, dijo Klaus recientemente a un portal de metal que “ha sido un viaje duro para todos. ¡Qué año más loco! Pero no quiero quejarme. La pandemia nos ha proporcionado mucho tiempo extra para componer nuevas canciones y tener un álbum completamente nuevo en camino. Ahora mismo estamos en el proceso de mezclas y estamos deseando que salga para que lo escuchéis”.
Leí la noticia y lo primero que me asaltó fue una frase al uso que cobra relevancia indiscutible en el contexto de esta conversación: “los dioses del rock nunca mueren”. Los mensajes dejados por Klaus en la entrevista también me remiten a esa afirmación. No se trata de un reguero de palabras vacías, sino que están sostenidas por los propios consejos que da el músico a partir de las envidiables experiencias artísticas de Scorpions.
“Siempre quiero compartir mi voz y tocar cerca de 60 canciones, son muchas, pero hay que mantener un balance como cantante para conservar la voz; no obstante tienes a los fans y es divertido cuando sales y haces voces y cantas junto a ellos; la pasamos genial. Tienes que cuidarte a ti mismo, calmarte y mantenerte en los shows, lo cual es difícil con todo el jet lag de ir de México de vuelta a Europa y luego tocar en China, o ir a Japón en el otoño. Viajar te roba mucha energía, pero cuando estás en el escenario tienes un nivel de emoción y ese es un sentimiento maravilloso, difícil de describir. Tocar en un gran show genera mucho respeto hacia el público, solo sales, te dejas fluir y haces tú mayor esfuerzo, cada noche. El rock and roll conlleva disciplina para dar una gran gira y mantenerte a la altura”.
Klaus vuelve a girar la conversación sobre Cuba, lo que, al parecer, en 2016 y en los años anteriores, formaba parte de sus obsesiones o deudas no saldadas. “Estamos ansiosos por ir a Cuba y por cantar en La Habana con toda la audiencia y los fans de ahí”. Es genial que Cuba se esté abriendo; nosotros hemos estado por todo el mundo y sería fabuloso ir a tocar a La Habana. Me gustaría dar gracias por todo el apoyo [del público cubano], durante tantos años, aun cuando nunca hemos tocado en Cuba. Sé que escuchan nuestra música y es cuestión de tiempo que podamos ir, nos encantaría verlos y también nos encantaría rock Havana like a hurricane”.
Nota:
1 La entrevista al astro del rock alemán fue realizada en 2016 y permanecía inédita entre los archivos del autor. Forma parte de la memoria de una época reciente en la que muchas bandas de primera línea habían pensado tocar en Cuba a partir del sonado éxito del concierto de los Rolling Stones en la Isla, en 2016.
Muchas gracias Michel Hernandez y a Oncuba.