Los televidentes cubanos hemos vuelto a disfrutar de “Rompiendo el silencio”, un espacio que en su primera temporada mostró conflictos relacionados con la violencia de género, para luego abrir el diapasón, en su segunda parte, hacia otros temas relacionados con la violencia.
De aquella primera temporada, cuenta a OnCuba Rolando Chiong, director del programa: “Teníamos la idea de estas historias sobre violencia de género hacia las mujeres y las niñas, que me propuso mi hermana Lucía y a través de Marisel (Pestana), nuestra asesora de dramaturgia, logramos contactar con especialistas del Centro Oscar Arnulfo Romero. Ya para la segunda temporada teníamos muchas ideas que se nos quedaron de la primera entrega y con los especialistas del centro decidimos ampliar el diapasón de temas, no quedarnos solo en la violencia de género hacia las mujeres y las niñas”, precisa Chiong.
En ambas propuestas, el apoyo de las especialistas del Centro “Oscar Arnulfo Romero” resultó fundamental para la credibilidad de las historias, aunque Chiong aclara que muchas están basadas en casos reales. En ese sentido, y como suele demostrarse en pantalla, la realidad supera la ficción y la ausencia de realizaciones como “Rompiendo el silencio” en la televisión cubana ha promovido el silenciamiento, desconocimiento general y poco debate público de estos asuntos, lamentablemente presentes en la cotidianidad de la sociedad cubana.
Pudiera parecer que parte del éxito de “Rompiendo el silencio” está en el asesoramiento, tanto en el trabajo con los actores como en la parte especializada en temáticas como el machismo, la homosexualidad, la violencia de género, entre otros. La asesoría de la segunda temporada de la serie estuvo a cargo de Mareelén Díaz, del Centro “Oscar Arnulfo Romero”, involucrado en la realización del dramatizado desde el inicio.
El hecho de que la asesoría de la serie haya sido liderada por mujeres, especialistas en las temáticas abordadas por la propuesta televisiva, influyó sobremanera en el resultado final tan gustado y bien recibido por la audiencia, aunque es válido resaltar también, dentro de este colectivo femenino, la mirada tanto de Lucía Chiong, co-guionista junto a Rolando. Al respecto, el director mencionaba que “El resultado final de los audiovisuales fue producto del trabajo conjunto”.
Con los actores el trabajo no resultó del todo complejo gracias al excelente casting: “la mayoría con los que trabajamos son graduados del Instituto Superior de Arte (Isa) o de otras escuelas de la enseñanza artística; tienen una excelente preparación para enfrentar estos personajes, así que no fue difícil el trabajo”, aunque, según comenta Chiong “siempre hacíamos trabajo de mesa previo, lectura de guiones para obtener un mejor resultado, con el apoyo de nuestras asesoras en dramaturgia y especialistas”.
Mucho dieron de qué hablar algunas escenas —poco vistas en los espacios dramatizados cubanos— de la segunda temporada de “Rompiendo el silencio”, aspecto que también se repasa ahora en la retransmisión de la primera temporada.
En el circuito televisivo, existe cierta tendencia a “preparar” al público cubano ante estas escenas, que pudiesen resultar agresivas al espectador. Nada más lejos de la realidad, pues desde hace años el público promedio cubano recibe por diversas vías escenas violentas en pantalla a través de audiovisuales extranjeros, algunos incluso transmitidos por la televisión nacional.
Entonces, cabe preguntarse: ¿por qué el temor a mostrar estos abordajes en un material hecho por realizadores cubanos, con una manejo más que adecuado en la puesta en escena?, como ha sucedido no solo con “Rompiendo el silencio”, sino con algún que otro teleplay o película nacional.
En este sentido surge, con motivo de la segunda temporada de “Rompiendo…”, el programa “Miradas sin excusas”, donde especialistas de diversos sectores e instituciones debatían acerca de producciones que serían transmitidas, antes de presentarlas al espectador, acción que se repite actualmente para la retransmisión de la primera temporada del dramatizado dirigido por Rolando Chiong.
“Eso fue una decisión de la televisión cubana. A mí no me gustó que se pusiera antes de la emisión de Rompiendo el silencio porque muchas veces mata el suspenso y adelanta el clímax del material”, explica Chiong a OnCuba, y añade que “hubiese sido mejor que se transmitiera al final, incluso así en el debate podrían utilizar fragmentos del audiovisual y no escenas de materiales extranjeros. Se dice que hay que poner estos programas para educar al público cubano, pero estamos subestimando la capacidad del espectador, que muchas veces ve casos similares o peores que los que presentamos en ‘Rompiendo el silencio’, escenas de violencia o de sexo explícito y no pasa nada, tenemos que dejar de subestimar al televidente”.
Actualmente Chiong se encuentra enfrascado en el proyecto de una película sobre Frank País, aunque no descarta del todo regresar a Romper el silencio, pues nos dice que aún le quedan muchas historias por contar. “Manejar producciones de este tipo conlleva una serie de recursos que muchas veces no tenemos, además de que se precisa movilizar un gran equipo de trabajo que por muchas ganas de trabajar que tenga, tiene otros proyectos en paralelo a desarrollar, pero seguro que volveremos a trabajar en ‘Rompiendo el silencio’, material y ganas para ello tenemos”.