Ya están en Cuba los primeros tractores eléctricos comprados por el gobierno de la Isla para su uso en la agricultura, afectada actualmente por carencias y trabas que lastran su capacidad productiva.
Los equipos emplean la energía solar fotovoltaica para realizar su trabajo y fueron recibidos a inicios del presente mes de junio. Su llegada se produjo “a través de la Empresa de la Industria Electrónica Camilo Cienfuegos Gorriarán, líder en la introducción de las fuentes renovables de Energía”, según el Ministerio del sector en el país (Minag), citado por medios de prensa oficiales.
De marca FARMTRAC y modelo 25 G, los tractores son de fabricación india y su arribo a Cuba es fruto de una colaboración conjunta entre esa nación asiática y España, afirma el Minag, que añade que las máquinas vienen acompañadas de su familia de implementos, aunque no precisa cuántos equipos llegaron a la Isla ni si se importarán más próximamente.
Los que ya están en Cuba “serán validados por el Instituto de Ingeniería Agrícola IAGRIC, institución encargada de certificar las tecnologías que se introducen para la actividad agrícola del país”, explica la entidad, según la cual su adquisición es “muestra del interés” de las autoridades cubanas “en aras de realizar acciones que permitan el aumento de la sostenibilidad y la reducción del consumo de combustible” y también como parte de la política gubernamental “para dinamizar la producción agropecuaria”.
El Minag informa que los tractores eléctricos “serán puestos a prueba en actividades agrícola” y que, de acuerdo con su ficha técnica, poseen una batería de litio “con una potencia nominal de 21.6 kWh, la cual permite desarrollar al tractor una potencia de hasta 18.5 kW, similar a un tractor con 25 CV de fuerza”. Por ello, concluye, “muestran condiciones técnicas para su introducción en el país y permiten el desarrollo de la actividad agrícola a futuro, sin la alta dependencia actual de combustibles fósiles”.
La agricultura cubana atraviesa una difícil situación para la adquisición de combustible, fertilizantes y otros insumos, que se refleja en sus deprimidos niveles de producción y en la escasez de alimentos en la Isla, algo que las autoridades buscan revertir aún sin los resultados esperados. El pasado año el sector agrícola reportó pérdidas superiores a los 330 millones de dólares, atribuidas principalmente por el Minag a los efectos de la pandemia y las sanciones de los Estados Unidos.
Cuba importa más del 80 % de los víveres que consume, lo que representa un gasto anual de 2.000 millones de dólares, según datos oficiales.