Cuando los polacos se enteraron de que tenían a tiro para su selección nacional de voleibol al fenómeno cubano Wilfredo León, vieron el cielo abierto. Cualquiera diría que los europeos no lo necesitaban, a fin de cuentas, ganaron los Campeonatos Mundiales del 2014 y 2018 sin el santiaguero en sus filas, pero añadir al mejor jugador del mundo nunca está de más.
En Polonia, comenzaron a hacerse la idea de que podrían contar con León en las filas de la escuadra nacional en el 2015, cuando el antillano de 22 años recibió la ciudadanía polaca y dejó abierta la vía para cambiar de Federación definitivamente. En aquel momento, Cuba tenía las puertas cerradas a todos los atletas que habían salido del país, por lo que un retorno a la escuadra de las cuatro letras estaba prácticamente descartado.
“Mi esposa es polaca y mi manager Andrzej Grzyb también. Entonces, cuando salí de Cuba, Polonia era un destino natural. Me gustan los aficionados polacos, son cálidos y apasionados y el voleibol es tan popular como el fútbol. Vi que tienen un buen equipo y que el país ama a sus jugadores y pensé que era una buena decisión representar a este país”, recapituló León en una entrevista al canal olímpico.
Sin embargo, el sueño de volver a competir en la arena internacional se dilató. León vivió su última presentación con Cuba en el 2012 y tuvo que esperar siete años hasta que pudo, finalmente, regresar a los escenarios de mayor nivel, pero con la casaca de Polonia. Desde que reapareció, aunque parezca increíble, su presencia no estado exenta de polémicas, porque los europeos no han logrado ningún título.
Dos medallas de plata y un bronce son el saldo de la selección desde el 2019, por lo que los Juegos Olímpicos de Tokio se presentan como la mejor oportunidad para cambiar la historia reciente y retomar la senda triunfal de los dos últimos Mundiales. Además, León podría ponerle la guinda a sus vitrinas, repletas de trofeos profesionales.
La aventura en la urbe asiática no comenzó de la mejor manera. Una derrota contra Irán en el estreno disparó las dudas, aunque León respondió a la altura del escenario con 23 cartones. Pero en las derrotas nadie se salva, por lo que el cubano tenía que dar un golpe en la mesa y mostrar todas las cartas en la siguiente presentación.
Eso fue justamente lo que sucedió en el duelo contra Italia, en el que los polacos arrasaron 3-0 (25-20, 26-24, 25-20) con 18 unidades del fenómeno cubano, autor de tres aces, un bloqueo y 14 puntos en ataque. León desarticuló la línea defensiva de los italianos a pura potencia, con saques que volvieron a rozar los 130 kilómetros por hora. ¡Fenomenal!
La victoria sirve a Polonia para espantar los fantasmas y lanzar su candidatura a la corona olímpica, teniendo en cuenta que arrollaron a uno de los conjuntos poderosos del concierto estival. Italia, con jugadores de mucha experiencia, no es un manjar, y lo demostraron en su primera presentación con una gran remontada ante Canadá.
Sin embargo, contra Polonia poco pudieron hacer. Se vieron desconectados y sin poder, salvo por genialidades esporádicas de otro cubano: Osmany Juantorena. El también santiaguero marcó nueve unidades y se reafirmó como el líder de los italianos, subcampeones olímpicos en la pasada edición de Río de Janeiro.
Desde Cuba se observan estos partidos y se suspira, porque si juntamos a todas las estrellas que tenemos brillando en otros equipos de voleibol, estaríamos en la elite de la disciplina. Pero es bueno poner los pies en la tierra y resignarse. Las autoridades de la Isla, durante mucho tiempo, renegaron de esos jugadores y les cerraron la puerta a un posible regreso.
Todo ello influyó en las decisiones de nuestros voleibolistas, hoy alejados definitivamente de la selección nacional, aunque no de su gente, como dejó claro Wilfredo León hace poco tiempo: “Cuba es donde crecí, tengo muchos amigos allá, mi familia. Es donde me he desarrollado como hombre y como jugador y siempre tendrá un lugar en mi corazón. Pero Polonia es mi presente y mi futuro. Todo lo que hago ahora es por este país.”
La armada
Odio el triunfalismo. Por eso, unas declaraciones triunfalistas de Rafael Manso, presidente de la Federación Cubana de Judo, no hicieron nada más que irritarme en la noche del domingo. “Nuestros seis atletas se han preparado muy bien y los seis van en busca de las medallas. Ese es el espíritu de nuestros judocas”, dijo el federativo a la prensa acreditada en Tokio.
“Vamos a triunfar, vamos a obtener medallas para nuestra delegación”, añadió Manso, tan exaltado que solo le faltó darse unos golpes en el pecho para que sellar un performance perfecto.
Algunos me dirán que eso es solo una postura optimista de un directivo, pero resulta que justamente lo directivos tienen que ofrecer una visión objetiva de las posibilidades de sus atletas antes que levantar falsas esperanzas. Podemos entender que quieran que sus deportistas ganen o que ofrezcan una buena imagen, todos los cubanos lo deseamos, pero colocarnos de espalda a la realidad es, cuando menos, irresponsable.
Magdiel Estrada no tenía la más mínima posibilidad de ganar medallas en Tokio. El judoca de los 73 kilogramos, puesto 29 del ranking del mundo, nunca ha logrado un resultado de nivel en eventos de primera categoría. Sin ir muy lejos, entre Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales, el matancero tiene ocho participaciones y en siete de ellas ha quedado del lugar 17 hacia atrás.
Entonces, ¿en qué argumentos se basó Manso para decir que cada uno de los seis judocas cubanos en Tokio (incluido Magdiel) iban a obtener medallas? ¿Espíritu optimista? ¿Fe en la victoria? ¿Mente positiva? No, estimado. Esos factores pueden influir en el resultado de un atleta, pero no son siempre determinantes.
Por ejemplo, antes de hablar de una medalla para Magdiel había que pensar en su primer rival. El rumano Victor Sterpu, además de superar al cubano en el ranking mundial (puesto 22 por 29), ganó en el 2020 el Campeonato Europeo, una de las regiones más fuertes en el judo.
Como era de esperar y en absoluta consonancia con esas credenciales, Sterpu derrotó por Ippon a Magdiel Estrada, quien no pudo aguantar más de medio minuto a su oponente en el estreno del judo cubano en Tokio. Ahora a la Isla le restan cinco oportunidades con otros atletas más fuertes, quienes podrían hacer valer los criterios triunfalistas de Rafael Manso; pero recuerden, en el último Campeonato Mundial estos mismos atletas no ganaron ninguna medalla.
Para la delegación cubana en Tokio, este lunes fue una jornada discreta. Además de Magdiel, los nadadores Elisbeth Gamez y Luis Vega salieron a escena, pero no pudieron mejorar sus marcas ni avanzar en sus respectivos heats, por lo que se despidieron de los Juegos.
Por cierto, resaltar en este punto la postura de Gamez en sus declaraciones a la prensa tras concluir la competencia. La antillana se mostró inconforme, avergonzada, evadió cualquier excusa (estuvo varios días con problemas estomacales antes de la competencia), lloró y pidió disculpas a la afición por no superar sus registros y no quedar en una posición más relevante.
De la natación no se esperaba nada, pero la nadadora cubana me ha hecho recordar que, independientemente de las expectativas que existan sobre tu persona, siempre es muy importante mostrar el máximo de compromiso.
Cubanos por el mundo
Ya hablamos del duelo entre Wilfredo León y Osmany Juantorena en el voleibol masculino, pero nos falta por comentar sobre el gran partido de otro cubano en el deporte de la malla alta. Hablamos de Yoandy Leal, quien lideró una espectacular remontada de Brasil sobre Argentina este lunes.
Los brasileños, monarcas defensores y recientemente campeones de la Nations League, se vieron dominados por el conjunto albiceleste en los dos primeros sets del choque, pero reaccionaron a tiempo y vencieron en los tres últimos parciales.
Como decíamos, Leal fue pieza clave del despertar carioca. El antillano recibió la bola en los ataques más importantes de la recta final del partido y, además, hizo mucho daño con su servicio, sobre todo en el cuarto set, cuando Brasil perdía 11-17 y lograron igualar las acciones con Leal desde la línea de saque. En total, el cubano anotó 18 cartones y se erigió como el mejor de la ofensiva brasileña.
Los otros cubanos que vieron acción en la jornada como representantes de otros países fueron los tres balonmanistas de la selección nacional de Portugal, que vencieron 26-25 a Bahrein. Víctor Iturriza, Daymaro Salina y Alexis Borges estuvieron en cancha por el cuadro luso, aunque no incidieron demasiado en el juego. De ellos, solo Borges marcó un gol.
La nota de América
Solo Ecuador ha logrado títulos para América Latina en los Juegos de Tokio, pero ahora mismo el continente celebra por todo lo alto la plata de la brasileña Rayssa Lea en el skateboarding (modalidad Street), disciplina incluida por primera vez en el calendario olímpico. Y el motivo principal de los festejos es que la oriunda de Imperatriz tiene solo 13 años, por lo que ha entrado en los libros de récords como una de las premiadas más jóvenes en citas estivales.
Esta prueba del skateboarding ha acaparado los focos, pues la vencedora fue la japonesa Momiji Nishiya, también de 13 años. Por si fuera poco, la tercera plazo correspondió a la también anfitriona Funa Nakayama, de 16 abriles, completando así un podio completamente juvenil por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos.