En los próximos años, a medida que el SARS-CoV-2 se haga endémico en la población mundial, la COVID-19 podría comportarse como otros coronavirus del resfriado común, afectando sobre todo a los niños pequeños que aún no han sido vacunados o expuestos al virus, según datos de un modelo numérico.
Dado que la gravedad de la COVID-19 es generalmente menor entre los niños, se espera que la carga global de esta enfermedad disminuya, según un trabajo que publica la revista Science Advances.
“Tras la infección por SARS-CoV-2, se ha observado una clara tendencia a la gravedad y mortalidad con la edad”, recuerda Ottar Bjornstad, de la Universidad de Pensilvania (EE.UU).
Los resultados de nuestro modelo —añade— “sugieren que el riesgo de infección probablemente se desplazará a los niños más pequeños a medida que la comunidad adulta se inmunice, ya sea mediante la vacunación o la exposición al virus”.
Bjornstad explica en un comunicado de la universidad que tales cambios se han observado en otros coronavirus y virus de la gripe a medida que han surgido y luego se han hecho endémicos.
A general model for the demographic signatures of the transition from pandemic emergence to endemicity https://t.co/7FIUJTCQAs
— Ottar Bjornstad (@BjornstadOttar) August 11, 2021
Como ejemplo, el investigador señala que los trabajos genómicos sugieren que la pandemia de 1889-1890, a veces conocida como gripe asiática o rusa y que mató a un millón de personas, principalmente adultos mayores de 70 años, puede haber sido causada por la aparición del virus HCoV-OC43, que ahora es un virus del resfriado endémico, leve y de infección repetida que afecta sobre todo a niños de 7 a 12 meses.
No obstante, Bjornstad advierte de que si la inmunidad a la reinfección por el SARS-CoV-2 disminuye entre los adultos, la carga de la enfermedad podría seguir siendo alta en ese grupo, aunque la exposición previa al virus disminuiría la gravedad.
El equipo estadounidense-noruego desarrolló lo que se conoce como un “modelo matemático realista estructurado por edades (RAS)”, que integra demografía, grado de mezcla social y duración de la inmunidad que bloquea la infección y reduce la enfermedad, para examinar posibles escenarios futuros de incidencia y carga de mortalidad de la COVID-19.
En concreto, examinó la carga de la enfermedad en plazos inmediatos, medios y largos: 1, 10 y 20 años, respectivamente.
También estudió la carga de esta en 11 países —China, Japón, Corea del Sur, España, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos, Brasil y Sudáfrica— que diferían ampliamente en su demografía. Para parametrizar el modelo utilizaron datos de Naciones Unidas para cada uno de los países.
“Independientemente de la inmunidad y la mezcla, la carga de mortalidad a nivel de la población puede diferir entre los países debido a las diferencias demográficas”, apunta Ruiyun Li, de la Universidad de Oslo.
El modelo RAS predice una estructura de edad sorprendentemente diferente al comienzo de la epidemia de la COVID-19 en comparación con la situación endémica final.
En un escenario de inmunidad duradera, ya sea permanente o de al menos 10 años, se predice que los jóvenes tendrán las tasas más altas de infección, ya que los individuos de mayor edad están protegidos de nuevas infecciones por una previa.
En el futuro las vacunas anticovid podrían administrarse sólo a niños, según la OMS
Debido a las variaciones demográficas, el modelo apunta resultados diferentes para los países.
Por ejemplo, Sudáfrica —probablemente debido, en parte, a su estructura poblacional más joven— tiene un menor número de muertes en comparación con poblaciones de mayor edad como Italia.
Estas “disparidades de muerte” están muy influenciadas por la demografía. Sin embargo, independientemente de la demografía, el modelo enseña un desplazamiento constante del riesgo hacia los jóvenes.
Según los investigadores, su modelo se diseñó para que las autoridades sanitarias dispongan de una herramienta “potente y flexible” para examinar la futura circulación de la COVID-19 por edades, y reforzar las intervenciones.