—¡Mamita! ¡Mamita!!!
Grité. Grité estentóreamente. Ateneo Deportivo Armando Mestre, Santiago de Cuba, 1983. Volví a la carga. Las gradas se revolvieron ante el reclamo, me secundaron en un coro:
—¡Que salga Mamita!!!
Un llamado a la leyenda: Mercedes Mamita Pérez, integrante del equipo campeón del mundo en 1978. El tope de voleibol femenino Cuba-Estados Unidos se inclinaba a la excelencia de las visitantes. Hacía falta su magia, con urgencia.
El sexteto norteño contaba en sus filas con la gigante Flora Hyman, la pequeña Rita Crocker, la eficiente Debbie Green… La pasadora dibujaba en el aire la esférica y el tabloncillo temblaba, pelota abajo. El año anterior, en el Mundial de Perú, habían ganado el bronce; pero su ascenso no se había detenido. Cuba tenía delante, tal vez, al mejor equipo del orbe.
Eugenio George anunció un cambio. Ahora sí viene Mamita, me adelanté… pero en vez de Mercedes Pérez, ocupó el tabloncillo una chiquilla inexperta de dieciséis años, ni siquiera muy alta, con un nombre desconocido: Mireya Luis.
Embebido en el juego que se desarrollaba ante mis ojos, nada en ella me impresionó. No supe ver la estrategia, ni el renuevo generacional. Y la chiflé, casi con saña.
Del Ateneo santiaguero salí convencido de que una medalla en los Juegos Panamericanos de Caracas —en agosto de ese propio año— sería difícil. Además de las norteamericanas, las chicas peruanas iban con todo, con la zurda Cecilia Tait y la central Gaby Pérez del Solar.
La capital venezolana fue una batalla. Todavía la veterana Imilsis Téllez mantenía sus manos prodigiosas en el pase. Mireya hacía su debut a lo grande. Las criollas se las arreglaron para llegar a la discusión del oro. La victoria 3-2 sobre el formidable combinado de Estados Unidos, sobrevino fuera de todo pronóstico. Todavía recuerdo los abrazos, los saltos.
Cuba no asistió a la Olimpiada de Los Ángeles 1984 —siguiendo a la mayoría de los países del entonces campo socialista—; pero en la siguiente cita universal de Checoslovaquia en 1986, probaría su adelanto.
Mireya fue noticia. Unas semanas atrás, se había convertido en madre y su participación no era segura. ¿Podría alcanzar aquel su despegue fabuloso? ¿Conservaría su remate? Las preguntas flotaban en el aire, pero ella misma se encargó de despejarlas. No podía creerlo cuando la vi salir del banco. Grité tanto frente a la pantalla que tiene que haberse escuchado en el mismísimo centro de Europa.
La Mayor de las Antillas se ausentó de los Juegos Olímpicos. Otra vez. La Copa del Mundo del 1989 fue el desquite para las chicas que no se pudieron probar en Seúl. Subieron a lo más alto. Mireya fue escogida como la mejor rematadora e integró la selección ideal. Esa condición la repitió en los más exigentes eventos.
La historia del voleibol cubano es conocida. Historia gloriosa. El equipo femenino fue bautizado como Las Espectaculares Morenas del Caribe y se acreditaron tres campeonatos olímpicos consecutivos: Barcelona 92, Atlanta 96 y Sydney 2000.
Fuera de esos predios recuerdo particularmente el Campeonato Mundial de Brasil en 1994. Las cubanas ganaron todos los partidos sin perder un solo set; incluida la final con las anfitrionas. Los partidos entre ellas eran choques de trenes; pero el juego de las antillanas silenció una barra auriverde, cerrada y en contra.
Un experto declaró que la selección de Cuba se había convertido en una “máquina” de jugar voli. Mireya era la locomotora.
En China, “Luis” se convirtió en reina. Su nombre abría todas las puertas. Cada punto suyo era coreado. Disfrutaba su juego y contagiaba al resto. Cuando el equipo se resentía, ponía carácter. Una “cucharada” de Mireya, solía ser el remedio perfecto. Y nadie se atrevía a escamotearle algún premio individual, para no correr el riesgo de que el público chino —normalmente calmado―, se lanzara a la cancha.
Mireya Luis es una de las deportistas de mayor palmarés en la historia del deporte latinoamericano y una leyenda viva del voleibol universal. Carismática y respetada, integró después de su retiro, la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Internacional y actualmente es protagonista en el desarrollo del voleibol de playa en Cuba.
Ahora que hay remates caribeños en muchos equipos del mundo, que otras chicas del voleibol cubano consiguieron un disputado bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, mi mente se inundó con recuerdos de hace treinta años.
A Mireya le debo una disculpa. Una disculpa con rigor. Todos los días no se asiste al nacimiento de una estrella.
Muy buen artículo, pero hay un error garrafal en el: “Un llamado a la leyenda: Mercedes Mamita Pérez, integrante del equipo soviético campeón del mundo en 1978”. Mamita no era del equipo soviético, era del equipo cubano.
He leido cada palabra con el mayor detenimiento que he me ha permitido mi vista y te agradezco por este magnifico comentario sobre la mujer mas grande y a su vez mas sencilla que he tenido el previlegio de conocer en persona y aun cuando la veo por pura conicnidencia y puedo intercambiar con ella alguna palabra no dejo de sentir ese escalofrio en mi estomago de estar frente a una de las mujeres mas bellas en todos los sentidos que he la vida me ha otorgado el privilegio de conocer. Gracias por este escrito, muchas gracias en mi nombre y el de otros muchos que adoran y agradecen la existencia de una mujer que muchos llaman Mireya Luis, yo simplemente la llamo “ANGEL”
Excelente crónica !!!
juan carlos, ¿ en que edición usted leyó soviético??? O está pensando en Melissa Vargas
Una anécdota de Eugenio que lo dice todo: Fue a una tienda y apenas la estaban cerrando por lo que no le permitieron la entrada. Conocedor del prestigio y respeto hacia Mireya fue al hotel y la llevó de acompañante a la tienda, y en el acto la volvieron a abrir y se desvivieron en atenciones. Sin comentarios y deben haber miles de ellas.
Simplente extraordinaria …. Mireya Luis ….ha quedado grabada en la historia universal del voley y su nombre ha prestigiado a Cuba …. el mundo le rinde tributo a esta figura estelar ke nos maravillo con su extraordinario talento…. ke viva Mireya Luis ahora y siempre….
Sencillamente exelente su comentario, estremecedor y humano, le felicito Reynaldo Cedeño. Mireya Luis estrella que brillo con luz propia este es un sincero homenaje. Gracias
Ala fecha Hoy. Es extraordinario, cálido, veráz, amigable, intimo, este comentario real del nacimiento de una super mujer humana que envio al mundo estelar el voleibol. Fui quien fungió como Segundo Árbitro en esa contienda, lo palpé.-
Época de glorias, valía la pena asistir nuestro voli, fuí jugador de voli y siento falta de verlos ( femenino y masculino ) ganando de todos.
Las Espectaculares Morenas del Caribe no tuvieron infancia,nacieron grandes.Excelente crónica y muy conmovedora
Gabriela Perez del Solar comenzó a ser titular a los 17 años en la Copa del Mundo de 1985 donde la consideraron la mejor bloqueadora del torneo, ella en los Panamericanos de Caracas de 1983 no estuvo ni siquiera en la banca de suplentes.
El verdadero debut internacional fue precisamente en Caracas 83 y al parecer el redactor olvida hablar de ello cuando tambien entro como cambio en el quinto y un remate suyo decidió el partido y el oro para Cuba.