Por: Rubén Ramírez del Alma
Solveig Font es una de las especialistas en artes plásticas de la Fábrica de Arte Cubano. Anteriormente ha incursionado en la curaduría, entre sus exposiciones cuentan Somos la misma cosa, en la sala Villena de la UNEAC, y colateral al desarrollo de la oncena Bienal de la Habana, la curaduría y producción de la muestra personal del fotógrafo norteamericano Michael Dweck en la fototeca de Cuba en el 2012. Además de haber sido durante cuatro años especialista de la galería Villa Manuela.
La Fábrica de Arte (FAC) abrió sus puertas al público hace unos meses en el espacio de la antigua fábrica de aceite El cocinero, una cita evidente a la Tate Modern londinense aunque su espíritu diste mucho de esta, pero que quizá se deba a una intención de conjugar el carácter industrial con el arte, y también a cierto sentido de génesis, es decir, de espacio donde se generan y acompañan procesos artísticos y culturales. Por aquí se dirige mi primera pregunta.
¿Es la fábrica un espacio donde los jóvenes pueden aspirar a obtener financiamiento para sus proyectos, concebir obras nuevas, o gestar procesos creativos bajo la asesoría de sus especialistas; o solo escogen algunas obras dentro de las ya realizadas por ciertos artistas para exponerlas según sus intereses específicos?
Fábrica puede ser el lugar donde, efectivamente, exista la posibilidad de obtener financiamiento para proyectos artísticos. Ahora no es el momento, debemos todavía caminar un poco más para poder tener con qué financiar esos proyectos. Estamos aún en pañales como quien dice, solo han pasado nueve meses después de la apertura de Fábrica de Arte. Aunque esta es una de las intenciones que poseemos para el futuro. También nos interesa que se conciban obras nuevas pensando en el espacio, esto ha ocurrido antes, y, de hecho, ya estamos concibiendo proyectos donde la creación de obras nuevas es una de las principales motivaciones de la exposición. Estamos muy interesados en que se gesten procesos creativos, ya sea bajo la asesoría nuestra, nosotros como productores, o en colaboración incluso con otros espacios e instituciones. En este sentido es posible que sucedan tantas variantes como tipos de curadurías y proyectos hay, y siempre estamos dispuestos a colaborar.
Frecuentemente ha sucedido que las obras para exponer se escogen de un conjunto ya disponible de varios artistas, es decir, que son obras realizadas antes de cualquier requerimiento curatorial y tal, y nosotros las refuncionalizamos. Eso, a mi criterio, no tiene ninguna connotación negativa, porque una selección no corre el riesgo de ser mala aunque sus obras no sean noveles. Muchas de las exposiciones que suceden en el mundo siguen este procedimiento. Cuando yo comencé a trabajar en Fábrica restaban quince días para la inauguración, y para asumir una curaduría coherente y ajustada al tiempo tuve que apelar a los artistas con los que yo había trabajado antes, pues conocía su obra y eran accesibles. Propuse un tema lo más abierto posible como es el de hecho de estar en una antigua fábrica, al implicar sus paredes, sus tubos, su peculiaridad museográfica, además del propio ambiente fabril.
Gracias a eso en un corto plazo pudimos inaugurar y, claro está, conté con obras que ya existían y con artistas conocidos, a pesar de que sea nuestro deseo seguir explorando nuevos terrenos. También nos interesa ser inclusivos y no solo es para jóvenes, sino para todas aquellas generaciones que quieran sumarse.
La segunda exposición tenía que ver con esos materiales de la vida cotidiana que pasan desapercibidos para nosotros, porque son elementos desechables a los que uno no les da la importancia que merecen. Había artistas que trabajaban con estos materiales, los cuales por el conocimiento previo de sus obras pudimos llegar a ellos. La investigación, la sugerencia y los comentarios nos llevaron a encontrar obras y artistas que desconocíamos, pero que confluyeron muy bien en el espacio.
El potencial económico que ofrecen las obras de arte actualmente no es un secreto para nadie. ¿Cómo resuelven este asunto, hacen gestiones de venta, o antes que eso, le es permitido hacerlas, qué hacen para saldar el contrato promocional que tienen con los artistitas?
Fábrica de arte en estos momentos no tiene un permiso de comercialización, por lo cual no puede vender obras de arte. Si hay una persona interesada en adquirir una obra de arte, cubano o extranjero, se le pone en contacto con el artista y los demás acuerdos quedan por ellos. Actuamos básicamente como un link de conversación.
¿Cuál es el procedimiento para acceder como artista a exponer o presentar la obra en la FAC?
El procedimiento es sencillo. Hay que presentar un proyecto de obra o de exposición y este pasa por las curadoras del lugar. Si la obra que se nos presenta nos interesa para algún proyecto curatorial se les avisa y nos ponemos de acuerdo. Si es un proyecto de exposición para el espacio, primero lo discutimos con el curador que lo presente, vemos la calidad de la propuesta, que esté a tono con la Fábrica, que conozca bien cómo funciona esta, que las piezas no sean extremadamente vulnerables a ser dañadas. Todo esto es importante para poder hacer la museografía, ofrecemos una asesoría sobre el espacio pues somos quien mejor lo conoce.
Siempre estamos abiertos a que se presenten proyectos nuevos, tanto por curadores como por artistas. Hasta ahora no hemos venido haciendo exposiciones personales, puesto que pretendemos que durante el periodo de un año aproximadamente se muestre la mayor cantidad de artistas como sea posible. No porque las selecciones de estos sean de cincuenta, sino porque nos parece que hay mucho interés en exponer en Fábrica de Arte Cubano, y es importante que se le pueda dar esa posibilidad a más de un artista por tres meses.
Con tantas actividades de diversa índole como la proyección de películas, el montaje de obras de teatro, los conciertos musicales y las artes visuales, corren el riesgo de la incoherencia. El vale todo es de lo más criticado en este espacio. ¿Trabajan juntos los especialistas para lograr la sinergia entre los diversos medios, y responde la programación a determinados ciclos temáticos o a acciones relacionadas entre sí?
Sí, todos los especialistas trabajamos juntos, aunque esto no implica que todas las áreas, ni todos los especialistas estén en función de un mismo tema, pero si hay un conocimiento mutuo. Semanalmente nos reunimos para que cada uno tenga la información de lo que está sucediendo, y si por ejemplo, se presenta una obra de teatro que trate un asunto determinado puede que haya una película que guarde relación con este y se presente. Sí hay comunicación, pero es complicado tener todas las semanas cosas muy afines, sobre todo porque una obra de teatro y la proyección de una película pueden durar una semana o un mes, mientras una exposición habita por tres meses el espacio, además de que cada manifestación mantiene cierta autonomía. La misma dinámica vertiginosa y cambiante de Fábrica hace que asumamos en ocasiones un formato parecido al de un festival de varios medios.
La vida nocturna de la FAC es bastante agitada, entre las pistas de baile y las bebidas cobra un ambiente disco, muchas de las personas ni se detienen a observar las obras, para ellos estas adquieren una función decorativa. ¿Teniendo en cuenta esa característica complicada del espacio, cuál puede ser una posible estrategia para que las futuras exposiciones llamen más la atención del público, o se integren de manera orgánica con él?
Una de las principales estrategias es que a partir de enero FAC también abre de día. Para que el espacio cobre como galería un lugar preeminente, y así contrarrestar esa impresión que tienen algunas personas sobre la función ambiental de las obras. Aunque yo si le veo importancia, por supuesto, a las obras que se han exhibido. Siempre las personas que están se llevan alguna información, y la mayoría en algún momento de su estancia en el lugar recorre las salas de exposición. Pero también sé que las galerías deben abrir de día para fomentar las visitas de artistas, críticos, curadores, teóricos, coleccionistas en calidad de espectadores y no en función del ocio. Porque además no todos quieren, o no pueden venir a Fábrica a ver una obra de teatro, escuchar un concierto, o compartir algunos tragos. También hay muchas personas de noche, en su mayoría jóvenes que vienen a divertirse, y este no es el ambiente totalmente ideal para los que quisieran observar detalladamente las exposiciones.
Otra de las cosas que deseamos lograr es una mayor interacción del público con las obras, no todas, ni siempre, pero en algunas de ellas, o en algunos proyectos, uno de nuestros intereses principales es ese. En todo momento llamar la atención del público es importante.
Cuéntanos un poco sobre los proyectos por venir.
Pienso que la próxima exposición de febrero puede ser muy interesante. Tiene que ver con la publicidad realizada por los artistas plásticos, muchas veces también en relación con el diseño y los diseñadores. Para la Bienal de la Habana tenemos un proyecto que tentativamente puede llamarse “Proceso”, aunque este nombre no es definitivo. Vamos a trabajar sobre la transdisciplinariedad de ciertas obras con el sonido y la música, es decir, algo de arte sonoro y más osado. Tenemos la intención de que a través de la museografía se ofrezca información visual, auditiva y se desdibujen las fronteras entre los medios de las obras que vamos a presentar. Esta exposición tiene un valor determinante para FAC, pues significa que nos haremos más grandes culturalmente y que ganemos un lugar dentro del circuito más serio del arte contemporáneo cubano.