Cuba llega al 8 de marzo con una crisis de feminicidios. La acompañan y nutren otras crisis, como la económica, la alimentaria, la de medicamentos, la migratoria… Una no se explica sin las otras.
En los últimos días se confirmaron casi de manera consecutiva tres feminicidios, uno de ellos anunciado por la Dirección Provincial de Salud Pública de Las Tunas, y los dos restantes por los observatorios de feminicidios y organizaciones feministas de la sociedad civil.
Durante los dos primeros meses de 2023 se han reportado 16 muertes violentas de cubanas por motivos de género, según los observatorios ciudadanos. Aproximadamente dos por semana. En 2022 la cuenta total del año sumó 36. De ahí que la frecuencia y el número del inicio de año sean preocupantes.
Si alguna agenda feminista debe ser visibilizada rumbo al Día Internacional de la Mujer en Cuba, es la de los feminicidios. Deben ocupar la lista de demandas y problemas a resolver con urgencia.
La violencia feminicida en la mayor de las Antillas golpea con fuerza y temeridad.
El contexto regional
Se conoce como “Ola Violeta” la cuarta oleada de los feminismos en América Latina y el Caribe. Ha teñido de púrpura las agendas y las movilizaciones de los últimos tiempos en la región.
Durante 2021, alrededor de 12 muertes violentas diarias por razón de género tuvieron lugar en América Latina y el Caribe. En número totales, unas 4 473 mujeres fueron víctimas de feminicidio en veintinueve países de la región, según los últimos datos oficiales informados por los países al Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Las mayores tasas de feminicidio en América Latina se registraron en Honduras (4,6)1, República Dominicana (2,7), El Salvador (2,4), Bolivia (1,8) y Brasil (1,7). En el Caribe 28 mujeres fueron víctimas mortales de violencia de género, según los once países y territorios que entregaron información correspondiente a 2021. Cuba no se encuentra entre ellos. No cuenta con cifras oficiales actualizadas sobre este indicador.
De los 18 países o territorios de América Latina y el Caribe que proporcionaron información, 11 presentaban una tasa igual o superior a 1 víctima de feminicidio por cada 100 mil mujeres.
La única tasa de feminicidio que ha sido publicada oficialmente en Cuba2 asciende a 0,99. De ese modo, la isla estaría cercana a los estándares de la mayoría de los países de la región en su comportamiento respecto al feminicidio.
El dato cubano ha envejecido (data de 2016) y constituye un subregistro (solo toma en cuenta los asesinatos de mujeres por motivos de género cometidos por parejas y exparejas), pero sirve para situar a Cuba en algún punto del mapa regional de violencia feminicida.
A pesar de las limitaciones del cálculo cubano (la cifra será mayor si incorporamos los feminicidios ocurridos fuera de la relación de pareja), la isla se encuentra insertada en el grueso de países de la región en los que el feminicidio ronda una tasa de 1 víctima por cada 100 mil mujeres.
¿Para qué sirven las estadísticas?
Contar con un registro público de feminicidios no es un asunto netamente estadístico. Las cifras y la información pública sirven al diseño de políticas públicas integrales sobre violencia de género. Para ello, es importante conocer una serie de datos. Las características de las víctimas y los agresores, la relación entre ellos, los contextos en que se desarrollaron estos delitos, los medios utilizados para causar la muerte. Si la víctima había presentado o no alguna denuncia o queja previa contra el agresor.
Un sistema de conteo del feminicidio —que implica su reconocimiento legal en el Código Penal o en otros instrumentos legales— es la antesala esencial de políticas públicas más efectivas para la prevención. De ahí su altísima importancia.
En el último informe regional en el que Cuba publicó una tasa oficial, la isla no ocupaba los peores lugares, pero tampoco los mejores. Con las noticias de los dos primeros meses de 2023, las cifras probablemente han empeorado en los registros oficiales.
Los Observatorios Ciudadanos
A pesar de que Cuba anunció hace dos años la creación oficial de un Observatorio de género y violencia feminicida, nada se sabe hoy sobre esta imprescindible iniciativa.
No obstante, observatorios civiles operados por organizaciones feministas no estatales han contabilizado varias muertes violentas de mujeres por razones de género. Esto puede arrojar luces a la situación actual de los feminicidios en Cuba.
El Observatorio de feminicidios de Yo sí te creo en Cuba y el Observatorio de género de Alas Tensas, mediante un trabajo de colaboración, han registrado (no es apropiado considerarlo un registro completo porque no se tiene acceso a la totalidad de muertes violentas de mujeres) un total de 32 feminicidios en 2020; 36 en 2021; 36 en 2022. En lo poco que ha transcurrido de 2023, suman 16.
El aumento en los registros de violencia feminicida en Cuba podría explicarse por diversas razones. Entre ellas, mayor reconocimiento por parte de la ciudadanía de los feminicidios; mejoras en el sistema de registro y verificación por parte de los observatorios; mayor visibilización de los hechos en redes sociales y medios de comunicación y, en efecto, un alza lamentable de este tipo de crímenes.
En muchos otros países existen observatorios de feminicidio independientes al Estado. Suele ocurrir que organizaciones feministas se dediquen exclusivamente al conteo de los feminicidios en sus naciones. La prensa desempeña un papel fundamental, así como el activismo, la militancia feminista y los reportes de procuradurías o fiscalías.
En México la labor del Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio (OCNF) ha sido crucial para el conteo de los casos. El OCNF busca contribuir a la erradicación de la violencia de género, los feminicidios y la discriminación contra las mujeres. En tanto, monitorea y sistematiza información sobre la falta de procuración e impartición de justicia para las víctimas de violencia feminicida.
También en México es conocida María Salguero, quien elaborara un mapa sobre feminicidios en el país, caso por caso.
En Argentina, Ahora que sí nos ven se dedica a reportar femicidios en Argentina y ser un insumo para el diseño e implementación de políticas públicas que garanticen una vida libre de violencias.
En el Caribe, Puerto Rico se integra a la lista de países con observatorios ciudadanos. El Observatorio de equidad de género es una coalición de organizaciones feministas y de derechos humanos ante el aumento de la violencia de género. La iniciativa pretende monitorear y analizar la situación en el país, generar recomendaciones de políticas públicas y fiscalizar la respuesta de las agencias gubernamentales ante la violencia de género.
En Brasil está el Observatorio de la Violencia de Género monitoreado por la Fundación Mujeres; en Colombia, el Observatorio Colombiano de Feminicidios es parte del sistema de información de la Red Feminista Antimilitarista; en Chile, el Observatorio Chileno del Femicidio; el Observatorio de Femicidios en Panamá. Así, los hay en toda América Latina y el Caribe. La mayoría trabaja de forma colaborativa con agencias o instituciones estatales, aun cuando sus Gobiernos cuenten con observatorios oficiales.
Hasta este momento en Cuba no existen indicios de colaboración entre las iniciativas feministas no estatales y las instituciones del Estado y el Gobierno.
La multiplicación del activismo
De todas las crisis emergen respuestas de amplio espectro. Y emergen formas de organización civiles para afrontarlas. En Cuba se han multiplicado las denuncias. Su eco ha calado cada vez más hondo. No hay manera de evitar que, ante una urgencia que cuesta vidas, las mujeres cubanas se organicen dentro y fuera del Estado.
El trabajo de los observatorios de feminicidios cubanos mencionados demora. Pero, a falta de estadísticas oficiales, el monitoreo de las plataformas civiles es cada vez más consultado.
Por su parte, la discusión sobre violencia de género y feminicidio se ha extendido en la esfera pública. La comunicación oficial sobre este tipo de crimen ha dado sus primeros pasos, a pesar de errores o limitaciones en el encuadramiento del tema.
No es un “crimen pasional”. La prensa cubana y los feminicidios
Organizaciones feministas que no se habían pronunciado sobre las muertes violentas de mujeres por motivo de género han alzado su voz ante la alarmante situación.
En la televisión nacional se ha ampliado la trasmisión de programas que se acercan al tema. Las tablas cubanas dan espacio a la agenda contra el feminicidio. Denuncian, además, el abandono parental, la violencia de género, la falta de refugios y de leyes especializadas (por ejemplo, la obra Padre Nuestro, que todavía tiene funciones en el teatro Bertolt Brecht).
Justicia social
La crisis de feminicidios y el 8M tienen lugar también en un contexto de sed de justicia. Muestra de ello fue el caso Bécquer. En gran medida los reclamos por parte de la sociedad civil provocaron una revisión de la sentencia. Pero, tras ese afán de justicia legal, subyace otro mucho mayor y complejo, que es la justicia social, y la justicia social de género.
Los feminicidios que están ocurriendo en Cuba son expresión de una crisis estructural más profunda que lacera múltiples dimensiones de la vida (material e inmaterial). La crisis socioeconómica trae aparejadas crisis de valores, de sentidos colectivos, de paradigmas de justicia. Además, hay una crisis institucional que no logra tramitar demandas colectivas ni termina de transformar pilares que coadyuven al freno de la violencia feminicida.
Las instituciones del Estado deben ajustar políticas y estructuras a los tiempos que corren. Si Cuba cada vez se parece más al contexto regional en cuanto a violencia de género, las agencias del Gobierno también deben imitar buenas prácticas; promover más diálogo con las iniciativas de la sociedad civil y con las mujeres (cis, trans, lesbianas, travestis) que viven en condiciones de alta vulnerabilidad.
Por ejemplo, desde la creación de la Fiscalía Especializada en el Delito de Feminicidio en 2019, del Gobierno de la Ciudad de México, el número de feminicidios se ha reducido en un 27 %. Además, se redujo en un 36 % el número de muertes violentas de mujeres (por motivo de género u otro). El acceso a la justicia de las víctimas de feminicidio aumentó en 171 %.
Además de la creación de la Fiscalía especializada, se implementaron otras doce acciones y políticas, entre las que se encuentran: creación de Las Lunas (trece Unidades Territoriales de Atención y Prevención a la Violencia, que lograron reducir en un 55,2 % el riesgo feminicida en 1826 casos); formación de cuerpos policiales en atención de género; creación de Abogadas para las mujeres (han logrado abrir más de 42 mil carpetas de investigación y tramitado 904 medidas de protección); creación de registro público de agresores sexuales; reformas normativas al delito de feminicidio; banco de ADN (identificación de un agresor sexual) y estrategias de colaboración entre víctimas, familiares de víctimas y organizaciones feministas3.
¿Qué podemos hacer en Cuba?
Un ministerio de las mujeres y las diversidades que se ocupe de la promoción de políticas de género; fiscalías, tribunales y policía especializadas; observatorios de violencia de género y feminicida; y colaboración entre las organizaciones feministas no estatales reconocidas, son demandas a integrar una agenda feminista enfocada en proporcionar una vida libre de violencias en Cuba.
La CEPAL lo ha recalcado, para frenar la violencia feminicida hay que fortalecer cuatro pilares: financiamiento, prevención, respuesta pública y sistemas de información.
Se sabe que el financiamiento que proporciona un Estado a sus entidades depende en gran medida del rango institucional. Por ello, mientras mayor sea el rango (institutos, secretarías, o ministerios), mayor será el presupuesto designado a organizaciones dedicadas al combate de la violencia de género.
La prevención no será posible si no se trabaja desde edades tempranas en una cultura inclusiva desde una perspectiva de género. De ahí que los programas integrales de sexualidad en las escuelas sean piedras angulares para deconstruir sistemas de valores sostenidos por el machismo, el sexismo, la misoginia, el racismo, la homofobia, la transfobia y la discriminación. En ello desempeñan un papel fundamental los productos culturales en el arte, la prensa y los medios de comunicación.
La respuesta pública al contexto
La respuesta pública abarca tanto el momento emergencial de la violencia de género y feminicida (línea telefónica de emergencia, patrullas de género, botones de pánico, protocolo de atención, especialización de agentes del orden, casas de acogida o refugio) hasta políticas públicas que taladren las brechas estructurales de desigualdad basadas en el género. Políticas que sean capaces de crear una sociedad de cuidados y de amparo social.
A los sistemas de información, por su parte, debe caracterizarlos la transparencia, la actualización, la sistematicidad y la visibilización.
Hace apenas tres meses se celebró en Buenos Aires, Argentina, la XV la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe. Allí se acordó “impulsar la adopción e implementación de leyes, políticas, planes de acción integrales y multisectoriales, y programas educativos de sensibilización, para prevenir, atender, sancionar y erradicar todas las formas de violencia y discriminación por razón de género contra las mujeres, las adolescentes y las niñas en toda su diversidad, en sus diferentes ámbitos y manifestaciones”.
Por tanto, ¿qué hay que esperar para aprobar una Ley integral contra la violencia de género en Cuba; para crear refugios y otras medidas de emergencia; para tipificar como feminicidio al asesinato de mujeres por motivo de género; para escuchar las demandas de los activismos y la militancia feminista; para implementar políticas radicales que contrarresten las brechas de desigualdad?
Así llegamos al 8M en Cuba. Con una crisis de feminicidios y sed de justicia, legal y social. Pero además con propuestas para apoyar la prevención y la reparación de estos hechos.
Notas:
1 La tasa se calcula por cada 100 000 mujeres.
2 Informe Nacional Voluntario del año 2019 ante la CEPAL sobre la implementación de la Agenda sobre desarrollo sostenible para el 2030.
3 Algunas de estas estrategias son las mesas de diálogo, la participación en algunas fases de implementación de políticas públicas enfocadas en género y la promoción de eventos sobre violencia de género con participación de víctimas, familiares, organizaciones e instituciones. Son iniciativas que se han desarrollado con sistematicidad en la región en países como México y Argentina.