En 1935, durante una reunión de la Asociación Central de Obstetricia y Ginecología en Nueva Orleans, dos ginecólogos, llamados Irving Freiler Stein y Michael Leventhal presentaron el estudio en el cual relacionaban la amenorrea o ausencia de menstruación de siete mujeres, su obesidad e hirsutismo (crecimiento excesivo de vello oscuro en regiones no tan comunes) con la infertilidad.
Cuando se sometieron a cirugía, los ovarios de estas pacientes estaban agrandados entre 2 y 4 veces más de lo normal. Además, contenían de 20 a 100 quistes (sacos llenos de líquido) con una proximidad de 1 a 1,5 mm de la superficie del ovario. La parte externa de la glándula estaba aumentada de tamaño y tenía aspecto fibrótico, es decir, con presencia de tejido cicatrizado. Este fue el primer reporte de un síndrome inicialmente conocido como “de Stein y Leventhal”, en honor a quienes lo identificaron clínicamente. Hoy se conoce como síndrome de ovarios poliquísticos (SOP).
Sin embargo, no fueron Stein y Leventhal los primeros en apreciar este tipo de trastornos en los ovarios femeninos. Ya en 1721, el científico italiano Vallisneri describió el caso de una mujer “casada, infértil, con ovarios brillantes de superficie blanca, del tamaño de huevos de paloma”. Luego, a lo largo del siglo XIX se hicieron otros descubrimientos relativos a la patología. En las primeras décadas del siglo XX el conocimiento sobre el ciclo menstrual, la función de los ovarios y las hormonas femeninas experimentó un notable desarrollo.
Esto incluyó, entre muchos otros avances: la obtención en el propio año de 1935 del 17- beta estradiol, considerado el estrógeno natural más potente. Como curiosidad, se logró a partir de 4 toneladas de ovarios porcinos. De esta enorme cantidad de tejido solo se extrajeron 10 mg de hormona cristalizada, pero significó un paso trascendental en el tratamiento de muchas enfermedades.
Volviendo a Stein y Leventhal, ellos observaron que varias pacientes menstruaron después de que se les había tomado una muestra de tejido para estudio. De modo que resolvieron resecar, es decir, quitar entre la mitad y tres cuartas partes de los ovarios, en especial la zona en la que estaban los quistes. Esto corrigió el trastorno menstrual de las siete mujeres que formaban parte del estudio. Dos de ellas lograron quedar embarazadas y una pudo llevar a feliz término su concepción y tuvo dos hijos. Se consideró un gran éxito pues logró revertirse la infertilidad de una de las pacientes.
El interés por el hallazgo fue instantáneo. Para 1959, ya había 40 trabajos al respecto. Entre 1950 y el año 2000 se escribieron 8 mil artículos sobre el tema. Finalmente, en los primeros 15 años del siglo XXI, ha habido 20 mil. ¿Por qué tanto interés?
SOP: la endocrinopatía femenina más común a nivel mundial
El síndrome de ovarios poliquísticos (SOP) es la endocrinopatía femenina más común a nivel mundial. Se estima que afecta entre el 5 % y el 15 % de las mujeres en edad reproductiva.
Por endocrinopatía nos referimos a la enfermedad o alteración en el funcionamiento de las hormonas. El SOP es considerado, además, la primera causa de infertilidad femenina en los Estados Unidos y una de las más importantes a nivel mundial.
Para plantear que una mujer es portadora del SOP debe tener al menos dos de los siguientes problemas:
- Ausencia de ovulación, que provoca períodos menstruales irregulares o ausencia de períodos.
- Niveles altos de andrógenos (un tipo de hormona) que se puede expresar a través de signos como exceso de vello corporal o facial.
- Quistes (sacos llenos de líquido) en uno o ambos ovarios. “Poliquístico” significa, literalmente, “con muchos quistes”.
Muchas de las mujeres con este diagnóstico tienen los primeros dos problemas mencionados. Pero, por contradictorio que pueda resultar, no presentan quistes en los ovarios.
Muchas mujeres descubren que tienen SOP debido a las dificultades para quedar embarazadas. En la mayoría de los casos la infertilidad se debe a la ausencia de ovulación; es decir, al proceso en el cual el ovario libera un óvulo (célula sexual femenina) maduro cada mes.
Sin embargo, los problemas de fertilidad, el crecimiento de vello no deseado, el acné crónico y el aumento de peso no son los únicos problemas que puede generar este síndrome. La lista es verdaderamente larga, de modo que solo mencionaremos algunos:
- Apnea obstructiva de sueño, un trastorno que provoca pausas en la respiración durante el sueño.
- Resistencia a la insulina.
- Síndrome metábolico.
- Diabetes tipo 2.
- Obesidad.
- Hipertensión y trastornos cardiovasculares.
- Trastornos del estado de ánimo.
- Hiperplasia endometrial y cáncer de endometrio.
Causas, síntomas y signos
A pesar de que hace casi 100 años de su descubrimiento, la causa de este síndrome no está del todo definida. Se ha informado sudistribución familiar o genética, aunque no se ha podido determinar un claro patrón de herencia. De ahí que se considere que su origen sea parecido al de la Diabetes tipo 2 y la obesidad, enfermedades en las que tanto factores genéticos como ambientales contribuyen a su aparición.
Mucho más claro está qué causa los síntomas. La mayoría de estos son consecuencia de niveles excesivamente altos de hormonas llamadas andrógenos. Estas son las responsables de producir los caracteres asociados al sexo masculino. Entre esos tenemos la distribución del vello corporal, el tono de la voz, mayor masa muscular, tamaño de hombros y brazos, entre otros.
Es importante aclarar que los ovarios producen tanto estrógenos, a veces llamadas incorrectamente “hormonas femeninas”, como andrógenos. Por otro lado, tanto los hombres como las mujeres necesitan, en su justa medida, de ambas para tener una salud normal. Son los desequilibrios de estas hormonas los que generan la aparición de las enfermedades.
Las mujeres portadoras de SOP tienen niveles más altos de lo normal de andrógenos y pueden tener niveles más bajos de lo normal de estrógenos. Los niveles altos de andrógenos pueden:
- Interferir con las señales del cerebro que normalmente producen la ovulación, por lo que esta no ocurre de manera regular.
- Hacer que los folículos, queson pequeños sacos donde los óvulos crecen y maduran para la fecundación, se agranden y se forman los quistes que dan nombre al síndrome.
- Provocar otros síntomas a los que ya nos hemos referido y que forman parte del “cortejo” del síndrome.
¿Cuáles son estos síntomas y cuál es su frecuencia? Esto último varía de acuerdo a las distintas investigaciones. Por ejemplo, el hirsutismo se presenta entre el 60 y el 90 % de las pacientes; el acné entre el 24 % y el 27 %. La oligomenorrea1 aparece entre el 50 % y el 90 % de los casos, y la amenorrea entre el 26 % y el 51 %, solo un 22 % de las pacientes tendrán un patrón menstrual normal.
La infertilidad, otra temida consecuencia del síndrome, aparece entre el 55 % y el 75 % de los casos, mientras que la obesidad se describe entre el 40 % y el 60 %. Por otro lado, se puede observar hemorragia uterina anormal en el 30 % de las pacientes. La presencia de ovarios poliquísticos, diagnosticados por ultrasonido, aparece en entre el 50 % y el 75 % de las mujeres.
Diagnóstico y tratamiento
Para el diagnóstico de este síndrome hacen falta dos de sus tres pilares o signos clínicos: ausencia de ovulación, niveles altos de andrógenos y quistes en los ovarios. Por eso los profesionales de la salud dirigirán sus esfuerzos a identificar su hay presencia de este cuadro en la familia de las pacientes, características del ciclo menstrual, problemas de fertilidad tanto personales como familiares, etc. Por supuesto, se impone un examen físico exhaustivo para establecer la presencia de vello excesivo, acné, hipertensión, obesidad…
También se obtendrán muestras de sangre para medir los niveles de andrógenos, colesterol, glucosa. Por último, está indicado un examen pelviano que consiste en un tacto vaginal, con lo que se puede determinar la presencia de los quistes, así como la realización de un ultrasonido. Este último se haría, preferentemente, por vía transvaginal, aunque con el método convencional también se puede observar la presencia de los quistes.
Aunque actualmente el SOP no tiene cura y las pacientes que lo padecen incluso después de la menopausia pueden seguir presentando síntomas, sí existen tratamientos que van dirigidos a disminuir la presencia de estos, así como al tratamiento de los problemas de fertilidad que suelen acompañar al SOP.
Tratamientos para aliviar los síntomas
- Cambios en el estilo de vida: Adelgazar y aumentar la actividad física puede minimizar muchos de los síntomas del SOP. De hecho, una pérdida de peso del 5 % puede mejorar muchos síntomas. Además, puede restablecer la ovulación y hacer que los ciclos menstruales sean más normales, lo que mejora las probabilidades de lograr un embarazo. Por otro lado, reduce el riesgo de desarrollar diabetes, el crecimiento excesivo del vello, así como la aparición de la depresión.
- Anticonceptivos orales: Estos medicamentos entre sus beneficios están los que tornan más regulares los períodos menstruales. Además, reducen el nivel de andrógenos producidos por los ovarios. Por último, también ayudan a eliminar el acné y el crecimiento excesivo de vello
- Agentes sensibilizadores de insulina: Este tipo de medicamentos hace que el organismo responda más a la insulina y mantiene más estables los niveles de glucosa. Un ejemplo es la metformina.
- Otras medidas para paliar los síntomas incluyen el uso de anti-andrógenos, remover u ocultar el vello no deseado y el tratamiento del acné.
Tratamiento de la infertilidad secundaria al SOP
En la mayoría de los casos, los problemas de fertilidad en las mujeres con SOP resultan de la ausencia de ovulación, como ya dijimos, pero esta puede no ser la única causa. Por ello, la elección del tratamiento más adecuado siempre dependerá de la opinión de un experto en el tema. De cualquiermodo entre los medicamentos recomendados para los trastornos de la fertilidad por este síndrome están:
- Citrato de clomifeno: El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG, por sus siglas en inglés) recomienda el clomifeno como el principal medicamento para pacientes con SOP e infertilidad. Este medicamento indirectamente ayuda a que los óvulos maduren y sean liberados por los ovarios. Es importante señalar que una de cada 10 mujeres que conciben con la ayuda del clomifeno tendrá un embarazo múltiple, en general, de mellizos.
- Metformina: Puede usarse como medicamento complementario para aumentar o regular la ovulación. La metformina puede usarse sola o junto con clomifeno, cuando este solo no tiene éxito.
- Letrozol: Disminuye de manera transitoria la producción de estrógeno y hace que el organismo produzca más la hormona foliculoestimulante, muy necesaria para la ovulación. Algunos estudios hallaron que es más efectivo que el clomifeno para inducir la ovulación y mejorar las tasas de nacimientos con vida.
- Gonadotropinas: Estas hormonas se administran en forma de inyecciones y provocan la ovulación. Se trata de un tratamiento muy costoso y conlleva el riesgo de embarazos múltiples.
- Incisión ovárica: Esta cirugía puede aumentar las probabilidades de que haya ovulación y puede ser una opción si los cambios en el estilo de vida y los medicamentos no tuvieron éxito.
Nota:
1 Términos como amenorrea, oligomenorrea y otros fueron tratados en un artículo reciente sobre trastornos de la menstruación.
Síndrome metabólico y resistencia a la insulina: principales características
En el artículo nos referimos a algunos problemas relacionados con el SOP, como la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico. A continuación, explicamos brevemente qué son ambos.
Resistencia a la insulina: La insulina es una hormona producida en un órgano situado en el abdomen, llamado páncreas, que ayuda a la glucosa a pasar al interior de las células para producir energía. Cuando las células se “resisten” a sus efectos, la glucosa se acumula en la sangre y aparece lo que se conoce como hiperglicemia o hiperglucemia. Este es el estímulo para que el páncreas produzca más insulina. Cuando la resistencia a la insulina se vuelve moderada o grave, puede desarrollarse un tipo de diabetes.
Las mujeres que sufren SOP suele presentar algún grado de resistencia a la insulina, especialmente durante el embarazo. Esto las lleva a padecer de sobrepeso y obesidad. Además, se relaciona con la aparición de diabetes gestacional (diabetes que aparece durante el embarazo), partos pretérminos (el que ocurre antes de las 36 semanas de gestación) y eclampsia (un tipo grave de hipertensión arterial que aparece durante el embarazo). Todo esto puede poner en peligro tanto la vida de la madre como del feto.
Síndrome metabólico: Como tal se conoce a un grupo de factores de riesgo de enfermedades cardiacas, diabetes y otros problemas de salud. Si usted tiene al menos tres de ellos entonces padece de un síndrome metabólico. Estos factores de riesgo incluyen:
- Obesidad abdominal, también conocida como cuerpo con “forma de manzana”. Esto es tener demasiada grasa alrededor de la cintura. Este se considera un factor de riesgo mayor para enfermedades del corazón, como el infarto del miocardio.
- Niveles elevados de triglicéridos en sangre.
- Nivel bajo de HDL Colesterol, también conocido como “colesterol bueno”, porque ayuda a eliminar este tipo de grasa de las arterias.
- Hipertensión arterial mantenida.
- Niveles elevados de glucosa (azúcar) en sangre en ayunas. Este puede ser un signo temprano de diabetes.
Cuantos más factores de riesgos usted presente mayor será la posibilidad de desarrollar enfermedades que pueden comprometer su salud y poner en peligro su vida.