Todos los años por estas fechas, la carretera de Guanahacabibes, al sur de Pinar del Río, se convierte en un mar rojo, fétido. Cientos de miles de cangrejos avanzan sobre los cadáveres de sus semejantes y evitan quedar aplastados por las ruedas de los carros. El objetivo es dejar el bosque, llegar a la costa y comenzar el apareamiento.
La odisea del Gecarcinus ruricola, el cangrejo rojo cubano, no termina ahí. Una vez que regresan a su refugio del monte, a los orificios de las rocas donde se alimentan de materias en descomposición, las hembras emprenden nuevo viaje suicida para depositar los huevos en la orilla. La descendencia seguirá luego los pasos de sus padres, de retorno hacia lo profundo de la península.
Pero esa carretera no siempre estuvo ahí. La intención de aprovechar las bellezas naturales del lugar para promover el turismo, obliga al cangrejo rojo a lidiar con un tráfico cada vez mayor para llegar hasta el mar.
Con las tenazas hacia arriba, en gesto desafiante, defendiendo el “derecho” natural de perpetuar la especie, el Gecarcinus ruricola provoca que no pocos vehículos se ponchen en la vía. Pero el número de crustáceos aplastados por los neumáticos resulta mayor, al punto de que algunos tramos de esta larga franja de asfalto se transforman en una especie de alfombra roja, siempre maloliente.
El ser humano es el principal enemigo de este crustáceo, pues además de interrumpir su trayecto lo considera parte de su menú. Aunque posee marcadas diferencias con las especies comestibles, durante años el hombre ha aprovechado esta migración para cazarlo y extraerle la carne, asegura el ingeniero Abel Sosa Prieto, especialista del Parque Nacional Guanahacabibes.
Se trata de una práctica riesgosa por las propiedades tóxicas del cangrejo rojo, que hacen de su ingestión un peligro para la salud humana. “A través de su metabolismo son capaces de acumular un metal pesado llamado tungsteno, el cual puede provocar alteraciones negativas al organismo”, comenta el especialista Sosa.
De manera constante los trabajadores del Parque realizan acciones de prevención en las comunidades de la península y a través de los medios de comunicación masiva. Una vía de prender la alerta para evitar el peligro de esta especie en una región considerada como Reserva de la Biosfera.
La triste historia del cangrejo rojo deja completamente en manos del azar el proceso de selección natural. No sobrevive para reproducirse el más fuerte, rápido, o genéticamente apto, sino aquel que tuvo la suerte de completar la hazaña de un viaje y no terminar bajo las llantas de un auto o en la cocina de una casa.
Pobres cangrejos, deberían levantar un poco la carretera, hacer especies de unos tuneles para que los pobres cangrejos pasen por debajo.
Alli los autos de turismo entran y salen, mas los de la reserva y los que estan rabajando en la marina y en el motel San Antonio. En esa epoca deberia prohibirse el trasiego, pero pasa lo mismo en la carretera d la Cienaga de Zapata, en laya larga. El irrespeo es total.
Buen escrito y muy buenas fotos y sobre todo una llamada de atención a un problema recurrente
Coincido con Fabricio se debería prohibir el trasiego de autos en esta época y llamar al apoyo de todos en cuidar nuestro patrimonio y nuestra fauna, si es una reserva de la biosfera porque no se cuidan más estas especies que por decadas han estado en su entorno, unamonos y exijamos que se cuiden nuestras especies.
Lamento romperles la ilusion conservacionista, pero este cangrejo es un invasor. El cangrejo por el que debemos preguntar es el Cangrejo de tierra, que a mediados de los 80, cuando llevabamos a nuestros hijos al campismo de Las Tumbas (??) eran presencia permanente durante todo el verano. El cangrejo rojo aparecio luego, provocando las oleadas que ven y nadie ha explicado de donde ha salido y cual es la consecuencia de esta suplantacion de especies. Si algun especialista desea explicarlo publicamente, buscar el blog cubanos de pesca y contactar.
Muy interesante este artículo, sobre todo para aquellas personas que no han tenido la oportunidad de observar alguna de las migraciones que protagonizan determinadas especies animales. Ya había escuchado y leído acerca de estos cangrejos, incluso los vi alguna que otra vez decorando espacios en casas de pescadores. Pero no imaginé que pasaran semejante odisea para perpetuar su especie y menos siendo el cabo de San Antonio un paraje tan lejano y poco transitado, al menos para la mayoría de los cubanos. Felicidades al periodista y a la revista por tocar temas tan variados e interesantes.