El dramaturgo, profesor, actor, director teatral y de audiovisuales cubano Raúl Alfonso murió en la madrugada de este martes en Madrid, a los 57 años, según lamentaron amigos, grupos de teatro y medios especializados en las redes sociales.
El poeta, dramaturgo y ensayista Norge Espinosa se refirió el deceso desde Facebook, donde apuntó que “más que dramaturgo, Raúl Alfonso era un poeta dramático, consciente de que la poesía en el teatro proviene de un determinado grado de sinceridad, visceralidad y desgarramiento, en el que se unen todos sus personajes”.
Alfonso, nacido en 1966, se licenció en Artes Escénicas, en la especialidad de Teatrología y Dramaturgia, por el Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA), en 1988, según la biografía disponible en el portal Dramaturgia Cubana del Exilio.
Impartió clases de actuación en la Escuela Nacional de Teatro, en el ISA, en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y en diversas academias. Trabajó como asesor teatral y se desempeñó como actor en algunas de sus obras.
En el 2001 salió de Cuba rumbo a México y posteriormente residió en España, donde impartía clases de interpretación, dirección escénica y dramaturgia.
A propósito del reestreno habanero de su obra Mamá, por Teatro de la Luna en agosto pasado, Espinosa escribió: “Entre los dramaturgos cubanos, Raúl Alfonso es justamente uno de los más cercanos al delirio, a la mezcla feroz de alucinación y ensueño como un espejo que nos dice que todo afán de realidad pura es falsa”.
“Sus personajes viven en esa línea de sombra y pesadilla, no exenta de arranques de un humor cargado de sarcasmo y de ideas inteligentes. Todo ello estaba ya en El grito, su obra de 1989, y se confirmó en las que vendrían luego, desde Islas solitarias a Bela de Noche y esa otra, reto a la imaginación de cualquier director, que es El dudoso cuento de la princesa Sonia. No hay un libro aun que las recoja todas, como debería haber ocurrido, y es una pena verdadera”, escribió Espinosa.
Según una nota de la revista Árbol invertido, Raúl Alfonso colaboró en las publicaciones Tablas y El espejo del perro. Dirigió y escribió numerosas obras representadas en Cuba, México, Colombia, Estados Unidos y España. Realizó de manera independiente varios cortometrajes en La Habana, México y Madrid.
“La vida de Raúl Alfonso, como la de sus seres imaginarios, parecía estar marcada por el malentendido. Pero en su teatro estuvo siempre esa lucha contra todo tipo de represión, ese afán por desenmascarar mentiras y opresiones, traumas no solucionados, y exorcizar demonios, aunque esos demonios aparecieran a veces bajo la belleza engañosa y terrible de los ángeles, para decirlo un poco con Rilke”, escribió Espinosa, en su sentida evocación.
“El teatro me ha salvado, siempre me ha dado la oportunidad, siempre el teatro me ha concedido la gracia de la resurrección”, dijo en 2020 desde Facebook Raúl Alfonso, a propósito de un proyecto sobre este arte. Varias figuras del gremio lamentan hoy su fallecimiento.