Un conocido que ahora vive en Miami, médico por más señas, me comentaba años atrás que, fuera de lo necesario para su carrera, nunca había leído un libro. No era la primera ni sería la última persona que haya pasado por la vida sin rozar la Literatura; ahora bien, lo que me hace recordarlo es la explicación que daba: yo no leo novelas ni cuentos ni poesía porque eso no existe, eso es mentira, algo que se le ocurrió a alguien, no cosas objetivas de la realidad. Lo curioso es que la razón de nuestro contacto era la común fascinación por el rock de los 60 y 70, que con frecuencia nos llevaba a intercambiar grabaciones; por lo visto a mi conocido el galeno la música sí le parecía suficientemente real. Quizás en alguna ocasión vio un paisaje con montañas, un lago y una pieza de Emerson, Lake and Palmer…
Hace unos días me abordó un librero de esos que montan su negocio en el portal de su casa, y me dijo que tenía Un libro sucio, volumen de cuentos de NOS-Y-OTROS publicado en 1998 por la Editorial Capiro de Santa Clara. Aunque con una edición significativa -3300 copias-, el libro fue retirado de las librerías a los pocos días de lanzado porque alguien estimó que era contrarrevolucionario, de manera que Un libro sucio devino una pieza rara, un ítem de coleccionista. Los autores asumimos que lo que restaba de la edición había sido destruido o se pudría en un almacén, y voilá, tres lustros después aparece este tipo que tenía en existencia todos mis libros, y de este en particular una cantidad apreciable de ejemplares, así que me regaló algunos a cambio de que le firmara otros…
Muchos libreros no ofrecen gran cosa más allá de los textos de Fidel, el Che, Martí y la santería, porque eso es lo que buscan los turistas. Son los que te dicen “mira, buenos libros”, y los soban como si te ofrecieran esclavos. A otros, sin embargo, les he comprado joyitas: libros y periódicos y cómics que sostengo en mis manos con devoción, como un bebé o el Grial; libros que, todavía cerrados, te hacen gozar con las promesas implícitas en el diseño de portada, las notas de contracubierta y, muy importante, la pátina del uso; como en el sexo, uno se toma su tiempo para lanzarse a fondo, prefigurando las historias que atesoran. Y es que entrar a una librería de viejo y rebuscar entre ediciones refinadas o plebeyas, entre groseros textos de Mecánica o inesperadas maravillas, es una de las pocas aventuras aún al alcance de los pasos y el espíritu en el triste, desangelado mundo de hoy. Donde algunos encontramos magia, la mayoría no ve sino polvo y pérdida de tiempo.
El de librero es un oficio en vías de desaparición. Me refiero, claro está, al que en verdad ama los libros, que puede conversar contigo sobre determinado autor y ponderar una edición rara, que te cuenta una anécdota de la vida de cierto escritor -no importa si real o apócrifa- que desconocías; de ese hablo, no del que mañana podría ser vendedor de maní. El librero como druida, como sacerdote de una devoción rara y antigua.
Que no nos engañen las matazones en la Feria del Libro: se lee menos, y lo que es peor, se necesita menos de la Literatura. Durante el evento se agotan, más que nada, los libros infantiles y los manuales de autoayuda, pero esa no es exactamente una dieta idónea para el espíritu y, en todo caso, nadie que se permita un banquete de una semana y pase luego el resto del año sin comer puede decirse bien alimentado. No es que la mayoría de la gente no sepa qué responder a la vieja interrogante de qué tres libros se llevaría a una isla desierta, es que no entendería siquiera la pregunta. Es cierto que hoy, gracias a la tecnología, existen otras posibilidades pugnando por seducirnos, pero el hecho es que los jóvenes compran tablets y Ipods, no libros electrónicos.
Tengo un amigo colombiano, Alvaro Castillo, que publica a autores cubanos en ediciones pequeñas, de cien o doscientos ejemplares. Su editorial se llama San Librario, nombre y concepto hermosos, que hablan de una fe inextinguible en la utilidad de la Literatura. Sería interesante ponerlo a dialogar con el médico que cree que las novelas y la poesía son mentiras inútiles…
¡Como hay libros buenos en internet! Y en descarga libre. Al menos el médico q se actualice y descargue algunos de su especialidad.
Tengo 38 abriles y 2 hijos uno hijo de 15 y otro de 12 (de los cuales me siento extraordinariamente orgulloso), pero no les impulsa, como a mi, el hecho de leer un libro. Pienso, ante todo, que la vida actual, la hemos y queremos seguirla acelerando. Para que un nino comience la lectura el padre debe tomarse un tiempo tratando de ensenarle a amar un libro, no es a leer, para eso esta la escuela, es a amar la lectura, mas alla de los textos academicos. Ese padre (y digo padre por que nos toca primeramente, puede ayudar el vecino pero es el PADRE o LA MADRE), como mismo no debemos fumar o tomar o hablar porqueria delante de un hijo, debemos hacer lo contrario con lo que queremos reforzarle en su comportamiento. Cuantas personas veo que asisten a la feria del libro a comprar libros pero ???se los leen??? ,,, !!! es casi como ir a comprar adornos!!!!!!
En mi Cienfuegos la Feria es casi siempre muy poco nutritiva. Un tentempié y ya.
Como me he vuelto absorto en el ritmo vertiginoso del día a día que no te deja casi reservar un momento para la lectura, bajo libros electrónicos y los leo en el celular en la guagua hacia y desde el trabajo (unos 20 minutos en cada dirección), en las tantas reuniones absurdas en las que no tengo nada que decir (casi todas), en las colas, un ratico antes de dormir…
Así ya me he leído…ufff…una pila de libros. Por tanto la tecnología no nos quita la lectura. Con buenos hábitos de lectura no hay tecnología que valga.
Hay gente para todos los gustos. Yo apenas veo television. El medico no se da cuenta que la literature recrea
el mundo y lo hace mas entretenido. Ademas, pudiera leer historia, o biografias.
Yo fui una gran lectora, durante mis primeros 30 años fui insaciable, solía leer hasta 3 libros a la semana, por etapas, a los 5 años los libros infantiles de José Martí, entre 6 y 11 aventuras y ciencia ficción, a partir de ahí fueron los clásicos policiacos y de terror, luego poesía….y así hasta que salí de Cuba, después de llegar aquí, nunca más! aunque atesoro en el corazón y en la mente todo lo que leí. Un saludo!
SOY UN LECTOR INVETERADO, LO ERA EN CUBA, LO SOY FUERA DE CUBA. AQUI ESTOY SUSCRITO A UNA BIBLIOTECA DEL CONDADO QUE ES UNA MARAVILLA, UN VERDADERO TEMPLO, CON UNA ATENCION EXQUISITA. CUANDO EN SU AMPLIA COLECCION NO ESTA LO QUE BUSCAS TE LO MANADAN A BUSCAR Y TE AVISAN POR TELEFONO O CORREO Y LO MAS INTERESANTE TOTALMENTE GRATIS. ASI QUE EL QUE NO LEE ES POR IGNORANTE.
He sentido mi alma saturada de felicidad all leer este Articulo. Cuanta verdad encierra!!!. Mi sed de leer comenzo muy temprano en mi infancia y por suerte AUN me acompana, junto con el amir a mi CUBA. Te felicito de corazon.
Mi estimadisimo colega y compañero del grupo de Espeleología de los tiempos de la Lenin, es con una enorme satisfacción que leí este saludable artículo tuyo sobre el valor y hábito de la lectura algo que cada vez se torna “objeto raro de deseo” para las nuevas generaciones, salud eterna al viejo libro impreso ! Y sigue cosechando éxitos en tu prolífica obra cultural,. Un abrazo desde Sao Paulo …
-Por supuesto que es real- dijo Mark Twain refiriendose a Tom Sawyer- Es todos los muchachos que he conocido y recuerdo.
Esto que dijo Mark Twain en la entrevista que le hacen es muy fina ironia:
“Personalmente, nunca me han gstado los libros de ficcion o de historias. Lo que me gusta leer son informaciones estadisticas de cualquier tipo. Aunque solo sean datos del cultivo del rabano. Ahora mismo, estaba leyendo un libro de matematica pura. Mis conocimientos de matematicas acaban en “doce veces doce” pero he disfrutado enormemente con ese libro. No he entendido una palabra, pero los hechos, o lo que uno entiende, son siempre una delicia. Ese matematico cree en hechos, Yo tambien. Primero hazte con hechos, y luego distorsionalos tanto como quieras”
Lamentablemente su articulo BENDITAS MENTIRAS encierra grandes verdades.
Se lee mucho menos y cada día hay mas gente que cree que se necesita menos de la literatura. Pero gracias a dios siempre habrá gente que disfrute la lectura tanto en el libro impreso como en el digital.
Por cierto, ¿no pudiera poner el libro suyo que dio pie a este articulo en soporte digital para los lectores de ONCUBA? No se quizás en forma de artículos o algo así?
Excelente reflexión. Sólo me queda una duda. ¿Cómo ese médico “analfabeto” tratará a sus pacientes?
Uff, como está la mitomanía!
Excelente articulo, es muy preocupante lo que sucede con la literatura y el amor por ella en el mundo de hoy, claro la competencia de los audiovisuales es muy fuerte, pero nada sustituye el placer de hojear las paginas, oler del libro, poder marcarlo, doblarlo, volver a aquel pasaje que no pudiste recordar o leer bien, existen los libros en soporte electrónico pero personalmente sigo amando la letra impresa. Con respecto a la anécdota del medico amigo no me sorprende porque trabajo entre médicos y no es la excepción, ese amigo. Me preocupa y mucho que en mi carrera, Psicología que es esencial tener cultura general, y leer era un habito común a casi todos los que la estudiamos , ya es rara avis encontrar jóvenes , estudiantes, mis alumnos interesados en leer y peor aún en estar informados y en cultivar su espíritu, será el signo de estos tiempos?, la postmodernidad?, quo vadis?