Una de las figuras de la pianística del jazz en la escena estadounidense, Aaron Goldberg, se sumó a los reclamos de un mayor intercambio entre Cuba y Estados Unidos, en momentos en que el deshielo no parece asomar en el horizonte.
El objetivo de tales puentes sería “aprender y explorar juntos nuestro lenguaje común”, dijo el instrumentista originario de Boston en una entrevista con la agencia Prensa Latina (PL) en La Habana.
Goldberg es una de las estrellas invitadas a la 39 edición del Festival Jazz Plaza, donde dejó testimonio de su talento con un brillante concierto este martes en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional. Allí estuvo escoltado por dos lumbreras de la música cubana: el bajista Jorge Reyes y el percusionista Oliver Valdés.
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Cuba en Goldberg
Colaborador de músicos estelares como Joshua Redman, Wynton Marsalis, Kurt Rosenwinkel y Guillermo Klein, el pianista estadounidense no es un desconocido en la gray jazzística de la isla.
“Especialmente en el jazz, los artistas de ambos países aprendimos unos de otros. Por tanto, tenemos que proteger y ampliar esta conexión. Me divertí muchísimo el año pasado, era la segunda vez que venía a la isla. La primera fue en 2006”, comentó Goldberg.
El artista recordó aquella visita y su experiencia con el trompetista cubano Yasek Manzano en La Zorra y el Cuervo, el templo de culto del jazz habanero.
En dicha oportunidad, Goldberg descubrió que, además de la música folclórica o la clásica, el jazz posee en la isla mucha fuerza y creatividad.
La presentación junto a Manzano fue una miscelánea de autores y géneros. Goldberg sumó a los temas propios, obras de su compatriota Thelonious Monk, ritmos afrocaribeños, y canciones de Pablo Milanés.
La idea de incorporar esas reconocidas composiciones permitió, a su juicio, improvisación, descubrimiento y aventura sobre el escenario.
“Antes de venir a la mayor de las Antillas, ya conocía de la maestría de jazzistas cubanos como Chucho Valdés o Gonzalo Rubalcaba”, dijo el pianista en diálogo con PL.
En 2023 repitió su visita. Se presentó entonces junto al pianista cubanoamericano Dayramir González, quien reside en Nueva York, donde su virtuosismo es seguido en cada presentación por una tribu de admiradores.
El autor de discos como Turning Point (1999), Unfolding (2000), Home (2010) y At the Edge of the World (2018), entre otros, dice estar impresionado con “la calidad de la educación musical pública, en conservatorios como Amadeo Roldán, la Escuela Nacional de Arte y la Universidad de las Artes”.
En sus recorridos por tales academias quedó tan impactado que sueña con que su país “pueda imitar o aprender del sistema en términos de educación musical, pues aquí todo el mundo toca un instrumento, baila y disfruta de ese arte”.
Un crucial descubrimiento en la adolescencia
Conquistado por el jazz desde la escuela secundaria, a los 16 años comenzó a estudiar con el saxofonista Jerry Bergonzi.
“Para mí el jazz fue un descubrimiento muy grande y nunca imaginé que fuera luego el protagonista de mi carrera. Me enamoré de esta tradición porque mediante la improvisación tengo más posibilidad de expresarme, exponer mis emociones y crear algo nuevo”, confesó el músico a PL.
Durante la década de 1990, integró bandas lideradas por íconos como Al Foster, Freddie Hubbard, Nicholas Payton, Stefon Harris, Tom Harrell y Gregory Tardy.
Es, además, miembro del cuerpo docente de la Nueva Escuela de Jazz y Música Contemporánea y de la Universidad William Paterson.
En 2019 recibió un Doctorado Honorario en Música de la Universidad de las Artes de Helsinki, el reconocimiento más alto que otorga ese centro de altos estudios.
Trotamundos y políglota
Graduado además de la Universidad de Harvard y miembro fundador del Jazz Ahead de Carter durante sus años universitarios, Aaron Goldberg es un inveterado viajero, cuyo ejercicio lo ha convertido en “un ciudadano del mundo”, que husmea en las culturas por donde pasa.
“Goldberg no enseña mucho hoy en día (está de viaje con demasiada frecuencia), pero cuando era joven se benefició de instructores útiles y le gusta retribuirlo”, manifestó Matthew Kassel en la prestigiosa revista estadounidense Down Beat, fundada en 1934.
“No debería sorprender a quienes han seguido la distinguida carrera de Goldberg durante las últimas dos décadas que él también domine varios idiomas fuera del jazz. Una especie de erudito”, agregó Kassel.
El periodista y crítico ponderó la calidad de su último álbum en trío, At The Edge Of The World (Sunnyside), el primero en cuatro años. En su opinión, representa “una especie de cambio conceptual para el pianista: una investigación sorprendentemente contemplativa sobre el lenguaje de la improvisación. ”